THE OBJECTIVE
Vidas cruzadas

Paulina Beato: «España tiene que mejorar sus mecanismos de ascenso social»

Hablamos con la economista del Estado y primera presidenta de Red Eléctrica sobre su trayectoria vital y profesional

Paulina Beato es doctora en Economía por la Universidad de Minnesota, Catedrática de Análisis Económico y Técnico Comercial y Economista del Estado. A lo largo de su carrera profesional ha ocupado puestos de responsabilidad ejecutiva en el sector público, en el sector privado y en instituciones multilaterales. Fue Presidenta Ejecutiva de Red Eléctrica de España, Economista principal en Banco Interamericano de Desarrollo, Consejera de Campsa, Banesto, Solfocus, Repsol y TSB Banking Group. También ha sido Asesora del Fondo Monetario Internacional, de la OCDE, de la UE, y de la Secretaria General Iberoamericana (SEGIB).

P. – Me interesaría que nos contaras dónde naciste y en qué ambiente te criaste.

R. – Nací en Córdoba, en una familia numerosa de siete hermanas. Mi padre tenía mucho interés en que estudiáramos una carrera universitaria, y mi madre ninguno. Creo que ganó mi padre, aunque no todas estudiaron carrera universitaria. Yo elegí Económicas porque me gustaban mucho las matemáticas, pero no quería ser ingeniera, y porque quería venirme a Madrid. Si estudiaba cualquier otra carrera que me gustase como Química o Física, me tenía que ir a Sevilla. Y Económicas, como no había nada más que en Madrid, me abría una nueva perspectiva y creo que fue la decisión que me llevó a venir.

P. – ¿Qué número eras de las hermanas?

R. – Soy exactamente la de en medio, y es una suerte porque las tres mayores cuidaban a las pequeñas, que eran las mimadas y yo era un verso suelto en el medio e hice un poco lo que me dio la gana. Reconozco que mi vida fue más libre en relación a la vida de mis hermanas.

P. – ¿Por qué tu padre tenía interés en que estudiarais?

R. –Mi padre no era de Córdoba, sino de Salamanca, de familia de intelectuales. Mi abuelo y el tío de mi abuelo fueron catedráticos de la Universidad de Salamanca y fue una familia muy unida al estudio. La familia de mi madre era una familia de Córdoba más tradicional, que pensaba que si las mujeres se dedicaban a estudiar se iban a casar muy mal.

P. – ¿Habías estado antes en Madrid?

R. – Sí, tenía amigas porque durante toda mi infancia, veraneaba en Ledesma, un pueblo a 30 kilómetros de Salamanca, de donde era mi padre, y allí iba mucha gente de Madrid. Estos amigos de Madrid me invitaban a pasar dos o tres días a la vuelta. Me parecía que era una ciudad mucho más abierta y más divertida que lo que era Córdoba.

P. –  ¿Y cómo fue tu llegada a Madrid, donde vivías?

R. –  Vivía en el Colegio Mayor Poveda, y aquello abre mucho la mente. Las habitaciones no eran individuales, eran de tres, y todos los días había conciertos, conferencias. Por ejemplo, Cristóbal Halffter venía a explicarnos lo que era una sinfonía; Aranguren venía explicando lo último que había escrito..

P. – ¿Tuviste profesores inspiradores en la universidad?

R, – Sí,tuve a Ángel Rojo, que fue gobernador del Banco de España. Me dio matrícula y me dijo: «El año que viene vienes a un seminario que voy a organizar». Al año siguiente fui a aquel curso y ahí conocí a mucha gente que estaba mucho más implicada en política y mucho más implicada en economía. Y ahí fue donde más me impliqué en economía y en política.

P. – ¿Dónde te pilla la muerte de Franco?

R. – La muerte de Franco, y la de Carrero Blanco, me pillaron en Estados Unidos.

P. – ¿Cómo terminas haciendo el doctorado en Estados Unidos?

R. –  Cuando acabo la carrera me caso con mi marido. Él ya era Economista del Estado y decidimos irnos a Estados Unidos. Entonces empezamos a buscar becas y a pedir admisiones porque el proceso es bastante lento, como ya sabes, y nos admitieron a los dos en Minnesota. Primero tienes que hacer dos años de cursos. En el primero estudias conceptos estándares, por así decirlo, como son macroeconomía, microeconomía o economía matemática.. Luego tienes que hacer otro año de especialidad y cuando has hecho los dos, eliges el tema y director de tesis. El primer año tuve a tres profesores a los que dieron un premio Nobel. Y el segundo año hice un curso de economía matemática y en él estudiamos un tema sobre economías no convexas e hizo que me decantara a hacer la tesis sobre ello. Poco antes de empezar la tesis, me quedé embarazada y compaginé todo mientras esperaba a mi hija.

Foto: Carmen Suárez

P. – ¿El hecho de estar embarazada en un momento profesionalmente estresante contribuyó a forjar tus ideas sobre la igualdad?

R. – No, la idea de igualdad la tenía desde pequeña. La sociedad de Córdoba en aquel tiempo no valoraba profesional ni personalmente a las mujeres. Es cierto que Minneapolis y Madrid ampliaron esos horizontes, pero la igualdad profesional y personal entre hombres y mujeres la tuve presente desde pequeña.

P. – Das a luz y defiendes tu tesis. ¿Qué ocurre después?

R. – Regreso a España. Pensaba quedarme un par de años enseñando en alguna universidad americana, pero mi marido tenía que venir porque él tenía permiso de estudios como Economista del Estado. Mi primera intención era entrar a la universidad, pero había dificultades, así que mientras tanto preparé y aprobé la oposición de Economista del Estado. Y por suerte, muy poco después, sacaron las oposiciones de cátedra: presenté y también aprobé.

