Tailandia, paraíso y capital del crimen: los otros 'casos Daniel Sancho' cometidos por europeos
La lista de asesinatos cometidos por extranjeros es extensa. ¿Por qué eligen Tailandia?
La detención por asesinato de un ciudadano extranjero en Tailandia, como el cometido por Daniel Sancho, que confesó hace unos días haber matado y descuartizo a Edwin Arrieta, con quien mantenía una relación desde hacía al menos un año, no es la primera vez que copa las portadas de los medios internacionales. La lista de crímenes protagonizados no solo por otros españoles, sino también por europeos, es extensa en el reino tailandés. Desde dos alemanes que asesinaron, desmembraron y guardaron en un congelador a otro compatriota en un hotel de Pattaya, uno de los destinos más populares; a un ciudadano inglés que acabó con la vida de una trabajadora sexual de Bangkok y después la tiró en una maleta al río Mae Klong.
En el caso de los españoles, no obstante, el número de detenidos y posteriormente condenados por cometer un asesinato en el país del Sudeste Asiático podría alcanzar la cifra de tres en menos de una década. Antes de Daniel Sancho, los crímenes de Artur Segarra, conocido como El descuartizador de Bangkok, y de Carlos Alcañiz, bautizado como El elegido, ambos catalanes, conmocionaron dentro y fuera de nuestras fronteras. Ahora, además, los tres comparten cárcel, la de Lard Yao, en la capital, después de que el juez dictase este lunes prisión provisional para el hijo de Rodolfo Sancho hasta la celebración del juicio.
En 2016, el empresario Artur Segarra Segarra secuestró a un consultor, David Bernat, y lo torturó durante casi una semana para que le hiciese transferencias bancarias a sus cuentas. Finalmente, acabó con él estrangulándolo. Después de asesinarlo, también lo descuartizó. Pese a que España lo reclamaba por ser el cabecilla de una trama criminal de estafas a ancianos, fue juzgado y condenado a pena de muerte en Tailandia. En 2021, sin embargo, el rey tailandés Maha Vajiralongkorn conmutó la pena por cadena perpetua.
Cuatro años más tarde, en plena pandemia, otro crimen conmocionó a los ciudadanos tailandeses. Carlos Alcañiz, oriundo de Terrasa y con antecedentes penales por atropellar y matar a un anciano, acabo a puñaladas con la vida de un ciudadano chileno, René Patricio Guzmán, con quien compartía amistad desde hacía unos años. Alcañiz se había mudado recientemente a Tailandia, donde participaba en un proyecto humanitario y se formaba en artes marciales.
¿Por qué Tailandia?
Lo sorprendente de estos casos es que alguien planee asesinar en un país como Tailandia, donde el Código penal es especialmente duro con este delito, que puede ser castigado con la pena de muerte. La cuestión es sencilla, ¿qué ocurre en el país asiático para que tantas extranjeros acaben cometiendo crímenes allí?
Pese a que el Gobierno tailandés se ha esforzado en los últimos años en trasladar al resto del planeta que el país es principalmente un destino paradisiaco y familiar, en el que prima la tranquilidad y la aguas turquesas al sur de la península, lo cierto es que Tailandia oculta sombras, una realidad paralela en la que se entrelaza el turismo sexual, el tráfico de drogas y la corrupción policial, según han revelado reportajes publicados en los últimos años por distintos periódicos internacionales.
La prostitución está prohibida por ley en el país pese a que es uno de sus máximos atractivos. Del mismo modo, ninguna discoteca o establecimiento de ocio pueden abrir pasadas las doce de la noche, pero casi todas lo hacen. Lo mismo ocurre con los controles de drogas o de alcohol. Nadie lo cumple. Algo de lo que la policía tailandesa ha sabido sacar provecho con mordidas. Un sistema previo «soborno pactado» para que los negocios puedan operar «sin quebrantar la ley» y que, al mismo tiempo, ha despertado el interés de los extranjeros para iniciar negocios de dudosa legalidad en el país asiático. Y tal vez, como demuestran los datos, para cometer otros delitos…
En un congelador de Bangkok
Sin ir más lejos, hace menos de un mes, la policía tailandesa arrestó a dos alemanes por el secuestro y asesinato de otro compatriota, después de que las autoridades encontrasen su cuerpo en el congelador de una casa en Nong Prue, en la región de Pattaya, al sur de Tailandia, uno de los destinos turísticos más importantes del país. Ambos, un hombre y una mujer, habrían acabado con su compatriota tras robarle una gran cantidad de dinero de sus cuentas bancarias, según publica Associated Press, citando a fuentes de la investigación.
En 2014, un ciudadano británico, Shane Kenneth Looker, asesinó a Laxami Manochat, de 31 años, una trabajadora sexual de Bangkok. Después la descuartizó y la tiró al rio Mae Klong en una maleta. Looker fue condenado ocho años después, en 2022. Tras cometer el crimen huyó y en 2017 fue detenido por la Guardia Civil en España. Al parecer, el criminal era propietario de un establecimiento de ocio de Ibiza. Años antes, Andrew Gill, de 32 años, de origen inglés, también violó y asesinó a una turista británica, Kirsty Jones, en la ciudad norteña de Chiang Mai.
En una playa de Koh Tao
El 15 de septiembre de 2015 una pareja inglesa fue hallada muerta en el interior de su habitación, en un hotel en Koh Tao, al sur de Tailandia. La mujer fue violada antes de morir a golpes y el hombre recibió otro en la cabeza antes de ser ahogado en la orilla de la playa. En 2020, la Justicia tailandesa condenó a dos inmigrantes birmanos que trabajaban en el establecimiento hotelero por cometer el crimen. Ellos siempre mantuvieron su inocencia. La acusación se basó en las pruebas de ADN de unas colillas de cigarrillos que había a 20 metros de los cuerpos.
Un caso mediático en el que también se acusó a la policía tailandesa de haber torturado a los acusados para confesar el crimen. Distintas teorías centraron el foco en que, en realidad, el crimen había sido cometido por un amigo escocés de las víctimas, que huyó de Tailandia a los pocos días tras ser supuestamente amenazado por alguien de la zona, según publico Time.