Fracasa la cruzada de Pablo Iglesias contra un coronel retirado del Ejército
«Iglesias denunció a un militar retirado al considerar que los militares tienen que estar sometidos al poder político»
«En el juicio oral, mi abogado le preguntó a Pablo Iglesias que cuál era la razón por la que iba contra mí y no contra los periodistas que habían reflejado las mismas informaciones que yo. Su respuesta fue contundente: ‘Porque es militar'».
Diego Camacho es un coronel retirado del Ejército con una destacada presencia en los medios de comunicación, en los que habla de diversos temas. Un día, hace unos años, se hizo eco de las denuncias de otros, supuestamente delictivas, sin acusarle en ningún momento y sin aceptar que fueran ciertas. Sin embargo, el todavía entonces vicepresidente del Gobierno decidió emprender una cruzada contra él acusándole de calumnias e injurias.
Conocí a Diego hace cerca de 30 años cuando acababa de ser expulsado del servicio de inteligencia por una decisión arbitraria del director, Javier Calderón. El día que le conocí venía acompañado por otro gran espía, Manuel Rey, a quien conocí años antes porque me lo puso el director Manglano como enlace para consultar temas relativos a sus actividades. A los dos se sumó Juan Rando, un prestigioso agente operativo, también expulsado.
Camacho y Rando tuvieron que abandonar su carrera de espía porque en 1981, durante el golpe de Estado fracasado del 23-F, siendo agentes, se posicionaron abiertamente a favor de la democracia y denunciaron la participación de elementos de la unidad operativa. Sus jefes les pidieron, primero, que se olvidaran de todo lo que habían descubierto. Y luego les presionaron hasta el punto de amenazarles de muerte si seguían investigando y continuaban empeñados en denunciar.
Defensor de la democracia
Los dos defendieron ardientemente la democracia y se la jugaron a riesgo de que los mataran. Y, para colmo, 15 años después, el máximo responsable del servicio contra el que habían actuado, Javier Calderón, convertido en director, les echó de su trabajo como venganza por su actuación.
Es importante recordar este tema para entender la historia que terminó judicialmente hace unos días. Pablo Iglesias denunció a un militar retirado porque consideró que no es periodista y no puede decir lo mismo que los periodistas. También porque debe considerar que los militares tienen que estar sometidos al poder político incluso cuando están jubilados. Quizás influyó que vio en él su pasado como espía y todavía le sentaron peor sus críticas.
Los militares tienen limitados sus derechos. Si Camacho hubiera estado en activo y se hubiera atrevido a criticar al vicepresidente habría sido fulminantemente cesado y hasta podía haber acabado detenido en una sala de banderas. No habría sido el primero al que le ha pasado.
Se ve que Iglesias no comparte el hecho de que los límites a la libertad de expresión que tiene un militar en activo no tienen nada que ver con los que pasa a tener cuando está retirado. Quizás debería habérselo preguntado al propio Camacho antes de emprenderla contra él. Y no hacer caso al fiscal que le apoyó al principio del proceso y sí escuchar al fiscal del Tribunal Supremo, que hace unos días recomendó a los jueces que le castigaran obligándole a asumir el pago de las costas.
Cuando a Camacho le echaron injustamente del servicio secreto ejerció la libertad de expresión para defenderse de ese ataque explicando públicamente lo que había pasado. Lo hizo porque es un demócrata ejerciente que sabía lo que se jugaba. El ministro de Defensa le arrestó, aunque luego se arrepintió en privado.
Me temo que Iglesias quiso enfrentarse a un militar espía como símbolo de una institución con la que nunca se ha llevado bien. Pretendió darle una lección y se ha encontrado con una derrota total en el Tribunal Supremo. Además, eligió mal el objetivo, ser militar no quiere decir ser facha y Camacho defendió con su vida la democracia como nunca él lo ha hecho. Esta cruzada la ha perdido.