THE OBJECTIVE
Jesus H. Cifuentes

Lo mío pa' su saco

Y así continúan las cosas. España sin encontrar Gobierno, y las grandes corporaciones de la globalización, “preocupadas” con el panorama que se pueda generar si se llega a un Gobierno de coalición de izquierdas. Tiene miga la cosa, porque según parece, lo que menos vale de todo en esta falsa democracia es la soberanía popular, el deseo del pueblo manifestado en las urnas.

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Lo mío pa’ su saco

Y así continúan las cosas. España sin encontrar Gobierno, y las grandes corporaciones de la globalización, “preocupadas” con el panorama que se pueda generar si se llega a un Gobierno de coalición de izquierdas.
Tiene miga la cosa, porque según parece, lo que menos vale de todo en esta falsa democracia es la soberanía popular, el deseo del pueblo manifestado en las urnas.

Y una pista fundamental la encontramos en el encuentro del Foro Económico Mundial de Davos, en el que los poderes fácticos de la banca y el propio Ministro de Economía español, Luis de Guindos, están recibiendo collejas a troche y moche por la amenaza “fantasma” de la posibilidad emergente de un gobierno de izquierdas en España.

El resumen de la situación sale de la boca de Javier Botín, el hermano de la presidenta del Santander. «Los resultados de las elecciones generales del 20 de diciembre son muy negativos, porque ninguno de los dos resultados clave de los sondeos se ha materializado en las cifras oficiales: el PP y Ciudadanos, que son los más favorables para el mercado, han alcanzado la mayoría absoluta; y Ciudadanos no basta para ninguna combinación, por lo que una alianza de izquierdas con partidos separatistas podría tener la mayoría, aunque es difícil ver que esta alianza funcione».

Así es. La perpetuidad de la derecha corrupta con su política laboral y de recortes, el apretar las tuercas más y más a la ciudadanía, y el mantener la ceguera ante los escarnios que está causando el continuo fagocitamiento de la banca sobre el ejercicio del gobierno, es lo más favorable para el mercado.

Parece mentira que el teatro del mundo sea cierto. El propio Foro Económico Mundial lo es. Bajo la máscara de “mejorar el estado del mundo” y en “desarrollar agendas globales, regionales e industriales”, lo que realmente refleja, en cierto sentido, es la idea de cómo desea que funcione: un mundo dirigido por un pequeño grupo de directivos empresariales, hombres en su mayoría, con la misma educación y visión ideológica, y con la comparsa de diversos actores no empresariales para dar a sus acciones un maquillaje de legitimidad.

Orwell y su 1984 ya están aquí.

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