Una 'vendetta' familiar en el CGPJ propició la renovación del Tribunal Constitucional
El voto de un vocal afín al PNV, hermano de un magistrado rechazado por los progresistas, desbarata el plan de Moncloa y deja en el aire la presidencia del TC
Pleno del CGPJ.
Enrique Lucas y Vicente Guilarte son dos de los vocales más independientes del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Y a ellos se debe, en gran parte, la rápida sucesión de acontecimientos que permitió desbloquear esta semana la renovación del Tribunal Constitucional (TC) con el apoyo unánime a los magistrados César Tolosa y María Luisa Segoviano. La buena relación entre ambos, su distanciamiento de los sectores enfrentados del órgano de gobierno de los jueces y el «trato poco elegante» que los vocales progresistas habían dado al hermano de Lucas una semana antes, según fuentes del CGPJ consultadas por THE OBJECTIVE, resultaron decisivos para poner fin a la crisis institucional.
El papel de Lucas y Guilarte provocó un giro en los acontecimientos y desbarató el plan de Pedro Sánchez para el TC. Obligó al sector progresista del CGPJ a renunciar a la elección de su candidato predilecto, José Manuel Bandrés, y a votar de forma unánime a Tolosa y Segoviano en el pleno del pasado martes. Oficialmente afirmaron hacerlo por «sentido institucional». Sin embargo, el cambio de postura de los siete vocales del PSOE también estuvo motivado porque Lucas, tras mantener varias conversaciones con Guilarte, estaba ya convencido de dar su apoyo a Tolosa y Segoviano.
Con el voto de Lucas, vocal del CGPJ a propuesta del PNV, los magistrados propuestos por el sector conservador se garantizaban los once ‘síes’ necesarios para ser elegidos. Por el contrario, Bandrés se quedaba sin opciones de ser elegido a pesar de ser el favorito de los progresistas. Después de varios meses culpando a los vocales conservadores por el bloqueo en la renovación del TC, Moncloa y los progresistas se vieron forzados a cambiar el relato y apelaron al «sentido institucional» para camuflar su derrota.
El giro del CGPJ
Una semana antes, en el Pleno del 20 de diciembre, los progresistas habían rechazado apoyar la candidatura de su hermano, el magistrado del Tribunal Supremo Pablo Lucas. A pesar de ser un juez cercano al PSOE (dirigió la tesis doctoral de Carmen Calvo), el sector progresista del CGPJ rechazó dar su apoyo a la candidatura de Lucas en la votación del pasado 20 de diciembre. Los siete votaron en bloque por José Manuel Bandrés. Se negaban a votar a otro candidato distinto, aunque fuese también progresista, como era el caso de Pablo Lucas.
«Pablo Lucas no es santo de la devoción de Cándido Conde-Pumpido, favorito a presidir el TC. Por eso se habían enrocado con Bandrés desde hace meses», explican fuentes del CGPJ. Pablo Lucas y César Tolosa obtuvieron el ‘sí’ de los diez conservadores, se quedaron a un voto de salir elegidos. El vocal Enrique Lucas se abstuvo por ser su hermano uno de los candidatos.
Por el contrario, sí participó en la votación la vocal Clara Martínez de Careaga, esposa de Conde-Pumpido, a pesar de que cinco vocales conservadores habían pedido que se apartase. Entendían que Careaga no podía participar «en el nombramiento de la persona que puede decidir que su marido sea nombrado, o no, presidente del Tribunal Constitucional y quinta autoridad del Estado».
El papel de Guilarte
Al no alcanzar ninguno de los aspirantes los once votos necesarios para ser elegidos como magistrados del TC, el sector conservador pidió convocar un nuevo pleno extraordinario. Esta vez propusieron a Tolosa y a María Luisa Segoviano como candidatos. De nuevo, la propuesta de los vocales elegidos por el PP incluía a un candidato conservador y otro progresista. Ahí entró en juego el vocal Vicente Guilarte. Su papel sería clave para convencer a Lucas, cuyo voto resultaría decisivo.
Elegido por petición expresa del expresidente Mariano Rajoy, Guilarte nunca formó parte del grupo de ocho vocales conservadores a los que el Gobierno acusaba de bloquear la renovación del TC. «Siempre ha ido por libre a pesar de que lo nombró el PP», afirman fuentes jurídicas. Por iniciativa propia, y gracias a su buena relación personal, Guilarte convenció a Lucas de la conveniencia de apoyar a Tolosa y Segoviano para superar la crisis institucional. Con su voto a favor, y tras meses de enfrentamiento entre progresistas y conservadores, se aseguraban los once votos necesarios para renovar las dos plazas del TC que le correspondía nombrar al CGPJ.
Giro en el relato progresista
Los vocales del sector conservador llegaron al Pleno del pasado martes convencidos de que sus dos candidatos propuestos esta vez, Tolosa y Segoviano, contaban con los once votos necesarios para ser elegidos como magistrados del TC. Las sensaciones que Guilarte les había transmitido en los días previos es que Enrique Lucas parecía tener decidido su voto en sentido favorable.
Bandrés, por el contrario, se quedaba sin opciones. A diferencia de lo ocurrido la semana anterior, los progresistas cedieron. «En el momento de la votación, los vocales Mar Cabrejas, Álvaro Cuesta, Clara Martínez de Careaga, Pilar Sepúlveda y Concepción Sáez han manifestado que renunciaban al candidato que habían propuesto, el magistrado de la Sala Tercera del Tribunal Supremo José Manuel Bandrés, ‘por sentido institucional’», informó el CGPJ en un comunicado.
Acto seguido, desde Moncloa se hizo un esfuerzo por hacer público el agradecimiento del Gobierno a los vocales progresistas por su sentido institucional. Desde el sector conservador del CGPJ creen que la decisión de votar por unanimidad a Tolosa y Segoviano, renunciando al nombramiento de Bandrés, responde a un cambio de discurso coordinado entre el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, y el grupo de vocales progresistas liderado por Álvaro Cuesta. Un intento por mostrar fortaleza frente a una derrota que, ahora, deja en manos de María Luisa Segoviano el voto que decidirá si finalmente Conde-Pumpido es elegido como presidente del TC.
