THE OBJECTIVE
El purgatorio

Jaime de los Santos (PP): «Lo de las batallas culturales me da un poco de miedo»

El diputado popular por Madrid analiza en ‘El purgatorio’ la labor del ministerio de Iceta y la batalla cultural

Jaime de los Santos (Madrid, 1978) viene a pecho descubierto. Al estilo del escote masculino llevado por Bernard-Henri Lévy o Carlos Herrera, enseñando pelo en pecho. Como si no tuviera miedo a esconder nada, y hablando con él se entiende bien. Es un hombre del partido que no parece del partido. «Mi padre me dice que soy de izquierdas», confiesa. De los Santos, hombre cultivado y amante del arte, empezó en la política directamente en el Partido Popular casi por casualidad.

Aunque reconoce que la primera vez que votó lo hizo por Aznar. Especialmente por la promesa del mandatario popular a que el servicio militar obligatorio, o sea, la mili, se acabara. «Nunca le estaré suficientemente agradecido al presidente». El diputado por Madrid, se sienta en El purgatorio para que conozcamos su visión sobre la situación de la cultura en España, el colectivo LGTB y la posición de Vox o las lecturas que recomienda a los líderes políticos: «A Sánchez le diría que lea, porque si lee es que ha escogido muy mal los títulos».

PREGUNTA.- Siempre se le acusa a la derecha de que no crea cultura, de que deja a la izquierda mandar en eso…

RESPUESTA.- Porque la cultura está por encima de ideas. Siendo como es una generadora de ideas, lo que tiene que hacer la política es crear espacios para que quienes hacen cultura puedan desarrollar su profesión de forma libre.

P.- Entonces, ¿no compra lo de la batalla cultural? Esto que dicen de «hay que batallar culturalmente contra los postulados de izquierdas».

R.- Es que la batalla cultural y el hecho cultural es absolutamente diferente. La batalla cultural es esa obligación que en muchas ocasiones tenemos en los partidos políticos de defender una serie de ideas que en la mayoría de los casos van a construir un país. Y el hecho cultural es lo que los artistas, los creadores y las creadoras de este mismo país consolidan y convierten en pilares fundamentales de una sociedad.

Y luego a mí lo de las batallas culturales me da un poco miedo, en principio, porque creo que todo lo que empieza por la palabra ‘batalla’ deberíamos de tomárnoslo con un poco más de distancia. Lo que no quita que se tengan que rehuir de los temas que pueden llevar a conflicto. Hay cuestiones que ahora mismo están sobre la mesa y que no tenemos en ningún caso que obviar, porque son importantes y porque son las que marcan la vida de los ciudadanos. 

P.- Aquí han venido personas como Marcos de Quinto que presentaban asociaciones para dar esa batalla cultural. Y defendía, por ejemplo, que haya cómicos de derechas o actores que se pronuncien de derechas. Y hay una parte de la derecha de este país que lo intenta buscar. 

P.- ¿Sabes qué pasa? Que cuando tú tienes una enfermedad buscas al mejor cirujano y hasta donde yo sé, nunca le preguntas a quién vota. Yo cuando voy a un teatro lo que espero es que el bailarín, el coreógrafo, el actor, la actriz, el director, lo que me ofrezcan sea un buen proyecto artístico, más allá de a quién voten o cuáles sean sus ideas. Tenemos esa costumbre, no digo en la derecha, digo en algunos espacios de la sociedad española de pretender inmiscuirnos en la cabeza de los creadores, cuando ya los creadores son por sí mismos de una generosidad tan evidente que ponen su vida al servicio de los demás como los políticos. Siempre digo que cultura y política tienen un mismo fin, que es cambiar las cosas.

P.- Pero nos extraña más el que un actor diga que vota al PP antes que un actor diga que es votante del PSOE. Aquí estuvo Loles León y lo dijo. ¿Por qué pasa eso en España? 

R.- Bueno, pues probablemente porque hay un porcentaje mayor de creadores de artistas que son de izquierdas. 

P.- ¿Pero y eso, por qué?

