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El 'cerebro' del tiro a Vidal-Quadras confiesa: «El sicario era mi camello, le debía dinero»

El imputado alega que «desconocía el fin último del operativo» ideado para asesinar al exlíder del PP en Cataluña

El ‘cerebro’ del tiro a Vidal-Quadras confiesa: «El sicario era mi camello, le debía dinero»

Naraya G., investigado por el intento de asesinato de Vidal-Quadras. | TO

Naraya G., el joven detenido en Lanjarón (Granada) por su participación en el atentado contra Alejo Vidal-Quadras, ha confesado en su declaración en la Audiencia Nacional que siguió las órdenes del sicario de nacionalidad francesa y origen tunecino, Mehrez Ayari, según aseguran a THE OBJECTIVE fuentes judiciales. El detenido, que se encuentra en prisión provisional en la cárcel de Soto del Real, manifestó que el autor material era «su camello» al que, según el interrogado, «le debía dinero».

El investigado fue interrogado –el pasado 24 de noviembre– ante el juez Francisco de Jorge, que en aquel momento sustituía a Santiago Pedraz que se encontraba de baja paternal. Este periódico ha podido saber que, en la declaración, que se encuentra bajo secreto de sumario, el imputado alegó que «desconocía el fin último del operativo» ideado para asesinar al exlíder del PP en Cataluña y fundador de Vox.

Según fuentes judiciales, el detenido sólo contestó a las preguntas de su representante legal y rechazó responder al juez y al fiscal. Así, el imputado aseguró que ayudó al sicario a comprar la motocicleta BMW que se usó en el ataque, y que estaba a nombre de un joven de 22 años de Málaga, Adrián R.B., al que la policía encaja de momento en el perfil de un «propietario pantalla»: le pagaron 500 euros por poner la moto a su nombre. También reconoció que alquiló el coche utilizado en la huida.

Pero, según manifestó, su participación se debió a que tenía «una deuda pendiente con el sicario tunecino, quien le había proporcionado sustancias estupefacientes y no se las había pagado». Por eso le ayudó, sentenció. Se apoyó en esta tesis y rechazó haber conocido el plan diseñado para asesinar a Vidal-Quadras, según las mismas fuentes.

Tesis iraní decae

En un primer momento, los agentes de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional señalaron a Naraya G. como el cabecilla de la trama. La primera teoría con la que trabajaron los investigadores fue que este joven, radical chií afín al régimen de los ayatolás, se movió por el ansia de venganza contra el político catalán por significarse contra el régimen de Teherán. El chiismo es la rama principal del islam en Irán, lo que vendría a reforzar la hipótesis de la vía iraní. Sin embargo, esa teoría se fue desdibujando al ritmo que los agentes avanzaban en la investigación. «Algo no encajaba», explican.

La tesis de que el asesinato fuese un encargo del régimen de Teherán por los vínculos que el expolítico tiene con organizaciones de la oposición iraní fue decayendo conforme ha ido avanzando la investigación. Tal y como publicó este periódico, a los agentes de la CGI les sorprendió, principalmente, la falta de profesionalidad en la planificación y ejecución del ataque, impropia de un servicio de inteligencia como el del Irán.

Errores en el atentado

El primero de ellos, según desveló THE OBJECTIVE, es que los servicios de seguridad del Palacio de la Zarzuela identificasen dos días antes del ataque a un sujeto en las inmediaciones del complejo que conducía la misma moto que usó el sicario para huir de Nuñez de Balboa tras disparar a Vidal-Quadras. Todo ello sin una aparente causalidad, según aseguraron las fuentes consultadas. Una circunstancia que ya puso sobre aviso a las fuerzas de seguridad.

A ese movimiento fortuito se sumó la ejecución del plan, indican las mismas fuentes. El sicario, que en un principio pensaron que había sido contratado por el detenido en Lanjarón (Granada), solo realizó un disparo, que no causó la muerte del supuesto objetivo y huyó del lugar en una motocicleta que horas después apareció carbonizada en Fuenlabrada (Madrid), y de que cuyos restos los investigadores pudieron obtener el número de bastidor. Unos dígitos que condujeron directamente a uno de los detenidos, en concreto, al joven de 22 años, de Fuengirola, que figuraba como titular del vehículo. 

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