P. – ¿Cómo valoras los procesos de acceso a los cuerpos de élite de la Administración?

R. – Para lograr cualquier puesto en los cuerpos de élite tienes que estudiar, y eso ya es una selección. Yo he trabajado mucho fuera de España y realmente el nivel de formación de los técnicos es mucho más bajo que el nuestro, porque los escogen a dedo. Pero opino que tendría que haber más práctica y más conocimiento del siglo XXI.

P. – Entras en el INI, que era el Instituto Nacional de Industria. ¿A qué se dedicaba?

R. – Era idéntico al SEPI actual: un conjunto de empresas públicas, algunas que habían venido como consecuencia del fracaso de una empresa privada que no querían dejar morir y la compraba el sector público. Y otras como consecuencia de una necesidad de implantar una industria en un país que no estaba en el mundo. Hablamos del año 1980.

P. – Dos años después, el PSOE gana las elecciones generales. ¿Tienes buena opinión de la Transición?

R. – A mí me pareció muy bien la transición democrática. En aquellos tiempos yo discutía bastante con amigos míos de izquierdas sobre si la Transición era suficiente o no. A mí me lo pareció. Lo que hizo Adolfo Suárez fue espectacular. Pero de nuevo, el que se diera un paso más y España fuera capaz de tener un gobierno de izquierdas me pareció una cosa impresionante. Era un signo de normalidad democrática.

P. – ¿Cuando te conviertes en presidenta de Red Eléctrica?

R. – A mí me mandan estar en una comisión, cuyo objetivo era identificar, cuantificar y salvar el sector eléctrico y crear la empresa de transporte de energía eléctrica. Esto estaba en el programa socialista. En un momento determinado me propusieron ser presidenta de Red Eléctrica. Yo dije que no al principio, porque no sabía y me daba pereza. Pero me insistieron, y la verdad que ha sido de las mejores cosas que he hecho.

P. – El sector eléctrico en aquella época eran todo hombres.

R. – Nunca he tenido sensación ni de que me trataran mal, ni de que yo fuera agresiva. Había tanto problema que a nadie se le ocurrió cuestionar que yo fuera mujer.

P. – ¿En qué momento gira tu trayectoria hacia la cooperación internacional?

R. – Fue por casualidad. Estando en Red Eléctrica me llamaron para ser consejera de Banesto; pedí permiso para ir de consejera y me lo dieron. Aprendí mucho, pero Banesto acabó como acabó. Solicité entrar en el Fondo Monetario Internacional, y como tenía un currículum razonable, me cogieron.

P. – ¿A qué te dedicabas en el FMI?

R. – Fundamentalmente escribí un par de artículos sobre regulación bancaria y tipo de cambio, regulación bancaria y capital. Después pasé al Banco Interamericano de Desarrollo done volví otra vez a mis orígenes. Ahí trabajé en agua, en electricidad, en infraestructuras y carreteras.

P. – Entiendo que viajarías mucho a Latinoamérica. Desde tu experiencia, ¿qué se ha hecho mal allí?

R. – Creo que prácticamente estuve en todos los países de Iberoamérica. Quiero mucho a América Latina y tengo una relación muy especial con ella. Pero los países de América Latina son muy distintos entre sí, pero en todo caso tienen muchas potencialidades. Por ejemplo, prácticamente todos los países tienen unos bancos centrales que son iguales o mejores que los europeos, y han sabido controlar las crisis.

P. – ¿Qué tareas pendientes crees que tiene la izquierda en términos de oportunidades y de derechos como sociedad?

R. – Yo tengo dos principios. El primero es que nosotros estamos viviendo una sociedad cada vez más envejecida y lo único que podemos hacer en este caso es que trabajen hombres y la mujeres, porque es la única manera de mantener las pensiones. Y para ello necesitamos dar las mismas oportunidades a todas las clases sociales. Y esa tarea la hemos mejorado en España en algunos aspectos, pero España tiene que mejorar sus mecanismos de ascenso social.

P. – ¿Qué podríamos hacer para para engrasar ese ascensor social?

R. – Habría que mejorar y dar más movilidad a la enseñanza universitaria y a la formación profesional, porque hay mucha gente que no quiere estudiar, pero tiene que tener una formación para ejercer una profesión. Bien impartida, bien estructurada y que sirva. También deberíamos centrarnos en aumentar la productividad, porque ya sabemos que la productividad por la proporción de personas que trabaja es la renta per cápita. La renta per cápita, hoy por hoy, es el mejor indicador de la renta de la sociedad. Y por último, tenemos un reto tremendo, que nos va a costar mucho dinero, que es el del cambio climático.

P. – ¿Es un tema que te preocupa especialmente?

R. – Sí, porque me dedico a la energía, con lo cual, me preocupa hacer la transición energética y que ésta sea racional. Yo estoy muy a favor de las energías renovables, pero tenemos que hacer más, porque con la energía renovable no lo solucionamos todo, ya que son intermitentes y hay días que no están. Necesitamos cubrir esa brecha.

P. – ¿Ves posible un futuro donde la energía sea muy barata?

R. – Hoy por hoy la energía procedente del sol y del aire es relativamente barata. Pero con ella no tenemos suficiente. El hidrógeno verde que lo complementa es carísimo, pero con el tiempo se abaratará.

P. – Cerramos con la pregunta habitual, ¿a quién te gustaría que invitáramos a Vidas cruzadas?

R. – Me gustaría que invitarais a Elena Barraquer.

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