Iglesias amenaza a Sánchez con elecciones si Podemos no entra en el Poder Judicial
El exsecretario general del partido morado considera «determinante» el acuerdo sobre el órgano de gobierno de los jueces y advierte sobre pactos a escondidas con el PP
Pablo Iglesias cree que para el futuro del Gobierno será «determinante» la decisión sobre los nuevos nombramientos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). El exlíder de Podemos, que todavía mantiene un importante control de la organización morada, asume que Pedro Sánchez está cambiando de estrategia. Las alarmas se encendieron tras el congreso de Valencia en octubre, como desveló este diario. Y ahora toda la estrategia de los morados se centra en nombrar a sus magistrados de confianza en el órgano de gobierno de los jueces, so pena de avanzar hacia un adelanto electoral que, por lo menos, obligue a Yolanda Díaz a contar con los morados en su nueva plataforma.
Iglesias habla claro tras salir del Gobierno. Él mismo lo admite -casi con alivio- tanto en los actos públicos como en su día a día, según explican fuentes de su entorno en conversación con THE OBJECTIVE. Esto no significa que haya salido de la política nacional. Prueba de ello es que el pasado lunes decidió señalar la incógnita de un adelanto electoral, que ha querido ubicar en la agenda pública el pasado lunes, tan solo 48 horas después del acto de Valencia de Yolanda Díaz.
Los tiempos en política nunca son casuales. Menos para Iglesias, que ha escalado todos los peldaños del poder aplicando la máxima de que para ganar es esencial decidir el momento de la ofensiva y fijar el «marco» de la confrontación. En las elecciones generales de 2019, por ejemplo, Iglesias no decidió los tiempos (lo hizo ERC al tumbar los presupuestos de Sánchez), pero sí tenía claro cuál era su marco: la denuncia de una supuesta conjura policial contra su partido. En las autonómicas de 2021 en Madrid tampoco eligió los tiempos y fracasó en imponer su marco.
El CGPJ, una «obsesión» de Iglesias
Ahora, con los Presupuestos para 2022 cerca de su aprobación, en Podemos se abre una nueva etapa. Desde el pasado verano, los morados debaten los pros y los contras de una salida anticipada del Ejecutivo. Como desveló este diario, los dirigentes más prudentes quieren evitar enfadar a Sánchez. Pero el núcleo duro controlado por Irene Montero e Iglesias ha ordenado no tener miedo, como adelantó este periódico. Para ellos, Podemos mantiene un suelo electoral importante. Yolanda Díaz se puede sumar al proyecto morado, pero no puede ignorar a Podemos. El líder del PCE, Enrique Santiago, está alineado con esa tesis.
Es por ello que el pasado lunes, nada más celebrarse el acto de Valencia de las «otras políticas», Iglesias rompió la agenda política y puso -al mismo tiempo que Iván Redondo- sobre la mesa la cuestión del adelanto electoral. Desde el entorno más cercano a Iglesias comentan que el exlíder morado habla más como un «analista político» que como un dirigente, ahora que ha recuperado cierta libertad de opinión. Pero en el partido morado otros matizan esta tesis. Con Yolanda Díaz («una criatura de Pablo», según sus afines) se deben aclarar los equilibrios de la nueva plataforma y todo está todavía por escribir.
Así que vuelve a entrar en juego el factor tiempo. Podemos debe decidir cuál es su prioridad. Y todo apunta a que Iglesias ha ordenado centrarse en la cuestión judicial. En Podemos creen que finalmente se resolverá el embrollo de la reforma laboral y que por lo tanto la carta que tenían preparada para desgastar a Yolanda Díaz habrá que esconderla otra vez. En el tema de las pensiones, Ione Belarra intenta recuperar algo de visibilidad. Mientras, la cuestión judicial se convierte en troncal.
Iglesias se ha felicitado de momento por que los suyos hayan logrado entrar en organismos como el Tribunal de Cuentas y el Tribunal Constitucional. El objetivo máximo, sin embargo, sigue siendo el CGPJ. Es una verdadera «obsesión» de Iglesias, admiten en el partido morado. Otros añaden: «Si Pablo entró en el Gobierno es para esto«. De ahí que el pasado martes Iglesias lanzara públicamente su aviso a Sánchez.