R.- Probablemente porque en el hecho artístico hay una manera de entender el mundo que tiene que ver con la permanente batalla -empezamos hablando de la batalla cultural-, y con una búsqueda permanente, muchas veces utópica, que pretende huir de lo que para algunos entendemos como bases más tradicionales, conservadoras. E insisto, a mí lo que me interesa es ver como Antonio López se sienta en la Puerta del Sol y pinta a la Real Casa de Correos con esa pericia, con esa mano y, sobre todo, con ese hálito que solamente tienen unos cuantos.

P.- Decía de dar la batalla, de rebelarse, pero ahora dicen que lo rebelde es ser de derechas, que el movimiento punki se ha vuelto más de derechas que de izquierdas.

R.- Lo moderno es ser cada uno lo que quiera. Lo que desde luego es cierto es que la extrema izquierda lo que está haciendo con alguno de sus postulados, en esta realidad casi pendular, es llevar algunas cuestiones tan al extremo que lo que están generando es la respuesta contraria. Además, en muchos casos, lo que hacen es robar algo tan importante como la libertad. A mí me gustaría ver a personas como Irene Montero enfrentándose en tiempo real a programas como La bola de cristal.

Qué diría de lo que la maravillosa Lolo Rico fue capaz de condensar en un programa que, al menos a mí, me marcó y que sigo en muchas ocasiones viendo en diferentes cortes que aparecen en programas de televisión o incluso en la maravillosa videoteca de Televisión Española. Qué diría Irene Montero de un programa que hablaba de cuestiones sexuales o de incluso realidades que entenderíamos como políticamente incorrectas y que, repito, forma parte de la identidad de muchas generaciones de españoles y españolas.

P.- ¿Es Jaime de los Santos políticamente incorrecto en algo?

R.- Yo intento ser todo lo más correcto que puedo, pero la incorrección creo que forma parte de mi identidad. 

P.- Estando en El purgatorio, Jaime, siempre preguntamos por su relación con Dios. Tengo entendido que la suya es muy buena, desde siempre.

R.- Desde siempre y además con todo. Me creo a Dios. Y me creo al buey, a la mula, a los ángeles, y otra cosa es que evidentemente, en muchas cuestiones, discrepe con algunos de los preceptos de la Iglesia, que no con la Iglesia, porque la Iglesia somos todos. Lo digo para quienes, de forma muy poco generosa, cuando critican a la Iglesia se olvidan de que precisamente si algo es la Iglesia es todos los que la componemos. 

P.- ¿Qué opinión le merece el Papa Francisco? Sabe bien que es a veces muy elogiado por determinada parte de la izquierda y, por el lado contrario, es criticado por parte de la derecha.

R.- Yo agradezco que el Papa Francisco haya conseguido que algunos personajes de la izquierda radical de la que te hablaba hace un momento hayan conseguido respetar al máximo representante de una religión que además es multitudinaria. En cuanto a la figura del Papa Francisco, de antemano, respeto absoluto a la cabeza visible de la Iglesia Católica y, por supuesto, reconocimiento a toda la labor que está haciendo al frente de una institución que sigue siendo ejemplar. Aun siendo conscientes de los errores que ha podido cometer y que sigue cometiendo, porque también está compuesta por hombres.

P.- Le noto muy libre a la hora de expresarse y a la hora de estar en según qué sitios y de ir a programas y de entrevistas. De hecho, le pregunté si tenía que hablar con alguien de comunicación del Partido Popular, y me dijo: «No, voy a ir por libre». ¿Usted va por libre?

R.- Tengo, digamos, la autorización por parte de los responsables de medios de comunicación de ir por libre, de poder hacer entrevistas con medios serios como es este.

«La cultura de la cancelación es la mejor manera de acabar con la cultura»

P.- ¿Pero por qué usted es más libre que la media? 

R.- No sé si soy más libre que la media. Lo que yo creo es que cuando compran al personaje saben a qué se dedica. Y cuando el presidente Alberto Núñez Feijóo confía en mí para la Secretaría Nacional de Cultura y luego para meterme en las listas por la circunscripción de Madrid, sabe que yo firmo un artículo semanal en El Confidencial, estoy en Espejo Público y también con Jaime Cantizano todos los domingos en Onda Cero. Es decir, que a priori, en los medios de comunicación tengo presencia. 

