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Miguel Ángel Garrido Gallardo

La obra desconocida de Antonio de Nebrija

«Nebrija sería de gran utilidad a políticos, abogados, ejecutivos…¿cómo es que su obra sigue tan desconocida?»

Zibaldone
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La obra desconocida de Antonio de Nebrija

Antonio de Nebrija en un grabado de Brieva (1892). | Wikimedia Commons

Este año 2022 está siendo Año de Nebrija por cumplirse los 500 años de su fallecimiento el día 2 de julio. Puestos a repasar los elementos significativos de la aportación de Elio Antonio de Nebrija, grande del Humanismo español, el acento se ha vuelto a poner durante estos meses en la Gramática de la lengua castellana, nuestro primer manual  en lengua vernácula, en las Introductiones latinae cuya publicación dio lugar a tanta fama como envidia, a tantos honores como persecuciones, y también en su relación con la Biblia Políglota Complutense de cuya colaboración lo separó su irreductible carácter.

Antonio Martínez de Cala y Xarana había nacido en Lebrija (Nebrissa Veneria). Sus recuerdos de niñez evocan una tierra llena de vestigios romanos con lápidas en las que figuraban nombres de Elios y Elianos que fueron ocasión, según nos cuenta en la dedicatoria de su Vocabulario Español-Latino, de que añadiera el prenomen de Aelius a su nombre de pila, así como había transformado su lugar de nacimiento en denominación de su apellido.

Su carrera universitaria comienza el 4 de julio de 1475 cuando firma un contrato de cinco años como lector de la Universidad de Salamanca para impartir dos lecciones diarias, una de Elocuencia y otra de Poesía. En enero de 1476 gana la cátedra de Prima de Gramática  y se dedica a escribir sus Introductiones latinae que, como he dicho, le dieron una enorme fama y bastantes disgustos. Se asienta en la ciudad, donde se casa con doña Isabel Montesino de Solís, con la que tuvo seis hijos.

Hacia 1485, el obispo de Ávila, fray Hernando de Talavera, expone a Nebrija el deseo de la reina Isabel la Católica de que realice una versión en español de las Introductiones para que las puedan leer las mujeres, y así lo hace. No hay que olvidar que el latín es la lingua franca de la época. Al tiempo, entra al servicio de D. Juan de Zúñiga, Maestre de la Orden de Alcántara y luego Cardenal Arzobispo de Sevilla. Al liberarse de la carga docente de Salamanca, puede dedicarse enteramente a su obra escrita y, en efecto, en estos años se multiplican sus publicaciones: Diccionario latino-español (1492), Gramática de la lengua castellana (1492), Vocabulario español-latino (ca. 1495), Muestra de Antigüedades (1499), Tabla de la diversidad de los días (1499).

Mientras tanto, el cardenal Cisneros había ido planeando la fundación de la Universidad de Alcalá y la magna obra de la  Biblia Políglota Complutense. Para ambas empresas cuenta con Nebrija, con quien mantiene una fructífera relación como documenta Marcel Bataillon en su memorable Erasmo y España. Alejandro VI otorga la bula que crea el Colegio de San Idelfonso, se pone la primera piedra de la Universidad en 1500 y Nebrija se integra en el equipo de la Biblia.

A la muerte del catedrático de Prima de la Universidad de Salamanca, el maestro Gomiel, se le pide que opte a esta cátedra. Lo hace, la gana, pero no se incorpora al nuevo destino. Sigue al servicio de D. Juan de Zúñiga, quien precisamente este mismo año fue nombrado Cardenal de Sevilla.

Prosigue el magno proyecto de la Biblia Políglota Complutense que ofrecería en columnas paralelas los textos en griego, latín, hebreo y caldeo. Es una de las grandes empresas de Cisneros y para acometerla, ha llamado, junto a Nebrija, a otras personalidades eminentes como Alfonso de Alcalá, Juan de Vergara y Pablo Coronel. Sin embargo, los trabajos de Nebrija en la Biblia Complutense no duraron mucho tiempo. Nuestro autor, con cerrado criterio filológico, quería revisar el texto latino de la Vulgata para la nueva edición; los teólogos de la comisión, en cambio, sostenían que no se debían revisar los textos, primando así la garantía de ortodoxia básica que ofrecía la obra de San Jerónimo, sobre la exactitud lingüística en la traducción de los originales. Cisneros se inclinó por la opinión de los teólogos y Nebrija abandonó.

