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La soledad de Irene Montero: sin fieles en el partido y aislada en el Gobierno

La lideresa de Podemos cuenta con menos escuderos y en el partido apuntan a que no controla parte de su equipo. Aun así, la pugna con Yolanda Díaz sigue

La soledad de Irene Montero: sin fieles en el partido y aislada en el Gobierno

La ministra de Igualdad y lideresa de Podemos, Irene Montero, está más sola que nunca. Fuentes de la formación morada revelan la situación de aislamiento que está experimentando la ministra, tanto en el partido como en el Ejecutivo. Muchos de sus antiguos escuderos han abandonado el barco morado, mientras que otros han sido apartados por ella. El resultado es que la dirigente aparece cansada y arrinconada. E incluso en el Gobierno su papel e influencia están cada vez más desdibujados.

Montero escaló rápidamente la pirámide del poder en Podemos. Entró poco antes del primer congreso de Vistalegre, como trabajadora en el equipo de redes sociales. Durante el binomio de Pablo Iglesias e Íñigo Errejón se decantó por el secretario general. Sufrió en lo profesional y personal el control de Errejón (en el partido morado recuerdan que el ex número dos solía criticar su trabajo y «despreciaba» sus enfoques). Hasta el ajuste de cuentas de 2017, durante el congreso de Vistalegre II. A partir de ahí se hizo con el control de la formación.

Desde 2017, con Irene Montero al mando, Podemos sufrió una purga tras otra. Los afectados la señalan como la autora intelectual de esas operaciones. Errejonistas y expablistas sostienen que la dirigente tuvo algo que ver con su defenestración. Aunque hasta la entrada en el Ejecutivo, Montero contó con un grupo de escuderos que la protegían. Muchos de ellos, sin embargo, ahora se han alejado o han sido apartados.

«Más sola que la una»

El resultado es que «Irene está más sola que la una», explica un miembro destacado del partido morado. La primera señal de alarma, recuerdan, fue el caso de Noelia Vera. La periodista gaditana que había sustituido a Iglesias y Monedero al mando de La tuerka («Noelia, sal tú y torea», le dijeron), y que después se había convertido en portavoz de Podemos, formaba parte del círculo de confianza de Montero.

Ascendió hasta la secretaria de Estado de Igualdad, pero prefirió dejar la política por razones personales. «Demasiado estrés», afirmaban algunas fuentes parlamentarias. Otros en Podemos hablaban de razones políticas y presiones que habían cansado a la dirigente: «No le han perdonado su mala gestión en Andalucía frente a Tere [Teresa Rodríguez]». «Intentaron que ella rivalizara contra Tere, pero Noelia no quería mancharse», añaden otros. Irene Montero la despidió entre lágrimas: «Ha necesitado parar para cuidarse», dijo.

Sea como fuera, la suya fue la primera de una larga lista de defecciones, en la que también aparece el nombre de Rafa Mayoral, uno de los intocables del grupo de dirigentes cercanos a Montero. Mayoral fue su guía durante los años en la PAH y después figura clave en Podemos. Formado en las juventudes comunistas como ella, Mayoral ejerció durante años como uno de los escuderos más firmes de Montero, pero él también se ha alejado de ella, o ha sido apartado (como ocurre a menudo, internamente se deslizan las dos teorías). Lo cierto es que prácticamente ha desaparecido de la primera línea.

La soledad de Montero se extiende incluso al ministerio. El caso muy sonado del cese de Amanda Meyer lo demuestra. La hija del dirigente de IU Willy Meyer entró a formar parte del Ministerio de Igualdad como jefa de gabinete poco después del nombramiento de Montero. La comunista andaluza, sin embargo, fue cesada poco después de la formación de las listas electorales en Andalucía, el pasado 7 de junio, tras el desembarco de Yolanda Díaz en la región.

¿Un paripé?

Aunque existen sectores -incluso en el PCE- que apuntan a un paripé de Montero y Meyer para ocultar el vínculo todavía existente con los comunistas, varias fuentes en Podemos sostienen todo lo contrario. «La ministra ya no controla ni a los suyos», mantienen.

«La salida de Meyer fue pactada solo en la forma, para evitar ruido, pero ocurre porque Amanda es del PCE y, por lo tanto de IU, e IU ahora está con Yolanda«, explican las fuentes consultadas. Como publicó este diario, Meyer no es la única que ha entrado en la diana de la ministra. Otras dos colaboradoras de su equipo, Toni Morillas y Clara Alonso, están en la cuerda floja. Todo por el coqueteo con Yolanda Díaz, con quien Irene Montero lleva muchos meses de desavenencia. Concretamente, desde el comienzo de la legislatura.

