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Cuatro presos envenenan a un funcionario en una cárcel de Murcia «para darle una lección»

Los internos mezclaron varios ansiolíticos y analgésicos con el café porque les molestaba que el empleado les cacheara

Cuatro presos envenenan a un funcionario en una cárcel de Murcia «para darle una lección»

Exterior del Centro Penitenciario Murcia II. | Marcial Guillén (EFE)

Diazepam, Pregabalina y Alprazolam. Cuatro internos del Centro Penitenciario Murcia II adulteraron un café con esa mezcla explosiva de ansiolíticos y analgésicos «para darle una lección» a un funcionario. Les molestaba sus cacheos en el gimnasio y en la escuela de la prisión. El trabajador sufrió una intoxicación y, aunque pensó que pudo haber sido envenenado, no lo comunicó a la dirección. La voz de alarma la dio otro preso que escuchó la conversación de los reos que prepararon el brebaje.

Los hechos tuvieron lugar el pasado 4 de julio en el Centro Penitenciario Murcia II, situado en la localidad de Campos del Río. Una semana más tarde un interno se acercó a otro funcionario para contarle lo que le había sucedido a su compañero, según el parte de hechos al que ha tenido acceso THE OBJECTIVE.

Esta garganta profunda relató al agente que había presenciado y escuchado cómo cuatro internos adulteraban el café en el economato de la prisión. Los responsables de la intoxicación advirtieron que el funcionario se encontraba realizando su turno en la cabina del patio. A media tarde, un preso le preguntó desde fuera del despacho, a través del cristal, si le apetecía tomarse un café, a lo que el empleado público accedió.

Un interno de confianza

La víctima relató luego a sus superiores que también le había dicho al reo que se tomara otro a su cuenta «ya que alguna vez le había solicitado un café al considerar al interno de confianza». De hecho, fue él quien le llevó a la cabina la mezcla que le ocasionó mareos, somnolencia y fuertes dolores de cabeza. Un preso ha explicado a los responsables del centro penitenciario que presenció cómo cuatro internos «echaban varias pastillas al café» al conocer que era para el funcionario en cuestión.

El reo afirma que estaba sentado enfrente de ellos, a dos metros de distancia, y que estaban «colocados». Mientras añadían los medicamentos a la bebida iban haciendo comentarios. Uno de los participantes en el complot aportó 25 miligramos de Diazepam «previamente machacado», otro hizo lo propio con otros 300 miligramos de Pregabalina y un tercero incluyó dos miligramos de Alprazolam.

«Vamos a reírnos de él y que le den por culo», dijeron los presos mientras preparaban el brebaje, según afirma el testigo. Tras llevarle el café al funcionario, los internos permanecieron en el patio «viendo y esperando que el funcionario se tambaleara y riéndose de él».

El afectado sostuvo ante sus superiores que unas horas más tarde, tras subir los internos a las celdas y hacer el recuento antes de que llegara el relevo de la noche, comenzó a sentirse con «poca fuerza y algún mareo, a la vez que noto cómo me cuesta leer con claridad la planilla de celdas». Lo primero que pensó es que podía tratarse de un golpe de calor o de una hipoglucemia, por lo que regresó a la cabina para comer fruta fresca, pero no se recuperó.

Mareos y dificultad para pensar

«Sigo bebiendo mucha agua en todo momento. Cada vez tengo más mareos y dificultad para moverme, pensar y expresarme con claridad. A pesar de eso, solo pienso en volver a casa sin decir nada a ningún compañero para descansar y que se pasen estas sensaciones», insistió la víctima de la intoxicación en su relato de los hechos.

Tras finalizar su turno, el funcionario abandonó el centro para dirigirse en coche hasta su domicilio. La sensación de malestar en lugar de remitir, se agrava. Tanto que tiene que parar en una gasolinera y pedirle a su esposa que vaya a recogerle porque «me da vueltas todo». Ante la gravedad de la situación, pide al empleado de la estación de servicio que esté atento por si se desmaya. Es entonces cuando comienza a valorar si han adulterado con alguna droga su café.

Cuando su mujer le recoge se dirigen a un centro médico. Durante el trayecto la sensación de somnolencia se agudiza, como el dolor de cabeza. También comienza a sufrir taquicardias. En urgencias le hacen un reconocimiento, pero no una analítica de tóxicos, algo que tendrá lugar el día siguiente, tras pasar una noche con sudores fríos, sin fuerzas y sueño profundo. En la prueba de orina dio positivo en Benzodiacepinas, lo que acabó por convencerle de que había sido envenenado, ya que no toma medicación.

«El estado físico y mental durante los (siguientes) cinco días es de altibajos, ya que me siento muy mareado y sin fuerzas. Por las noches, apenas consigo dormir», reconoce la víctima en el parte de hechos. Además, explica que habló con el jefe de Servicios sobre la forma en la que debía actuar. Este abogó por trasladar el caso al director en funciones de la prisión para decidir si debía ver las grabaciones del día de los hechos.

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