P.- ¿Cómo se conjuga esa tensión que hay en los partidos, entiendo, entre la disciplina y la libertad? Porque tiene que haber algo de disciplina en los partidos con una serie de ideas, una serie de principios, una serie de marcajes y la libertad de cada diputado, de cada persona dentro del partido. ¿Esto cómo lo vive?

R.- La disciplina, cuando eres un buen político, te la autoimpones. Es decir, si formas parte de un partido es porque en la mayoría de los casos compartes unas ideas. Y luego, precisamente porque un partido tiene que ser amplio, poliédrico, en esas miradas libres, es como enriqueces la idea general. Quiero decir, en partidos como una familia, o al menos como mi familia, en la que todos nos queremos mucho, nos respetamos maravillosamente bien. Partimos del mismo tronco. 

P.- También hay tradiciones y mala gente.

P.- En la mía mala gente no. Partimos del mismo trono que nos hace tener unos planteamientos vitales muy similares. Pero luego mis hermanas, que tengo cuatro, yo, mis padres, mis sobrinos, tenemos maneras de enfrentarnos a según qué temas de maneras muy diferentes. Pasa lo mismo en un partido además tan amplio como el Partido Popular, en el que tienen cabida ideas más conservadoras, más en muchos casos que podrían representar a una sociedad que hoy parece que es más minoritaria y miles de personas con ideas mucho más avanzadas. A mí me gusta recordar siempre, porque si no, yo no formaría parte del Partido Popular, que es un partido de centroderecha. Y en la idea del centroderecha caben tantas posibilidades como cada uno de los hombres y mujeres que lo componemos. 

Jaime de los Santos, mirada intensa, posa en la sede de THE OBJECTIVE. | Victor Ubiña

P.- El escaño de Jaime de los Santos en el Congreso de Diputados, ¿de quién es? ¿Es del diputado? ¿Es del partido? 

R.- Es de los madrileños y de las madrileñas. Y esto sé que es muy políticamente correcto, pero realmente lo creo. Yo creo mucho en lo que la democracia representa y también en lo que quiere decir. Y yo estoy en el Congreso de los Diputados, porque un montón de hombres y mujeres libres en Madrid han decidido que así sea. Porque con sus votos han hecho que por la circunscripción de Madrid, por el Partido Popular, seamos 16 los representantes. Por eso digo que realmente es escaño, es de ellos y de ellas. Porque eso es lo que dice el hecho mollar de lo que la democracia representa. Y luego es sin duda, de Jaime de los Santos y del Partido Popular, en igualdad de condiciones.

P.- ¿Estaría a favor de lo de las listas abiertas?

R.- Estoy a favor de que en determinadas cuestiones en el Congreso se dé libertad de voto. Eso sí es importante. Todo lo que tenga que ver con cuestiones morales, no tengo ninguna duda a ese respecto, por encima incluso de lo que se fija. Porque, ojo, los partidos no fijan sus ideas de forma unilateral, se hacen congresos y de forma consensuada. Pero más allá de ese consenso que en tanto cuanto lo han votado, la mayoría se convierte en la idea general, deben de estar mucho más extendidas las opciones en las que, frente a determinadas cuestiones que sean consecuencia del voto de un proyecto de ley, se pueda ser libre para en conciencia, poder, con tu voto, apoyar una u otra idea. 

P.- ¿Cuándo se dio cuenta de que era de centroderecha? 

R.- Pues te voy a decir la verdad, creo que siempre. Siempre me ha gustado la política y es verdad que la primera vez que tuve derecho a sufragio, cuando acababa de cumplir los 18 años, voté al Partido Popular. También es cierto que porque José María Aznar en ese momento llevaba el que la mili dejara de ser obligatoria. Me aterrorizaba el hecho de que me tocara ir a la mili y estaba en el planteamiento de qué me iba a inventar.

A mí aquello me pareció fascinante. Yo estaba mirando cuánto asma tenía, cuántas carreras podía estudiar, pero Aznar me libró. Nunca le estaré suficientemente agradecido y desde ahí ya me enganché. Y en casa, además, tengo una madre más de derechas que de centroderecha y un padre más de centroizquierda que lo que es la vida ha virado a hoy considerarme, y a veces me lo verbaliza: «Si es que eres un tipo de izquierdas». 

