THE OBJECTIVE
El buzón secreto

Maletines para solucionar problemas de inmigración en España

El trabajo de los espías es absolutamente imprescindible para destapar mafias y comprar voluntades, como demuestra el caso español

Maletines para solucionar problemas de inmigración en España

El exministro de Interior de Senegal, Ousmane Ngom, y el exdirector del CNI, Alberto Saiz, firman un pacto antiinmigración entre los dos países en 2006. | AFP

Periódicamente, sin aparente justificación, surgen en España los problemas con la inmigración ilegal. Estoy pensando en este momento en esa que procedente de África llega a nuestras costas, con miles de personas buscando lugares donde sobrevivir con dignidad o huir de asesinos sin escrúpulos. Ahora dicen que Marruecos impide más las llegadas y es Argelia la que ha abierto las puertas, como venganza por lo que consideran desaires del presidente Sánchez. 

A veces, no me atrevo a afirmar que con frecuencia, las soluciones a los problemas internacionales tienen una parte oscura, que se desarrolla en las alcantarillas del poder del país donde tienen lugar los hechos que nos afectan. Son soluciones buscadas, impulsadas, muchas veces hasta propuestas, por el servicio de inteligencia, que por su configuración puede ir más allá de la diplomacia, moverse en terrenos embarrados que traspasan la línea de la legalidad.

En 2004, tras la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero, se produjeron unas riadas incontrolables de inmigrantes subsaharianos que llegaban a España  en cayucos y pateras, transportados por manos detestables de peligrosas mafias. El problema se desbordó y tuvieron que montar un dispositivo especial para poner coto. La vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, dirigió una operación con el protagonismo obvio del Ministerio de Asuntos Exteriores, que necesitó el respaldo imprescindible del servicio secreto, con su director, Alberto Saiz, a la cabeza.

Senegal fue uno de sus principales objetivos. Una gran parte de las embarcaciones ilegales con emigrantes sin papeles procedían de sus costas, en las que las mafias actuaban con total impunidad gracias a que tenían comprados a los funcionarios que debían impedirles actuar. 

Había que convencer a las autoridades senegalesas de que colaboraran, lo que requería estimularles ofreciéndoles algo a cambio. Los diplomáticos de Exteriores les prometieron ayudas para el desarrollo del país e incluso medios militares españoles, que ayudaran a las tropas locales, para llevar a cabo la vigilancia necesaria para evitar la salida de cayucos con destino a España.

«Por su configuración, los servicios de inteligencia pueden ir más allá de la diplomacia y moverse en terrenos que traspasan la línea de la legalidad»

Todas esas medidas de cooperación establecidas en 2006 fueron exitosas. La imagen pública fue la firma del primer pacto de colaboración en temas de seguridad entre los dos países, rubricado por parte senegalesa por su ministro del Interior, Osman Ngom, y por parte española por el director del CNI, Alberto Saiz. La presencia del Secretario de Estado español no fue una casualidad, ni viajó al país para perder el tiempo en una firma protocolaria que podía haber ejecutado el colega que le acompañaba, el director general de la Guardia Civil,  Joan Mesquida.

Antes de llegar al momento de la firma, el jefe de los espías había mantenido una discreta reunión, a la que había acudido acompañado por un maletín procedente de los fondos reservados del CNI. En ese acto se abrieron los candados simbólicos para que en Senegal aceptaran la colaboración española. Y fue Alberto Saiz el que llevó a cabo personalmente esa diplomacia plasmada posteriormente en una foto.

Esta operación de lucha contra el tráfico de personas que transportaba en condiciones inhumanas a emigrantes, nunca se habría podido llevar a cabo si previamente tres agentes del CNI desplegados en Senegal no hubieran ejecutado una exitosa investigación. Un trabajo en condiciones complicadas en país ajeno que les costó más de un serio disgusto. Llevaron a cabo su trabajo con una calidad tal que destaparon las claves del tráfico de personas y señalaron a los responsables de las mafias y sus conexiones con las autoridades locales.

Un trabajo impresionante cuyos resultados no tardaron en descubrir los jefes mafiosos perjudicados por el acuerdo entre los gobiernos de Senegal y España. Uno de los espías fue amenazado de muerte y su vida corrió un peligro real. Aprovechó la estancia del director para recordarle cuál era la situación que vivía como represalia por sus investigaciones. Pocas semanas después, fue trasladado. Los otros dos agentes allí destinados tuvieron que esperar hasta finales de año para escapar de aquella tormenta desbordada que también amenazaba con ahogarlos a ellos.

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