THE OBJECTIVE
Laura Calonge

Twitter down, what's up

El pasado martes trajo dos cotilleos de patio 2.0 entre los habituales de las redes sociales. Primero, la caída de Twitter durante varias horas. La caída de Twitter, que aparecía como TT con el hashtag “Twitterdown”, para sorpresa de muchos, no tuvo la repercusión que tienen las caídas de otras redes. Hace unos pocos meses cayó Facebook, y el timeline de Twitter se convirtió en el muro de las lamentaciones de los internautas. La comunidad internacional 2.0 de usuarios de Facebook habían acudido, desesperados, a lanzar 140 caracteres reclamando una explicación. Algunos pidiendo auxilio. En esos momentos de trinos angustiados, uno se da perfecta cuenta de la adicción que crean las redes sociales. En ese muro de las lamentaciones de Twitter, alguien se aventuró a asegurar que Twitter era el segundón de turno, porque la caída de Facebook era la que había provocado un aumento del número de tuits y personas conectadas a su red. Otros comparaban la importancia de Facebook y Twitter en nuestras vidas haciendo un símil con el matrimonio y los amantes, respectivamente.

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Twitter down, what’s up

El pasado martes trajo dos cotilleos de patio 2.0 entre los habituales de las redes sociales. Primero, la caída de Twitter durante varias horas. La caída de Twitter, que aparecía como TT con el hashtag “Twitterdown”, para sorpresa de muchos, no tuvo la repercusión que tienen las caídas de otras redes. Hace unos pocos meses cayó Facebook, y el timeline de Twitter se convirtió en el muro de las lamentaciones de los internautas. La comunidad internacional 2.0 de usuarios de Facebook habían acudido, desesperados, a lanzar 140 caracteres reclamando una explicación. Algunos pidiendo auxilio. En esos momentos de trinos angustiados, uno se da perfecta cuenta de la adicción que crean las redes sociales. En ese muro de las lamentaciones de Twitter, alguien se aventuró a asegurar que Twitter era el segundón de turno, porque la caída de Facebook era la que había provocado un aumento del número de tuits y personas conectadas a su red. Otros comparaban la importancia de Facebook y Twitter en nuestras vidas haciendo un símil con el matrimonio y los amantes, respectivamente.

Ha sido la caída de Twitter este pasado martes -el “Twitter down”- la que ha acabado de confirmar la relación “de amantes” que mantenemos con dicha red. Se cayó, pero en Facebook apenas nadie habló de ello. Ni un grito desesperado, ni un “qué pasa en Twitter”, ni una lágrima, ni un kikirikí. A los usuarios de Facebook pareció importarles poco el tema como para dedicarle un post. Normal: Facebook es el que ocupa el primer lugar en el corazón del internauta. Al amantísimo esposo o esposa no le viene uno quejándose del mal funcionamiento del amante. Pero hay algo más detrás de esta reacción, y acaso sea que los tuiteros pueden vivir sin su pajarito, que está dejando de ser tan rentable como en el pasado y empieza a acumular pérdidas cifradas en 120 millones de euros.

Por si acaso faltaba alguien en el triángulo, solucionado el “twitterdown” y recuperada la calma 2.0, llega el segundo acontecimiento: la declaración de WhatsApp. A lo bruto y por la noche, cuando uno está acurrucado en el sofá. “Nueva fecha de caducidad: para siempre”. Prometo que cuando recibí este aviso en el móvil, me asusté. Acudí corriendo a las redes, y ahí estaban todos. Tuiteros que habían entrado en pánico ante la sola idea de tener algo para siempre. Algunos ya se querían divorciar. Otros no entendían que fuera WhatsApp y no su pareja o amante quien se adelantara a decirles esto. Vivimos en un mundo raro, como diría Chavela. Pero al menos sabemos, eso sí, que WhatsApp será para siempre. Qué descanso.

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