P.- Es Jaime de los Santos un hombre de cultura, de muchas culturas. ¿Tiene sentido la existencia del Ministerio de Cultura de España? 

P.- Sin duda. Es más, cuando Alberto Núñez Feijóo, en la presentación del programa electoral, habló de un Ministerio sólo de Cultura, creo que por fin le daba a esta realidad la entidad que se merece. 

P.- Reformulo la pregunta. ¿Tiene sentido la existencia de este Ministerio de Cultura en España?

R.- Bueno, lo que no tiene sentido es que haya un ministro como el señor Iceta, que en sede parlamentaria ha dicho que a él le sacan de Canaletto y no sabe nada de cultura contemporánea. No, eso no tiene ningún sentido. No tiene ningún sentido que el Ministerio de Cultura y Deportes no haya sido capaz de aprobar en una legislatura suficientemente larga una ley del deporte. Ley que hoy hubiera posibilitado que el señor Rubiales estuviera fuera de su cargo.

No tiene sentido tener un ministro de Cultura al que, al menos yo no he visto nunca, sentado en una butaca de un espectáculo teatral, frente a un concierto, aplaudiendo, en la danza. Este Ministerio de Cultura no tiene ningún sentido y mucho menos que con el presupuesto de esta cartera se hayan intentado pagar deudas con partidos independentistas. Y qué es lo que parece ser que ha hecho el señor Iceta en los últimos años.

«Me parece terrible cuando medios de comunicación progresistas me ponen como el gay del PP»

P.- ¿Tiene sentido que el ministro de Cultura y Deporte no tenga una carrera acabada? ¿O usted en eso no le critica tanto?

R.- Yo le pediría a un ministro de Cultura que tuviera lo primero antes que una carrera acabada, la sensibilidad suficiente para entender el hecho cultural. ¿Por qué digo esto? Porque de cultura, como de fútbol, todo el mundo sabe y cualquiera se siente capacitado para, en la mayoría de los casos, criticar la cultura contemporánea. Esto ha pasado siempre. Pero también le pasa a Caravaggio. Quiero decir, como él era el contemporáneo, cuando los carmelitas le encargan la transición de la Virgen.

Y al ver a esa mujer, absolutamente tirada sobre una cama y que había copiado de un cadáver de una mujer prostituida que se había ahogado en el río Tíber, fue vilipendiado. De hecho, ahí empieza en parte su final tan trágico. Pero un ministro de Cultura tiene que tener sensibilidad, tiene que tener ganas y si me apuras, pues hombre, yo preferiría que tuviese una carrera superior del mundo de las ciencias humanísticas.

P.- No tiene mucha sensibilidad, el ministro Iceta, según usted.

R.- Y me parece que es un ministro absolutamente nefasto y lo ha demostrado con su gestión. No ha sido capaz siquiera de implementar el Estatuto del Artista, que todos, de forma consensuada, habíamos pactado en el Congreso. 

P.- ¿Pero ha habido algún gobierno en España que se haya tomado muy en serio la cultura?

R.- A mí no me cuesta ni lo más mínimo decir que Carmen Alborch fue una gran ministra de Cultura, que Cesar Antonio Molina, y empiezo por dos socialistas, hizo una labor extraordinaria al frente del Ministerio, cada uno con características muy singulares. Y por supuesto, Pilar del Castillo también fue una gran ministra y te diría más, y aquí quizá te sorprenda, pero al presidente Rajoy le debemos cuestiones como las ampliaciones del Museo del Prado, el traslado del Guernica desde el Casón del Buen Retiro al Museo Reina Sofía y otros hitos que para el mundo de la cultura son importantes y que parece que no han existido. 

P.- ¿Hay mucho paleto en la política?

R.- Desgraciadamente, más de lo que a mí me gustaría.  A los que yo recomendaría para empezar unas cuantas lecturas y, sobre todo, que pasaran por el Museo del Prado una vez al trimestre. 

P.- ¿A un artista se le debe juzgar por su vida personal?

R.- ¿A un artista vivo o a un artista muerto?

P.- ¿En qué se diferencia?