Preocupación por el giro de Sánchez
Ante un centenar de personas que habían acudido a un acto en el instituto cultural de la Blanquerna de Madrid, controlado por la Generalitat, advirtió a Sánchez de que si se atreve a pactar a escondidas con el Partido Popular los nuevos nombramientos del CGPJ, será inevitablemente adelantar los comicios. Cuando Sánchez abrazó a Felipe González en el congreso socialista de Valencia estallaron las alarmas en Podemos. Ese abrazo fue para Iglesias la demostración de que Sánchez quiere invertir la línea que hace tres años lo llevó a la Moncloa de la mano de Podemos y los nacionalistas, en una operación que nació en la residencia de Jaume Roures un año antes y que tuvo a Iglesias de fontanero de la moción.
«Me preocupa. Si alguien estaba legitimado, incluso en lo personal, para cortar un cierto cordón umbilical y decir ‘vamos a hacer otra cosa’ es Pedro Sánchez«, dijo Iglesias en la Blanquerna, donde en dos intervenciones ha reiterado que la clave para el futuro de la legislatura se halla en los nombramientos del CGPJ. Para Iglesias, Sánchez puede fracasar si finalmente se decanta por intentar «reconciliarse» con todos los poderes fácticos que lo «defenestraron».
De ahí que Iglesias haya lanzado un aviso a navegantes cuando apuntó que el PSOE «sigue soñando con un Gobierno en solitario» en el que pueda llegar «a grandes acuerdos de Estado con la derecha, renovar pacíficamente el CGPJ, prometer al PP que les dejarán gobernar si no introducen a Vox en el Gobierno, no introducir a peligrosos rojos como Unidas Podemos y no depender de las grandes cuestiones de Estado de las fuerzas independentistas». «Si no renuncia a ese sueño nostálgico, no serán capaces de llegar a ningún puerto para el papel que los electores nos han dado«, ha sentenciado.
De Rosell al juez De Prada
Cabe recordar que la situación judicial tanto para Podemos como para Iglesias es muy delicada. El partido morado se halla imputado por malversación en el caso Neurona, en el que ya están investigados dirigentes de la primera plana y donde podría caer involucrado también Juan Carlos Monedero (ahora llamado a declarar en Ecuador por otros contratos de Neurona). Iglesias tiene por su parte que lidiar con el caso del móvil de Dina Bousselham, también todavía abierto a la espera del informe policial sobre la manipulación de la tarjeta SD del dispositivo.
Desde hace meses Podemos habla de golpe judicial contra ellos (el llamado lawfare), y el pasado martes Iglesias volvió a cargar contra los jueces por su «protagonismo político» logrado gracias al procés. De ello habla en sus intervenciones en medios de comunicación de América Latina y también en las tertulias en España. En la última de la Cadena SER apuntó a que «la derecha (en especial la judicial) usa todos los dispositivos institucionales a su alcance para hacer oposición ilegítimamente al Gobierno», tal y como también difundió en las redes sociales.
Recientemente, los morados han querido volver a poner sobra la mesa el nombre del juez De Prada para su cuota en el CGPJ. Se trata, en realidad, de un farol, puesto que los de Iglesias siempre han deseado nombrar a la juez Vicky Rosell, que goza de la máxima confianza del núcleo duro del partido. Volver a hablar de De Prada sirve para entrar en la negociación con un nombre a quien poder quemar para afianzar su verdadera apuesta. Pero la negativa incluso de La Moncloa de decantarse por Rosell ha despertado la preocupación de los morados.
Es por ello que Iglesias ha decidido activar el reloj para tener ventaja por si hace falta ejecutar una salida abrupta del Gobierno. En este caso, la excusa será que Podemos no puede tolerar más intromisiones y pactos al estilo del bipartidismo en la Justicia, con un movimiento muy arriesgado pero también útil para frenar el personalismo de Yolanda Díaz. Sin pacto con Podemos en el CGPJ todo puede saltar por los aires. Iglesias lo ha dejado claro el pasado martes en un acto que, dependiendo de los acontecimientos, podría convertirse en la declaración de la Blanquerna.