Fortaleza y debilidad

«Irene tenía una habilidad única en la política: reconocía rápidamente la debilidad de un adversario, y lo explotaba», afirma un dirigente de Podemos que trabajó codo con codo con la ministra. El problema aflora cuando la lógica de la «lealtad» se interpone a la estrategia, reflexiona.

La política madrileña siempre ha tenido dificultad en alcanzar pactos con personas hacia las que perdía la confianza. El propio Pablo Iglesias recuerda en su libro lo importante que es para ella la lealtad. La dimensión humana siempre prevalece. Y con ella el choque directo contra todo tipo de crítico. En el actual grupo parlamentario de Unidas Podemos también hay diputados que han perdido su confianza. «No me extraña [su soledad], ha tratado mal a todo el mundo», acusa un ex alto cargo del partido.

Ese impulso también dificulta las relaciones con otros ministros del Gobierno. Se comenta la cercanía con Ione Belarra, pero no todos en Unidas Podemos ponen la mano en el fuego por esa amistad. «Quien manda en Podemos es Irene. Ione intentó cuando se la nombró secretaria general crear algo parecido a un liderazgo, pero en seguida le dieron un toque de atención«, afirman desde Izquierda Unida. Es más conocida la animadversión hacia Alberto Garzón y, por supuesto, Yolanda Díaz.

Incluso los más críticos, no obstante, hacen un ejercicio de equidad para hablar del choque con la gallega: «Yolanda no es lo que parece. Es una negociadora dura e inteligente, una dirigente igual de determinada que Iglesias. Lo que cambia son las formas. Pero en IU la recuerdan bien, la llaman sangrienta«. Se refieren a su etapa en Galicia. Pero también a algunas polémicas traiciones a excompañeros y partidos aliados, como desveló este diario. «Que pregunten a Xosé Manuel Beiras y al BNG», detallan. En la antigua Roma otorgaron ese epíteto a Nerón.

Un círculo muy reducido

Juan Carlos Monedero, uno de los dirigentes de Podemos que sigue en el cuartel morado, fue precisamente quien avisó de que Yolanda Díaz no era de fiar. Empezó recordando que «no es de Podemos, sino del PCE», para acabar señalándola como una heredera de Manuela Carmena. Es decir, una política interesada en crear un proyecto personal que dinamite Podemos. Con Monedero, uno de los pocos dirigentes fieles que quedan es Juanma Del Olmo, exjefe de estrategia del partido durante la época de Iglesias. El portavoz Pablo Echenique también forma parte de este grupo de afines, aunque la relación con Montero también ha sufrido altibajos.

El aislamiento de Montero es más pronunciado si se pregunta a la parte socialista del Gobierno. Varios ministros están convencidos de que la dirigente de Podemos «resta» a la imagen del Ejecutivo. Algunos se lo han comentado en más de una ocasión a Pedro Sánchez. Los equilibrios parlamentarios, sin embargo, obligan al PSOE a entenderse con los morados.

Pero el papel de la ministra de Igualdad está desdibujado. Después de la salida de Carmen Calvo, y coincidiendo con la vicepresidencia de Yolanda Díaz, el peso de Irene Montero va a menos. Prueba de ello fue la actitud de la portavoz Isabel Rodríguez en la rueda de prensa del pasado lunes, cuando a Montero no se le ha permitido responder a varias preguntas sobre la situación de los inmigrantes en Melilla. Y todo eso en el día de presentación de la Ley trans, tal vez el principal éxito de su mandato como ministra.

La debilidad de Irene Montero se traslada, además, a niveles intermedios del partido. Como ha informado este diario, cuadros activos en el territorio creen que la cúpula morada está renunciando a dar la batalla interna para imponerse a Yolanda Díaz. Y que, en realidad, solo mueven ficha para salvar su presencia en las listas electorales.

La sensación de abandono va in crescendo, a la vez que Irene Montero aparece como aislada y debilitada. Ella que hace tan solo cuatro años soñaba con dar el relevo de Pablo Iglesias. Y que se preparaba para eso. Ahora se encara el momento más difícil de su carrera: hacer frente a la implosión de Podemos, rodeada cada vez de menos fieles y con los enemigos que se multiplican dentro y fuera de su partido. Aun así, resistencia y empuje no le faltan. Su historia lo demuestra.

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