El PSOE baraja un 'supermayo' en 2023 para aprovechar «el tirón de los barones»

El plan sigue siendo el mismo: agotar la legislatura, e incluso estirarla hasta enero de 2024 para poder rentabilizar la presidencia rotatoria de la Unión Europea que ostentará nuestro país los últimos seis meses de 2023 hasta diciembre, para lo cual Pedro Sánchez rescataría un informe jurídico que solicitó Mariano Rajoy para posponer la celebración de elecciones un par de meses, a contar desde la fecha de investidura en lugar de la fecha de los comicios. Sin embargo, en los últimos meses hay sectores socialistas en torno a Moncloa y Ferraz que apuestan por ‘un plan B’: un ‘supermayo’ en 2023 para hacer coincidir las elecciones municipales y autonómicas con las elecciones generales. 

De momento, Gobierno y PSOE trabajan en la primera opción pero no se descarta la segunda, propuesta desde los estrategas habituales de Ferraz sobre la base de un argumento: el desgaste de la marca PSOE tras las elecciones de la Comunidad de Madrid el 4-M no ha recuperado todo el terreno perdido desde entonces y el «tirón de los barones territoriales es mucho mayor que el del Pedro Sánchez». Tanto el valenciano, Ximo Puig, como el extremeño, Guillermo Fernández Vara, y el aragonés, Javier Lambán, cuentan con pronósticos electorales más que halagüeños, amplificados por sus presidencias regionales, a diferencia de Pedro Sánchez que, si bien ha mejorado en los indicadores demoscópicos y vuelve a la primera posición de los sondeos propios socialistas, no lo hace con la fuerza necesaria para convertirse en una garantía. 

La «muerte» del sanchismo

Así explican que el presidente y secretario general del PSOE ejecutara en julio y octubre la remodelación del Gobierno y el partido recuperando el peso de las familias socialistas y las cuotas territoriales. «Había que hacer renuncias por si vinieran mal dadas en mayo de 2023», explican fuentes socialistas sobre las nuevas incorporaciones ministeriales y orgánicas que se han negociado con los territorios, partidarios y detractores.

Es la lógica de un nuevo Pedro Sánchez que ha enterrado el sanchismo para volver al socialismo y sólo así ha de entenderse el nombramiento de los «dos cambios verdaderamente importantes del Gobierno», más allá del «Gobierno de caras bonitas»: el de Óscar López y Antonio Hernando. La llegada del tándem «infalible» a Moncloa no es la historia de unos amigos que recuperan su amistad -que también-, sino la de tres colegas «que han hecho colmillo» tras haberse recuperado de mil caídas y sólo tienen un objetivo. «A Antonio y Óscar se les nombra con una misión: hacer que Pedro vuelva a ganar las elecciones en 2023». 

López y Hernando vs. Redondo

Y para ello, cualquier cambio de guion está admitido, incluso el de un adelanto electoral. Fuentes de Moncloa aseguran que «no está en la mesa del presidente» pero hay otros que admiten que «tenemos que estar abiertos a un escenario cambiante. Si las encuestas no mejoran, habrá que ser flexibles y actuar en consecuencia». No obstante, el escenario ya no es el de hace unos años, recién llegado Sánchez a La Moncloa, más proclive a los experimentos con gaseosa de su jefe de gabinete Iván Redondo, partidario del juego electoral permanente. Hernando y López son menos tácticos, más estratégicos, con la mirada en el largo plazo y la convicción de que ni el adelanto electoral en abril de 2019 ni la posterior repetición de noviembre salieron bien, al dejarse 700.000 votos y tres escaños en las urnas. 

Esto se traduce en que no puede haber ocurrencias ni calentones. El apriorismo inicial es el conservadurismo: a falta de movimientos demoscópicos drásticos y sostenidos, el escenario es el agotar la legislatura, aunque en la mesa demoscópica se miran con lupa cada variación y se miden y aplican diferentes cálculos matemáticos sobre los datos macro de las encuestas publicadas y del CIS. Un análisis quirúrgico, casi microscópico, que servirá para validar la tesis que se ha tornado en recomendación: si Sánchez aprovecha el tirón de los barones y convoca un supermayo en 2023, habría un efecto arrastre de las candidaturas de los barones autonómicos que se sitúan varios puntos por delante del PSOE nacional. 

A la espera de recuperación económica

Pero, sobre todo, Sánchez evitaría así que un eventual mal resultado en las municipales de 2023 anticipara (y amplificara) un mal resultado en las generales de seis meses, ampliando la ventaja del PP sobre el PSOE en el peor de los casos, o acortando su distancia en el mejor. A sumar, el componente de cambio de ciclo que este tipo de convocatorias municipales han tenido en los últimos años, como ocurrió en 2011 con la llegada al poder de Mariano Rajoy. La decisión no está tomada y también tiene detractores, que enarbolan dos cuestiones capitales, la recuperación económica y la necesidad de dar tiempo a Yolanda Díaz para que consolide su espacio a la izquierda del PSOE. 

Para ambas cuestiones, el factor tiempo juega a favor. Cuanto más tiempo pase, mayor será la percepción ciudadana de una recuperación económica aún débil, que cuestionan los organismos internacionales y que no se consolidará hasta el primer semestre de 2023. Un horizonte para el que Yolanda Díaz podría beneficiarse de una campaña gubernamental sobre la remontada económica, los datos del paro, el fin de los ERTE… Todo suma, a no ser que la crisis económica se cronifique y empiece a restar, según argumentan sus contrarios. A quienes se preguntan si Sánchez se podría quedar sin su «caramelo de la presidencia europea», les responden otros negando la «rentabilidad» de una presidencia que «jamás ha dado un sólo voto» y que «podría disfrutar antes de las elecciones o después, ya en una nueva legislatura…». El debate está abierto y la decisión tomada de agotar la legislatura empieza a estar en un proceso de revisión.