Puerto III, la cárcel que bate récords en presos y agresiones: «Estamos al borde del colapso»
La prisión alberga a 1.300 presos cuando su capacidad operativa es de 1.000. «Las peleas se multiplican», advierten
El centro penitenciario de Puerto III, en Cádiz, vive una situación insostenible. No solo se ha convertido en la prisión de España más masificada, con casi 1.300 internos, cuando su capacidad operativa es de 1.008, sino también en la que ha batido récords en agresiones entre presos y contra funcionarios, según denuncian los sindicatos. «Estamos al borde del colapso, en todos los sentidos. El hacinamiento de los reclusos es lo que está provocando todos los incidentes y problemas de seguridad. Es una olla a presión», advierten.
Sin ir más lejos, esta semana se han vivido en la cárcel varios altercados graves, con numerosos internos trasladados al módulo de aislamiento por «peleas multitudinarias y agresiones directas». La última, la más grave, se produjo en la madrugada del lunes pasado, en torno a las dos de la mañana, en una celda del módulo 5. Un interno intentó cortar el cuello a otro con la tapa de una lata de conversas con dos heridas. El suceso, no obstante, pudo solventarse sin que tuviesen que ser trasladados a un centro hospitalario. En cualquier caso, las agresiones contra los trabajadores también se han incrementado.
La lista de problemas que supone esta situación es extensa. El numero de presos, indican desde Acaip-UGT y CSIF, impide que se realice una clasificación adecuada, por lo que se atiende más a criterios de capacidad que a criterios de oportunidad. «Este escenario supone que nos encontramos con perfiles de internos inadecuados en los módulos residenciales, lo que impide realizar una correcta intervención y tratamiento de los reos», señalan.
Presos sin médicos
A este último, se suma también la falta de médicos, cuya plantilla en el centro penitenciario se encuentra al 50% lo que imposibilita una atención sanitaria adecuada e incrementa los problemas regimentales. «No podemos obviar que cerca del 30% de la población reclusa sufre algún tipo de trastorno psiquiátrico y está sujeta a medicación psicótropica, lo que requiere una supervisión constante por parte de los facultativo», señalan.
De modo que, ante la ausencia de estos, son los propios funcionarios de prisiones quienes «asumen más carga de trabajo, sin la formación ni lo medios adecuados». «Intentamos suplir esta carencia con dedicación e implicación, pero en muchas situaciones esta situación nos conduce a momentos de ansiedad y estrés que han derivado en la enfermedad del propio trabajador, que no encuentra amparo en el equipo directivo».
Los sindicatos denuncian que la directora del centro, Esther Serrano, «no es capaz de afrontar la grave situación» que afronta la prisión, lo que pasa por reducir la población reclusa. «No se están tomando medidas adecuadas, se minusvalora el trabajo realizado por los empleados públicos del centro, con ausencia total de comunicación con los representantes de los trabajadores, a pesar de las reiteradas peticiones de reunión presencial. Esto es insostenible», censuran.
La prisión más sangrienta
Similar es la situación que sufren los trabajadores del centro penitenciario de Murcia II. El clima que se respira desde hace al menos un año en la prisión murciana de Campos del Río es de continua tensión. Una atmósfera propiciada por toda una serie de capítulos violentos que se han ido produciendo, prácticamente a diario, en el penal. No solo entre presos, sino también contra los funcionarios de prisiones. Asesinatos, muertes violentas, intentos de degüello a trabajadores, envenenamientos, palizas, agresiones, motines… Han convertido a este centro penitenciario en uno de los más sangrientos del país.
Este escenario ha desencadenado al mismo tiempo una ‘fuga’ de funcionarios a otras prisiones. Temen por su vida, denuncian. Son conscientes del peligro que conlleva su trabajo, pero, advierten, la situación en la cárcel era insostenible. «Muchos han pedido o están gestionando su traslado a la prisión de Murcia I, es menos conflictiva y tiene menos presos. No aguantaban más aquí», aseguraban a THE OBJECTIVE fuentes de este centro penitenciario.
En las últimas estadísticas elaboradas por Instituciones Penitenciarias, Murcia II y Puerto III figuraban entre las prisiones con más agresiones graves a los trabajadores por parte de los reclusos. Las causas de esta ola de conflictividad, según denuncian los sindicatos, se deben al perfil de internos, más peligroso, que han ingresado al centro en los últimos meses; pero también «a una pérdida de autoridad por parte de los trabajadores». «Los presos tienen cada vez más garantías, y nosotros más restricciones para hacer nuestro trabajo», advierten.