R.- Pues porque si ahora vamos a pretender tirar por tierra la obra de Picasso porque fuera un machista insoportable y según las mujeres que le acompañaron, las diera una vida muy complicada, estaremos haciendo un terrible daño a la cultura de uno de los hombres que más han representado un cambio de paradigma de la cultura en el siglo XX. Si vamos a hablar de Buñuel sólo porque fuera un homófobo, y esto lo dice él mismo en su autobiografía, cuando a Lorca le atacaba llamándole maricón, nos equivocaremos no reconociendo que es uno de los mejores cineastas de todos los tiempos.

Respecto a los artistas contemporáneos, ojo, si en su vida privada están cometiendo cualquier falta -uno que sea o esté fuera de la legalidad o que sea desde un punto de vista evidente algo reprobable-, claro que hay que juzgarlos. Y aun así, si su producción es sobresaliente, yo trataría de defender su contribución al mundo de la cultura, a la vez que atacaría de forma absoluta la que ha sido esa forma de llevar su vida errónea.

P.- Le iba a preguntar sobre el tema de la cultura de la cancelación. Cancelar a personas vivas o muertas por hechos que han dicho o que han hecho, a veces no tanto reprobables por la ley, sino incluso por comentarios o por actitudes en un momento determinado. Y nos perdemos o quieren hacernos perder toda la obra de un artista aun sabiendo que hay auténticos hijos de puta que escribían genial, o que pintaban de lujo o que cantan muy bien. 

R.- Sobre todo, si hablamos del pasado, cuidado con los contextos. En la Universidad de Milán, tras el estallido de la guerra en Ucrania, se pretendió cancelar todo un ciclo que había dedicado a Dostoyevski. Me parece un drama enorme. Pero es que la cultura de la cancelación es la mejor manera de acabar con la cultura. Es decir, Woody Allen es un gran director de cine. Sí, y no hay más que hablar. Y ahora, si quieres que empecemos a discernir sobre las denuncias que una serie de personas le han interpuesto, tengo también muy clara mi opinión.

Pero es que creo que tenemos que ser capaces de diferenciar que si lo que estas personas dicen es cierto, sin duda es un ser deplorable. También es verdad que no ha habido sentencias firmes en contra. Lo que no podemos hacer es adelantarnos a la justicia y cargarnos no solamente carreras que serían necesarias para entender el mundo, sino también vidas. Y esto quizá, quizás sea la mayor de las utopías. Se resolvería si la justicia fuera un poco más ágil, porque siempre hay veces que cuando llegan las sentencias. 

Jaime de los Santos, sonriente, durante la entrevista. | Victor Ubiña

P.- Cultura y censura, ¿pueden ir en algún momento dado juntas? 

R.- Jamás. Por eso me preocupa tanto que, desde determinados espacios de la izquierda radical, de lo que se hable sea precisamente de la censura. Es muy peligroso. Es muy peligroso censurar canciones, es muy peligroso censurar creadores, por más alejados que estén en sus preceptos de lo que tú representas o de lo que tú defiendes. La cultura tiene sus propios canales y es casi siempre el espectador el que va a darle vida o sencillamente va a atajarle en todo su proyecto vital. Mucho cuidado. 

P.- También se han denunciado casos en gobiernos de ayuntamientos del PP y Vox.

R.- Y a mí me parece gravísimo que, en un municipio, el Orlando de Virginia Woolf, se pueda bajar de un escenario. Virginia Woolf, Dios mío, estoy seguro de que quien lo canceló no han leído ese texto, que es maravilloso, porque si lo hubieran leído…  Porque seguro que si lo hubieran leído, nunca lo hubieran descatalogado de una programación. Vuelvo a lo de antes, si leyéramos más, yo el primero, este mundo sería un lugar mucho mejor. 

P.- Jaime de los Santos también es de centroderecha y homosexual. Y digo esto porque a algunos todavía les sigue sorprendiendo eso. 

R.- Bueno, a mí me parece terrible cuando en ocasiones, incluso entrevistas en medios de comunicación progresistas…

P.- [Interrumpiendo] Le ponen como el gay del PP.

R.- Esto es. Pues sí, oiga que sí que soy gay y del PP, pero soy eso y muchas más cosas. Y que esto de ser gay no lo elegí. Y lo del PP sí, como poco, ya son dos realidades que juegan en conjuntos, como cuando éramos pequeños, diferentes. Esto puede pasar porque yo he decidido que pase. No es antagónico, como en ocasiones se pretende.

