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Los menores de Castro Urdiales movieron el cadáver de su madre desde la cocina al garaje

Limpiaron la sangre y después la desnudaron, maniataron y trasladaron, dos plantas más abajo, hasta el coche

Los menores de Castro Urdiales movieron el cadáver de su madre desde la cocina al garaje

La víctima, Silvia L. G. | TO

Los dos jóvenes de 16 y 13 años detenidos en la madrugada del jueves por el asesinato de su madre en Castro Urdiales movieron el cadáver de la mujer desde el interior de la casa, donde acabaron presuntamente a puñaladas con su vida, hasta el garaje y después al interior del vehículo, donde lo colocaron en la parte trasera amordazado y con una bolsa de basura en la cabeza. Todo con el objetivo de simular un falso secuestro del que la familia había sido víctima, y por el que alertaron después a su abuela materna, según revelan fuentes de la investigación a THE OBJECTIVE. Los hermanos trataron de despistar así a la Guardia Civil, pero solo lo lograrían un par de horas.  

Las pesquisas preliminares del Instituto Armado en Cantabria, advierten estas mismas fuentes, apuntan a que los menores mataron a la madre en el interior del domicilio, una vivienda unifamiliar situada en la calle Monte Cerredo, después de protagonizar una riña familiar minutos antes. Los agentes creen que el hermano mayor, de 16 años, fue el autor material de la puñalada mortal en el cuello y que el otro menor, de 13, le ayudó después a planear el rapto y borrar todas las pistas del crimen.

La Guardia Civil ha podido acreditar estos extremos a partir del rastro y las muestras de sangre en el interior de la vivienda que fueron tomados por los agentes, así como de la confesión de uno de los implicados, que ha relatado a los investigadores cómo se sucedieron los hechos. Según la versión del hermano mayor, la discusión se inició después de que le revelase a la madre que había suspendido una asignatura tras regresar del instituto. 

También que tras enterarse, la madre, enfurecida, le profirió numerosos insultos y le golpeó varias veces en la cocina llegando a empujarlo contra la nevera. El hermano menor le ayudó y al hacerlo, tiraron a la madre al suelo. Fue cuando el más mayor cogió el cuchillo de la encimera y, tras forcejear con la víctima, se lo clavó en el cuello. A la primera puñalada le siguieron al menos una veintena más. Acto seguido, los dos hermanos comenzaron a limpiar toda la estancia, le quitaron la ropa y la ataron de pies y manos para trasladar el cadáver de la cocina al sótano, dos plantas más abajo. 

La llamada a su abuela

La idea inicial de los detenidos era desahcerse del cadáver con el coche, pero ninguno sabía conducir. Algo que comprobaron cuando estrellaron el vehículo en el garaje. De modo que tuvieron que improvisar y, aprovechando que su abuela estaba llamando a su madre por teléfono, ambos le advirtieron, notablemente nerviosos, de que «algo no iba bien» y «les habían secuestrado», apuntan fuentes de la investigación.  Los dos hermanos no confesaron nunca los hechos a esta última, sino que urdieron el plan para tratar de desvincularse del crimen trasladándole otra versión de los hechos. Dejaron el garaje, volvieron a limpiar la sangre en el piso de arriba y salieron a la calle.

Así, la Guardia Civil llegó a la vivienda sobre las 21.00 horas del pasado miércoles y tras comprobar que la mujer estaba fallecida, maniatada y con signos de violencia en el interior del vehículo, y los dos menores, en paradero desconocido, inició un dispositivo de búsqueda en toda la localidad. La Benemérita estableció controles por los que se revisaron maleteros de decenas de vehículos e incluso cerró vías de acceso y salida de Castro Urdiales. 

En un primer momento, los investigadores barajaron la posibilidad de que pudiese tratarse de un caso de violencia de género, pero descartaron esta hipótesis al localizar al padre en la Bilbao, quien recibió sorprendido la noticia. En ese momento, estaba trabajando en una empresa de metalurgia en la localidad vasca, según informó un diario local.

En un acantilado de Castro Urdiales

Las pesquisas de la Guardia Civil, sin embargo, revelaron poco después que difícilmente podía tratarse de un caso de secuestro. La inspección ocular del escenario del crimen —con el rastro de sangre por toda la casa, que no habían logrado limpiar los menores—, las revelaciones de algunos vecinos, que habían oido discutir a la madre con sus hijos poco antes, y la inexistencia de antecedentes por tráfico de drogas descartaron casi por completo que una tercera persona pudiese haber acabado con vida de Silvia L., y hubiese secuestrado a sus vástagos. 

Tampoco existían denuncias de ningún tipo sobre los dos implicados por parte de los padres. De hecho, la delegada del Gobierno en Cantabria, Eugenia Gómez de Diego, ha señalado que los dos detenidos «no eran conflictivos». Fuentes de la investigación revelan, no obstante, que los menores, adoptados en Rusia desde hacía años, habían protagonizado algunos incidentes en el instituto. No se habían integrado bien en clase y relataban problemas con sus padres en casa, en concreto, episodios de maltrato.  

Finalmente, tras cinco horas de operativo, los agentes localizaron, en primer lugar, a uno de ellos en el acantilado del parque Cotolino de la localidad y a otro, que salió huyendo, en un bosque, sobre las dos de la madrugada. Los dos menores se escondieron allí, llamaron a su abuela para advertirle de que «estaban secuestrados» y esperaron allí a ser encontrados tras simular un rapto, siguiendo el plan que habían ideado tras matar a su madre

El mayor, de 16 años, fue trasladado en un primer momento al cuartel de la Guardia Civil y este jueves el titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Santander, en funciones de guarida, ordenó su internamiento en régimen cerrado durante seis meses. En el caso de su hermano, de solo 13, quedó a disposición de la Fiscalía de Menores, dado que es inimputable, es decir, no tiene responsabilidad penal. En la mañana del jueves, el Ministerio Público ordenó su ingreso en un centro de protección de menores.

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