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Los vecinos de Paiporta tienen que caminar varios kilómetros para comprar comida y agua

«Estamos reventados, pero es que no hay más», explica Víctor López, quien deja el coche a tres kilómetros para comprar

Los vecinos de Paiporta tienen que caminar varios kilómetros para comprar comida y agua

Vecino de Paiporta porta su bicicleta.

Muchos vecinos de Paiporta (Valencia), una de las localidades más afectadas por las inundaciones causadas por la dana, están recorriendo a pie varios kilómetros para comprar agua y alimentos en las localidades cercanas, ya que están sin agua, luz ni comida.

Uno de ellos es Víctor López, que ha explicado a EFE Televisión que tiene tres familias en el centro de Paiporta, en la «zona cero», a las que se encarga de suministrar alimentos tras comprar en Alcàsser y Picassent «lo que queda», pues está «totalmente desabastecido» y por ejemplo no hay agua embotellada.

«Estamos reventados, pero es que no hay más», explica López, quien deja el coche a tres kilómetros y el trayecto final hasta Paiporta lo hace a pie. Una de las cosas que le ha sorprendido es que en las dos localidades en las que ha estado «la vida sigue normal», como si no hubiera pasado nada.

Eso mismo destaca otro vecino de Paiporta, Miguel Charro, un madrileño que vive en la localidad desde hace doce años y que cuando ha ido a Alcàsser a por comida le ha chocado que la gente estuviera «almorzando y desayunando tranquilamente».

Había además gente «comprando como loca», indica Charro, quien cree que a esas personas no les hace falta hacer ese acopio -«donde hace falta es aquí», destaca- y lamenta la locura de gente que se ha dedicado a «saquear las joyerías, los estancos» o los supermercados, de donde salían con carros llenos y jamones.

En Paiporta, como avanzadilla, Valeria, una ecuatoriana de 23 años, ha llegado desde el barrio de San Marcelino caminando más de cuatro kilómetros a pie, cargada de agua, leche y latas enlatadas.

«Había un grupo de voluntariado por whatsapp y me metí. Somos unas cincuenta o cien personas y somos los primeros de los muchos que creo que vendrán», comenta Valeria.

Acompañada de Jonathan, de 26 años, Valeria recalca que «el pueblo quiere ayudar y más cuando los supermercados están totalmente arrasados», mientras que el chico pide algo más de coordinación para que los voluntarios puedan ayudar en lo que sea.

«No sabemos qué hacer. No hay un punto de atención para quitar barro, quitar coches… Si se organizara, se podría agilizar algo más», comenta el joven, que es uno más de esa avanzadilla que compró comida en València antes de caminar hasta los municipios afectados.

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