Los sindicatos presionan a Díaz con el SMI para relanzar su papel en los convenios colectivos
La ministra de Trabajo negocia con el sector económico socialista un aumento del SMI en la horquilla de 1.049 a 1.060 euros a partir del próximo año
Los sindicatos están presionando a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, para que aumente el salario mínimo interprofesional (SMI) para relanzar así su papel en la negociación de los convenios colectivos. Las centrales sindicales CCOO y UGT ven la oportunidad de ganar dinero y protagonismo gracias al aumento del SMI que la ministra está ahora negociando con un grupo de expertos. Díaz dio dos meses a sus colaboradores y a otros técnicos ministeriales para cerrar la propuesta definitiva. Fuentes conocedores de los pormenores del acuerdo apuntan a un debate interno sobre la cuantía que el Ejecutivo de Pedro Sánchez está dispuesto a aceptar.
Desde el frente sindical explican que de momento se está negociando entre subir el SMI hasta los 1.049 euros o a los 1.060 euros. Díaz es favorable, de acuerdo con las centrales sindicales, en ampliar lo más posible ese diferencial. Aunque desde el ministerio de Nadia Calviño y el área económica de la Moncloa son más proclives a asumir el tramo más bajo. Tanto a nivel sindical como gubernamental admiten que lo más probable es que el acuerdo se cierre alrededor de los 1.049 euros, lo que permitiría a Díaz hablar de un incremento a lo largo de la legislatura hasta el 60% del salario medio, uno de los puntos del acuerdo programático de la coalición.
El problema para Díaz, como adelantó en varias exclusivas este diario, es que el incremento de la inflación ha anulado el aumento salarial logrado durante la legislatura. La inflación está subiendo en el último año alrededor del 10%. Esto empobrece a los trabajadores, afectando su poder adquisitivo. Pero sobre todo anula el incremento de 100 euros logrado en lo que va de legislatura. La anterior ministra de Trabajo, la socialista Magdalena Valerio, logró que el SMI llegara hasta los 900 euros, antes de que Podemos entrara en el Ejecutivo.
Peso político y dinero
Díaz también experimenta cierta desconfianza hacia la patronal. En las conversaciones internas de su equipo y de los de Podemos se escucha con frecuencia la idea de que la CEOE estaría girando hacia el Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo. Según estos sectores políticos, Antonio Garamendi estaría actuando ya como «aliado» más del PP que del Ejecutivo, e intentan así convencer a Sánchez de imponer sus condiciones a los empresarios.
Por el otro lado del tablero se hallan los sindicatos. Las centrales sindicales quieren volver a tener protagonismo en el sistema económico, y han identificado en el aumento del SMI una oportunidad para activar algo parecido a un efecto dominó. Esto pasa por reactivar los convenios colectivos si el Gobierno aumenta el salario mínimo. Con esa política los liberados sindicales podrían volver a negociar varios convenios para pedir una mejora salarial a sus asistidos. Este canal, al igual que el de la formación, es uno de los elementos que más peso político y fondos aporta a los sindicatos.
Cuando, por ejemplo, el Ejecutivo subió el SMI hasta los 1.000 euros, los sindicatos dijeron que había que renegociar unos 20 grandes convenios sectoriales nacionales. Entonces hablaron de unos dos millones de trabajadores afectados. Todos los acuerdos y convenios obligan por ley a que los trabajadores tengan representantes sindicales. Y ese en esa dinámica en la que las centrales vuelven a cobrar protagonismo y también fondos para dichas negociaciones. Por ello han puesto a la ministra de Trabajo como condición negociar hasta el final el aumento del SMI.
Según las fuentes consultadas, Díaz estaría dispuesta a aceptar la propuesta de Calviño (no subir el SMI más allá de los 1.049 euros). Quedan muchos trabajos técnicos por cerrar, pero es sabido que desde Economía siempre han mirado con cierta preocupación aumentos descontrolados de los salarios. Otros partidos, como Más País, han pedido actuar cuanto antes con dichos aumentos para paliar los efectos de la inflación, pero Calviño sabe que esta es la peor receta si se quiere frenar la espiral de los precios.
Un juego de «trilera»
El juego de Díaz es para algunos de «trilera». Estas fuentes, entre ellas también sindicales, afirman que Díaz ha llegado a la negociación con la apuesta más alta posible, aunque está dispuesta a aceptar una vía intermedia. Su fuerza en el Ejecutivo ha ido a menos en estos últimos meses, reconocen las fuentes consultadas. De ahí que, si por un lado Díaz necesita anuncios importantes de cara al cierre de la legislatura para lanzar su figura política, tampoco puede imponer nada a Sánchez.
Con el nuevo lema del «gobierno de la gente», Sánchez asume que hace falta ofrecer a la población la sensación de que el Ejecutivo está trabajando duro para frenar la crisis. Los datos económicos revelan cierta «desaceleración», tal y como admiten sectores socialistas consultados por este gobierno.
Pero el núcleo duro del presidente cree que la economía española está aguantando bien, y que los ciudadanos finalmente votarán en función de si resiste el sector productivo. A pesar de la caída de agosto, el Gobierno sostiene que los datos de empleo son buenos, al igual que los de las inversiones y hasta de ejecución de los fondos europeos (si bien admite que los procedimientos son mejorables).
Sánchez presume también de algunos éxitos en política internacional. La presencia del presidente en el consejo de ministros alemán del martes ha generado optimismo: «El sistema de la excepción ibérica en los precios de la energía está funcionando bien; la Unión Europea empieza a moverse con el techo al gas y la relación con Sánchez y Alemania es muy buena. Alemania lo va a pasar muy mal este invierno y España tiene un papel central. Cuando Merkel visitó a España durante la presidencia de Rajoy se habló mucho de ello, pues ahora Sánchez no para de hablar y verse con el canciller», explican desde el PSOE.
Los socialistas aseguran que de aquí al cierre de la legislatura darán la batalla por tierra, mar y aire al PP, a quien empiezan a ver dando «bandazos». También sostienen que Díaz no tendrá más remedio que asumir los vínculos de la agenda política de Sánchez. Uno de ello será el salario mínimo, que aunque aumente hasta los 1.049 euros tendrá el respaldo de la responsable de Trabajo. Prueba de ello es que Díaz habló en un principio de aumentar el SMI cuanto antes. Pero ahora ya ha aceptado que se hará a partir del próximo año.