Yo me enfadé mucho cuando en campaña Yolanda Díaz decía que a ella le parecía casi una aberración que un homosexual, que un ciudadano del colectivo LGTBI, pudiera votar al PP. Es una aberración que alguien pretenda imponerme una ideología por querer o por acostarme con quien considere, porque eso también es importante. Lo de ser gay no solamente está vinculado al hecho del amor, que parece que lo hemos romantizado, que también es para acostarse con la gente sin más. Está muy bien.

Pero parece que, con esto de la permanente justificación, siempre hemos dicho no, es que se trata de amar a un igual. Es para amar o no amar, o pasar el rato. O incluso para el celibato. Tú puedes ser muy gay, bueno gay… No sé si se puede ser mucho o poco…

P.- [Riendo] Esto ya es otro debate, si se puede ser muy gay.

R.- Esto lo tengo que pensar. Yo creo que soy muy gay, vaya por delante.  Y te lo desarrollo ahora, pero se puede ser muy gay y célibe. Y en este caso, ¿por qué muy gay? Hostia, toda la vida.

P.- ¿Nunca ha tenido dudas de fe?

R.- Ni dudas, ni contacto con mujeres. Contacto íntimo. He tenido contactos íntimos con mujeres, incluso más en profundidad que con hombres, pero porque yo creo que lo íntimo está de cintura para arriba. La intimidad para mí va de cintura para arriba, no de cintura para abajo.

P.- Se puede llegar a conectar más con alguien de cintura para arriba. 

R.- Sin duda. Y por eso esto es una contradicción en sí mismo. Y a veces me ha generado algún que otro problema. He conectado mucho mejor con las mujeres que con los hombres. Claro, luego llega la realidad y es que lo que me gustan son los tíos.  ¿Solución? Grandes amigas.

P.- ¿Pero los tíos son más aburridos en general?

R.- No, no, porque yo sería el primero. No, no: es una cuestión de energía o de costumbre. Cuatro hermanas, una madre, abuela, tías, primas, sobrinas. 

P.- ¿No me irá a comprar Jaime de los Santos aquello que dijo Yolanda Díaz: «No hay nada más aburrido que una reunión de heterosexuales»?

R.- No hay nada más aburrido que planchar. Eso lo digo por Yolanda Díaz. Así, en general, me parece mucho más aburrido que una reunión con heterosexuales.

«Es una aberración que alguien pretenda imponerme una ideología por mi orientación sexual»

P.- ¿Jaime de los Santos se siente parte del colectivo LGTBI? Y se lo pregunto porque he escuchado a otros homosexuales decir: «Yo no formo parte de ningún colectivo». 

R.- Yo formo parte de muchísimos colectivos: de los españoles, europeos, madrileños, historiadores del arte, gays. Hay muchos colectivos a los que yo pertenezco. 

P.- Sabe que hay gente que odia que le colectivicen.

R.- A mí esto del neoindividualismo me parece una postura que es casi siempre forzada. Porque si rascas un poco, repito, ¿quién no forma parte de un colectivo? Dicho esto, quien pretenda reivindicar eso, yo no solamente lo defiendo, sino que se lo aplaudo, porque quizás sea más libre en muchos casos que yo. Pero yo claro que me siento parte de un colectivo. De un colectivo que además no es que surja por generación espontánea, no, no, es que durante siglos ha sido arrinconado por el simple hecho de querer o desear a alguien de su mismo sexo, sin elegirlo. Para mí esto es muy importante.

Y cuando durante siglos a alguien se le ha arrinconado por ser quien es, surge una necesidad de aliarse no solamente para luchar contra quien te agrede, sino también para sentirte parte de una colectividad. Y no nos engañemos, y esto siempre lo explico cuando me preguntan; «¿Por qué salías por Chueca?». Pues no solamente salía por Chueca porque era más fácil ligar para alguien que hace 20 años pretendía encontrar un novio o un divertimento, sino porque en ese espacio el Jaime de 20, de 22 o de 24 años, se sentía infinitamente más cómodo y, sobre todo, menos vulnerable que en otros lugares.

