THE OBJECTIVE
Marta Parreño Gala

Víctima elevada a la máxima potencia

Vivimos en un país que ha importado el ébola en avión y lo ha llevado a un hospital que previamente ha desmantelado con recortes salvajes. En un país cuyos responsables políticos culpabilizan sin rubor a la víctima de su propio mal.

Opinión
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Vivimos en un país que ha importado el ébola en avión y lo ha llevado a un hospital que previamente ha desmantelado con recortes salvajes. En un país cuyos responsables políticos culpabilizan sin rubor a la víctima de su propio mal.

Vivimos en un país que ha importado el ébola en avión y lo ha llevado a un hospital que previamente ha desmantelado con recortes salvajes. En un país cuyos responsables políticos culpabilizan sin rubor a la víctima de su propio mal. En un país en el que, ante una incompetencia manifiesta grave de las autoridades, el único que ha pagado, y con su vida, es un perro, además de la víctima y su familia al completo. Vivimos en un país que está sometiendo a un linchamiento político y mediático a una mujer mientras ésta lucha por su vida. Ahora, además de luchar por su vida, tiene la carga añadida de tener que pelear por recuperar su dignidad, ya que los expertos en desmantelar servicios públicos, despojan también a las personas de sus capas básicas de protección.

Intimidad, ética, dignidad y respeto brillan por su ausencia en este caso porque los supuestos expertos en “informar” además le han robado fotos y frases para conseguir ventas de periódicos, visitas online o audiencia. Todo vale excepto pensar en ella y en su padecimiento, generado por la incompetencia de los que siguen anclados en sus butacas sin responder a nada ni a nadie. Porque aunque no hace falta tener un master para quitarse un traje, sí hace falta mucha humanidad, mucho valor y mucha preparación para atender a personas con enfermedades contagiosas, justamente las tres cualidades de las que carecen todos los que la han culpabilizado de su mal.

A todo este despropósito hay que añadir a los bromistas que todavía no han aprendido que cuando la gente está sufriendo, hay cosas que no hacen ninguna gracia. La vergüenza que siento es tal que no me atrevo a escribir el nombre de esta mujer por no sumar un documento más a la ingente biblioteca de noticias, documentos y artículos que la han utilizado sin pudor o que incluso se atreven a juzgarla. Yo desde aquí le pido perdón por haber leído titulares horrendos o haber visto fotos que violaban su intimidad. No lo he podido evitar, nos las han metido en todas partes. Espero que algún día puedas perdonarnos. 

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