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Insomnio: la diferencia que existe entre conciliar, mantener el sueño y la somnolencia

Dos días de mal sueño no significa insomnio, pero la realidad es que es un problema de trastornos del sueño con riesgo de cronificarse

Insomnio: la diferencia que existe entre conciliar, mantener el sueño y la somnolencia

Considerado el principal de los trastornos del sueño, el insomnio no solo significa una dificultad para dormir, sino que puede ser también la dificultad para, una vez en la cama, mantener el descanso. Factores internos como la ansiedad, el estrés o dolores crónicos pueden suponer la dificultad para dormir y el consabido insomnio. Como es lógico, los factores externos también influyen: excesiva luminosidad, contaminación acústica e incluso una mala cama pueden condicionar la higiene del sueño de manera diferencial.

Partiendo de la base de que dormir mal un par de noches o no conseguir dormir no se puede considerar insomnio, la realidad es que se debe puntualizar en función del momento en que se produce. No será lo mismo, por tanto, conciliar el sueño y permanecer dormido, despertar temprano o no considerar el sueño como reparador.

En ese sentido, suele asociarse al insomnio a una somnolencia diurna excesiva, pero no tiene por qué. Por eso, desde MSD Manuals, explican que deben distinguirse los diferentes tipos de insomnio. Mencionan así la distinción entre «la dificultad para quedarse dormido (insomnio para conciliar el sueño) de la dificultad para mantener el sueño (insomnio para el mantenimiento».

Los diferentes tipos de insomnio

Bajo estas dos categorías principales, el manual explica que las causas por las que esto se produce son variadas. En el caso del insomnio en el inicio del sueño (es decir, no conciliar), se sugieren «síndrome de la fase retrasada del sueño, un insomnio psicofisiológico crónico, síndrome de las piernas inquietas o fobias infantiles».

Sin embargo, al referirnos al trastorno del mantenimiento del sueño, los motivos pueden ser bien diferentes, entre los que sugieren «una depresión mayor, apnea central del sueño, apnea obstructiva del sueño, trastorno del movimiento periódico de las extremidades o envejecimiento».

Buena parte de ellos además dependen de ciertos factores que alteran la higiene del sueño. Citan por ejemplo a la cafeína y otros estimulantes, especialmente en personas sensibles a ellos, pero también a la excitación o ejercicio por la noche. Esto supone la creación de un horario irregular de sueño-vigilia que mantiene en vela por la noche y a lo largo del día se manifiesta somnolencia.

De este modo, advierten que «los pacientes que compensan la pérdida de sueño levantándose tarde o tomando una siesta fragmentan más su período nocturno». Por este motivo, indican que los insomnes «deben atenerse con regularidad al momento fijado para despertarse y evitar las siestas».

Trastornos del sueño: el plano físico y el plano mental

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Es habitual que las personas insomnes luego tengan largos períodos de cansancio o somnolencia durante la vigilia. ©Unsplash.

No se pueden atajar, siempre con la debida prescripción y atención médica, los trastornos del sueño de la misma manera. Por eso, la diagnosis es fundamental a la hora de catalogar el trastorno del sueño en función de su origen. Son muchos los trastornos físicos que pueden interferir en el sueño y en su calidad, provocando insomnio o somnolencia.

Aquellos trastornos relacionados con dolores o malestares como artritis, cáncer, hernias y, en general, aquellos que empeoran con el movimiento, suelen provocar despertares transitorios. También achacable a molestias intestinales y gastroesofágicas, los cuales condicionan también la calidad del sueño. En este caso, los tratamientos, indican desde MSD Manuales, se enfocan al «al trastorno subyacente y el alivio de los síntomas».

Distinto es el caso con los trastornos mentales. Según la fuente citada, el 80% de los pacientes con depresión mayor menciona la presencia del insomnio. Sin embargo, un 40% de los insomnes crónicos tienen un trastorno mental grave, principalmente del estado de ánimo.

Por eso, explican, «los pacientes deprimidos pueden sufrir problemas al inicio del sueño o un insomnio del mantenimiento del sueño». Esto incluye trastornos bipolares o el trastorno afectivo estacional, donde el sueño se interrumpe y además la fatiga diurna no desaparece.

En estos casos y siempre con prescripción médica, suelen acompañarse a los pacientes depresivos e insomnes con antidepresivos que favorecen una mayor sedación que ayuden a dormir. En ese mismo caso, se debe procurar que estos fármacos no provoquen una sedación excesiva que ocasione somnolencia diurna. Por este motivo, es habitual que se busquen también antidepresivos con cualidades activadoras.

Ajeno al insomnio, pero también guardando relación con los trastornos del sueño, puede aparecer el síndrome del sueño insuficiente, que ocasiona somnolencia diurna excesiva. En este caso, se relaciona con personas que no duermen lo necesario por la noche como para permanecer alertas al despertar. Este síndrome, aseguran desde MSD Manuals, «es la causa más común de somnolencia diurna y desaparece cuando aumenta el tiempo de sueño».

Cómo atajar las fases previas del insomnio

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En ocasiones, el insomnio puede venir derivado de diferentes dolores físicos, pero también por causas mentales. ©Unsplash.

Una vez que el insomnio tiene un diagnóstico clínico, conviene ponerse en manos de profesionales, tanto de atención primaria como especialistas. Sin embargo, intentar mantener una mejor higiene del sueño será, salvo que otras causas lo impidan, la mejor manera de abordar un incipiente insomnio. Los síntomas, además de mantenernos en vela por las noches, estarán asociados a esa somnolencia diurna.

Para ello, Mayo Clinic aconseja tener una higiene del sueño bien pautada que pase por los siguientes puntos:

  • Respetar los horarios de sueño.
  • No reservar más de ocho horas para dormir.
  • Prestar atención a lo que comemos y bebemos.
  • Crear un entorno relajado.
  • Limitar las siestas diarias
  • Incluir actividad física en el día a día.
  • Controlar las preocupaciones.

De esta manera, también es necesario comprender cuándo nos estamos refiriendo a un insomnio crónico, que explican desde Hospital de Manises, supone extenderse durante más de un mes. En este caso, valdría en cualquier de sus versiones: dificultades para conciliar, para mantener o simplemente despertarse temprano. Además, explican que «importante señalar que el tratamiento farmacológico del insomnio crónico se emplea en casos muy determinados».

Bajo este prisma, se incide siempre en el control de la calidad del sueño y en el diagnóstico antes de abrir la mano a tratamientos, generalmente con sedantes, que puedan no ser necesarios. Es decir, no matar moscas a cañonazos. Una realidad, la del insomnio, que atenaza a un 30% de la población, especialmente en mujeres, personas ancianas y personas con patologías psiquiátricas, según afirma Clínica Universitaria de Navarra.

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