También es cierto que de aquel Madrid del año 2000 al Madrid de 2023 el cambio ha sido brutal. Hoy, por suerte, vivimos no solamente en una ciudad, sino en un país en el que la libertad ha alcanzado cotas inimaginables hace poco tiempo. Pero la colectivización es necesaria. Probablemente a este respecto, en algún momento dejará de serlo tanto. Pero sigue habiendo situaciones que vulneran los derechos de hombres y mujeres por el simple hecho de ser quienes son. 

P.- ¿Cree que hay parte del colectivo LGTBI, dirigentes o personas visibles, que no le perdonan al PP el recurrir el matrimonio homosexual en su momento?

R.- Hay una parte del asociacionismo que defiende los derechos del colectivo y que, como solo hacen política, han encontrado en el conflicto con el Partido Popular una de sus fórmulas para que hoy, que cada vez está todo más normalizado, siga teniendo razón de ser su existencia. Es decir, si terminamos con todas las desigualdades a este respecto, habrá quienes su función en la vida -ni siquiera voy a entrar en una cuestión monetaria- se verá mermada, y eso a veces les cuesta un rato de la mañana, cuando se despiertan y dicen: «¿Y yo ahora qué voy a hacer?». Y luego, lo has sacado tú, el famoso «Bueno, que el Partido Popular llevará al Constitucional la ley de matrimonio igualitario». Es un error inmenso. Cuando Mariano Rajoy gobernó con mayoría absoluta, no cambió una coma.

Pero vamos a ser justos, porque España lleva viviendo la democracia 45 años, que son los que tengo yo, que es maravilloso porque nunca olvido los años que tiene la Constitución. Claro, y en esa democracia, si hemos sido capaces de pasar de una dictadura insoportable en la que los derechos de los hombres y las mujeres se veían mermados, a ser hoy el tercer país de toda la Unión Europea con mayor cuota de libertad en lo que a derechos individuales y del colectivo LGTBI se refiere.

En 2004 han pasado 20 años. Estábamos, si hacemos las cuentas, en la mitad de esta democracia joven pero madura, que hoy tiene 45 años. El contexto era distinto. Te quiero decir con esto que el PP se equivoca llevando al Constitucional la ley del matrimonio igualitario, sí. Que la España de 2004 no es la España de 2024, también. Y esto como historiador, y aquí me pongo un poco pedante, me parece importante recalcarlo, porque si no vemos los contextos estamos haciendo análisis terriblemente erróneos. 

P.- ¿Vox tiene algún tipo de problema con el colectivo LGTBI? 

R.- Vox tiene muchos problemas, sobre todo porque no entienden que el mundo es mucho más líquido que ellos pretenden ver y tienen todavía un problema mayor y es la ortodoxia. Las ortodoxias nunca son buenas compañeras: toda realidad, sin posibilidad de que tenga miradas divergentes, es equivocada. Esto es como la famosa teoría de la perspectiva brulenesquiana, punto de fuga, no puedo dejar de mirarte…  Está en primera perspectiva, está mirándote fijamente con un ojo cerrado. ¿No ves que la perspectiva de nuestro mundo es mucho más compleja? Entonces, no sé si tienen un problema con el colectivo LGTBI, tienen un problema con una sociedad como la nuestra, que es profundamente generosa, que es profundamente libre y que está mucho más avanzada que lo que ellos pretenden demostrar. 

P.- Eso es como decirme que sí, pero no decirme que sí.

R.-  Repregunta y te soy más claro.

P.- ¿Tiene Vox un problema con el colectivo LGTBI? 

R.- Sí, porque si no, no tiraría la bandera arcoíris en una pancarta gigante en la calle Alcalá, a la papelera. Sí, sí, lo tiene, lo tiene. 

«Iceta, antes que una carrera, debe tener sensibilidad cultural»

P.- Historiador del arte. En España, hay un debate permanente en historia, no tanto historia del arte, pero sí en la historia en general con el tema de la Guerra Civil, de la dictadura, de la Ley de Memoria Democrática, de la Ley de Memoria Histórica… ¿Todo ese barullo de temas cómo lo ve? Sabe que siempre hay dos facciones enfrentadas entre una parte de la derecha española y otra parte de la izquierda patria. Como historiador, ¿cómo ve todo eso? 

