Vox ordena no atacar a Macarena Olona para evitar su «victimismo» contra Santiago Abascal
El partido no quiere dar alas a su ex líder en Andalucía, y repite que «no hay espacio político ni ideológico» para otro proyecto en la derecha
Macarena Olona ha sacado toda su artillería contra Vox. La abogada del Estado en excedencia presentó su plataforma contra la «ideología de género» el pasado viernes, un aperitivo de lo que puede ser su futurible partido político, con el que se disputaría un espacio femenino en la derecha, y desde entonces se ha prodigado en los medios de comunicación atacando a los de Santiago Abascal. Pero la pulla más incisiva llegó este pasado lunes, cuando insinuó que su ex partido podría ser ilegalizado por «falta de democracia interna» en el marco de una campaña del Gobierno de España y la Fiscalía General del Estado.
Estos ataques, es cierto, no son sino una defensa de la ex líder de Vox en Andalucía, que recibió comentarios públicos y vejatorios de un asesor de Ignacio Garriga en el Parlament de Cataluña. Este, sirviéndose de su anonimato en Twitter –donde se lo conoce como @espanacamarada– publicó un audio en el que se tildaba de «hija de puta» a Olona. Esta también denuncia que sufrió filtraciones que tenían como objetivo señalarla tras el pinchazo en las elecciones andaluzas, y acusa a ex compañeros de partido de haber puesto en duda sus problemas de salud -hipotiroidismo-.
Según ha podido saber THE OBJECTIVE por fuentes cercanas a Bambú, sede nacional del partido, la orden de Vox en lo sucesivo es abandonar el frente de batalla, por cuanto sólo contribuiría a abonar el «victimismo» de su ex diputada, y también porque consideran que sólo ella puede salir beneficiada de un enfrentamiento directo. Pero desde el entorno de Olona subrayan que lo que subyace en esta decisión es miedo a lo que esta pueda revelar: «Saben que si ella tira de la manta están acabados».
La presidenta de la nueva Fundación Igualdad Iberoamericana explicó este lunes en El Programa de Ana Rosa que «hay riesgo de que se ponga en marcha el proceso de ilegalización de Vox». Un procedimiento que estaría encabezado por el Gobierno o la Fiscalía «por razones políticas», pero que podría ser apoyado por «voces» críticas vinculadas a la formación, de las que ella dice desmarcarse… Siempre y cuando cesen sus ataques contra ella. «Mi voz es la que puede causar auténtico daño», advirtió.
Su amenaza recibió una rápida contestación por parte del portavoz del Grupo parlamentario Vox, Iván Espinosa de los Monteros, que acusó a Macarena Olona de estar al servicio del «duopolio político y televisivo» y de buscar «la manera de frenar» al partido. También denunció una campaña contra su partido «con encuestas falsas, con artículos falsos, ocultando todo lo que decimos y hacemos, y procurando siempre buscar discrepancias internas donde no las hay». «También analizando cómo ilegalizarnos», apuntó en referencia a la alta funcionaria y al artículo 6 de la Constitución. Pero hasta aquí, por el momento. Los prebostes del partido han ordenado que cese una guerra que nos remonta meses atrás.
Historia de la guerra
Recapitulemos. La salida de Macarena Olona se produjo en condiciones sospechosas que fueron aclaradas por este medio. La abogada del Estado en excedencia era una de las figuras más destacadas de Vox dentro del Congreso de los Diputados, donde había ganado mucho protagonismo en los tres últimos años como azote del Gobierno (en especial del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska). Tenía proyección nacional, lo que incomodaba a algunos compañeros. Pero hubo de ceder ante las presiones de la dirección nacional para presentarse como candidata a las elecciones andaluzas del pasado 19 de junio. Convencida, eso sí, de que podría volver a Madrid si la incursión no salía como deseaban desde Bambú, aunque no fue así.
Tras la negativa de la cúpula a su vuelta a la capital, impulsada por Javier Ortega Smith y Jorge Buxadé, Olona decidió abandonar la política alegando problemas de salud, que existían pero no parecían incapacitares: hipotiroidismo. Así se demostró un mes después, cuando reapareció para emprender el Camino de Santiago, y ahí ya deslizó sus intenciones cuando expresó su deseo de volver a «sudar la camiseta pública». Insistió en volver a la primera línea de los de Santiago Abascal hasta que Iván Espinosa de los Monteros anunció a finales de septiembre «el fin del camino».
Desde entonces, los rumores sobre una hipotética vuelta a la política no han hecho más que crecer, auspiciados por la actitud de la propia Olona, que ha buscado mantener (y acrecentar) su perfil mediático con una gira por distintas universidades de España, y ahora con la presentación de su Fundación Igualdad Iberoamericana, con la que volverá al Congreso de los Diputados si logra recabar 500.000 firmas. Entonces llevará a la Cámara Baja una iniciativa legislativa popular de protección integral de los españoles frente a la «criminal ideología de género».
Vox trató de minimizar las críticas internas, venidas a más tras la salida de Olona, con el cese de Javier Ortega Smith como secretario general y de Tomás Fernández como vicesecretario de organización. Y, en cierto modo, las ha contenido, pero ahora le ha surgido un enemigo externo en el peor momento posible: a medio año de las decisivas elecciones autonómicas y municipales. Ante esta tesitura, la orden a los miembros del partido es la de no entrar más a la confrontación incorporar al argumentario que «no hay espacio político ni ideológico» para otro partido en la derecha.