En 1504 muere Don Juan de Zúñiga y Nebrija vuelve a ganar a la cátedra de Salamanca de la que toma posesión el 2 de mayo de 1505. Pero las controversias, la docencia y los años le van pesando y descuida sus clases en la Universidad. Esta declara vacante su cátedra el 19 de febrero de 1509 después de comprobar la ausencia del maestro durante más de cuatro meses. Nebrija es ya a la sazón una figura intelectual de primer orden y el rey provee a su sustento nombrándole cronista. No obstante, el 31 de agosto de 1509 oposita de nuevo, ahora a la cátedra de Retórica y, no habiéndosele presentado contrincante alguno, volvió a ser nombrado catedrático el 3 de octubre de 1509.

Aprovechar el centenario para rescatar esta obra desconocida de Nebrija es una necesidad

Pero los problemas en el ámbito académico salmantino continúan hasta 1513, cuando muere el maestro Tizón, catedrático de Prima de Gramática. Por las razones que sean, Nebrija vuelve a opositar a esta su antigua cátedra, aunque en esta ocasión con dos contrincantes: Herrera el Viejo y García del Castillo. Éste último, que era un recién graduado, obtiene el puesto por mayoría de votos.

Nebrija se enfada. Vuelve a Sevilla para regentar la cátedra de San Miguel, donde es recibido con grandes elogios de sus paisanos. De todos modos, regresa bien pronto de nuevo a Cisneros quien lo recibió con todos los honores según cuenta Pero Balbás: «El maestro Nebrija vino a Alcalá a la fama el año 1514 y se presentó al Cardenal, mi señor, diziendo que le venía a servir. El Cardenal, mi señor, holgó mucho de su venida, y se lo agradeció, siendo yo Retor, mandó que lo tratase muy bien, y le asentase de Cátedra sesenta mil maravedís y cien fanegas de pan, y que leyese lo que él quisiese, y si no quisiese leer, que no leyese; y que esto no lo mandaba dar porque trabajase, sino por pagarle lo que le debía España».

Sin embargo, como testimonia el propio Nebrija, Cisneros le da razones para seguir trabajando, exhortándole a que redacte el manual para la nueva cátedra de retórica,  «llevado, según creo, por el deseo de evitar, al unir elocuencia y sabiduría, que se diga que en la Universidad más preclara de España, dejas a aquélla deshonrada (…). Una introducción, dices, como aquélla que editaste sobre letras latinas [las Introductiones latinae] y circula entre todas las gentes de nombre latino para gran prestigio tuyo y de toda nuestra nación».

Nebrija compone la Selección Compendiada del Arte de la Retórica según Aristóteles, Cicerón y Quintiliano (1515).El colofón explica que lo que ha hecho es entregar a la imprenta de Arnao Guillén textos de estos autores y otros preceptistas.

Como he dicho en otras ocasiones, estamos ante la obra de Nebrija hoy más actual. Sus enseñanzas son válidas para abogados y políticos, ejecutivos y comerciales  en sus presentaciones de empresa, oradores sagrados, publicistas y el actual homo mediaticus en general. ¿Cómo es posible que la desconozca, sin embargo, casi la totalidad de cuantos vienen festejando hasta hoy el centenario?

Llegados a este punto, hay la posibilidad de afirmar que Nebrija no es autor de ningún manual de Retórica porque lo que ha hecho es tan solo seleccionar para clase los textos de Aristóteles, Cicerón y Quintiliano que consideraba más importantes. Yo aventuro, por el contrario, que la ordenación del material de las fuentes (apenas reelaboradas, es verdad) constituye el primer manual de Retórica en la España del siglo XVI y es espejo de la serie que llega desde la sabiduría clásica a la actualidad. Aprovechar el centenario para rescatar esta obra desconocida es una necesidad.

Claro que aprovechar el centenario para hablar de imperialismo por una frase de las Gramática Castellana, del feminismo por la traducción para Isabel la Católica de la Gramática Latina o de la Inquisición por el incidente en la traducción de la Biblia Políglota son cuestiones políticamente correctas, pero no son la verdad.

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