R.- La Guerra Civil española es la consecuencia de un levantamiento ilegítimo por parte de un grupo de militares frente a un gobierno legítimo, mejorable pero legítimo. El que sale de las urnas en el año 36. Creo que eso es importante. La Guerra Civil es uno de los ejemplos más tristes, más lamentables y más odiosos de la historia reciente de España. Guerra en la que murieron, por parte de todos los bandos, hombres y mujeres absolutamente víctimas de algo que probablemente no sabían ni lo que significaba. Y lo que después viene son casi cuatro décadas de una dictadura que, sea del signo que sea, que tenga la base ideológica que tenga, es siempre terrible, porque para empezar merma los derechos y las libertades de los ciudadanos y las ciudadanas. A este respecto, espero haber sido lo suficientemente claro.

Y ahora entramos en el tema de las leyes de memoria democrática o de memoria histórica, en el contexto y hasta dónde llega el revisionismo. Si a Jaime de los Santos le preguntas, no tengo ninguna duda en que si hay o sigue habiendo un familiar que se sienta dañado por aquel conflicto, hay que seguir pidiéndole perdón. ¿Y qué problema hay en que como Estado pidamos perdón a quienes se sientan víctimas? ¿Por qué digo esto? Porque los Estados también tienen que ser inteligentes emocionalmente. Porque la empatía no podemos obviarla. Y porque si alguien, repito, se siente a fecha de hoy víctima, mi obligación, en tanto y cuanto servidor público, es mostrarme comprensivo con su sentimiento y además poner todas mis energías para ofrecerle respuesta.

De ahí a que se pretenda enfrentar otra vez a una España con otra por cuestiones identitarias… Me parece un gravísimo error. Y tú me preguntarás, que yo me adelanto, por si había que sacar al dictador del Valle de los Caídos: sí, pero no como si fuese un reality show, no haciendo permanente exhibicionismo de algo de lo que sencillamente nos tendríamos que sentir avergonzados y que debería de formar parte de una manera mucho más natural del proceso democrático que nos caracteriza. En Andalucía, Juanma Moreno sacó a Queipo de Llano de la Basílica de la Macarena. Allí no hubo ningún tipo de show y se cumplió con la Ley de Memoria Democrática y, como hace siempre el presidente de la Junta de Andalucía, de forma impecable, pero sin enfrentar a unos con otros y, sobre todo, respetando también a los familiares de este señor. 

P.- Por cerrar, siendo aficionado a la literatura, ¿qué libro le regalaría a Pedro Sánchez?

R.- Para empezar, que lea y tú me dirás. Porque cuando le escucho y veo su manera de entender el mundo, creo que si lee es que ha escogido muy mal los títulos. Entonces, ¿qué le recomendaría que leyera? Las Meditaciones de Marco Aurelio. 

P.- ¿A Santiago Abascal?

R.- En el caso de Santiago Abascal me leí una novela que además es de hace pocos años, de Melania Mazzuco, que se llama Eres como eres. Es la historia de una niña que nace por gestación subrogada en Italia, de una pareja entre dos hombres y que desgraciadamente muere uno de los padres, que es el que tiene precisamente registrado el nombre de esta niña. Y a esta criatura se le deja en un limbo que es francamente doloroso. Para empezar, se la recomendaría, sobre todo, para que entienda que hay vidas que son maravillosas y son diferentes a la suya, a su caballo, su barba.

P.- ¿A Yolanda Díaz, qué le regalaría?

R.- Quizá Utopía de Tomás Moro. Es una lectura reconfortante. Y creo que estaría bien para una mujer que, sin saber cómo, pretende cambiar un mundo que la ha cambiado a ella.

P.- Y a su jefe, Alberto Núñez Feijóo, cuidado, que esta es la recomendación más peligrosa.

R.- El presidente lee mucho. Primero le recomendaría que lea mi novela, Si te digo que lo hice, porque además habla de aquella España de los años 40 y 50 que tan dura fue. Pero que la lea para que vea que soy un chico listo. No es por otra cosa, eso es autobombo. Luego hay una historia que me parece fascinante y que a pesar de que es una lectura a veces ardua, he leído tres veces: En busca del tiempo perdido.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D