2025: el año en que, digan lo que digan, no prescribirá el crimen de Publio Cordón
Secuestrado hace casi 30 años, el recuerdo del empresario siempre seguirá en nuestros corazones
Solo queda medio año para que prescriba judicialmente el secuestro del empresario Publio Cordón por los GRAPO, un grupo terrorista que azotó España en el siglo pasado y durante el inicio del presente. Desde la fecha ominosa del 27 de junio de 1995, han pasado 29 años y medio y todavía ninguno de los delincuentes que participaron en aquel acto vil han contado una versión creíble de lo que pasó ni han facilitado el paradero de su cuerpo.
Solo queda medio año para que la herida nunca cerrada de Pilar Muro y sus hijos pueda, al menos, cambiar de apariencia. Los que podrían suturarla nunca han querido hacerlo; lo suyo no es la compasión: Fernando Silva Sande, José Ortín Martínez, Enrique Cuadra Echendía, Concepción González, José Antonio Ramón Teijelo y María Victoria Gómez Méndez.
Solo queda medio año para la prescripción y se me pone la piel de gallina al recordar la primera vez que estuve en Zaragoza en casa de Publio, no mucho después del secuestro. Yo había dado clase en la facultad de periodismo a su hija Carmen y me recibieron como si fuera de la familia. Pilar Muro, la esposa, me recordó a mi yaya: amable, cariñosa, con esa fortaleza de carácter imprescindible para sacar en soledad a una familia numerosa. Me enseñaron y prestaron fotos de momentos felices, me hablaron sin ocultar nada de lo que pensaban, me transmitieron unos sentimientos tan de familia unida y peleona que me ganaron para siempre. Entendí perfectamente que no hubieran dudado en pagar el rescate: fueron 400 millones, pero habrían vendido hasta la ropa para que su marido y padre volviera sano y salvo a casa.
Solo queda medio año para la prescripción de ese vil asesinato y todavía recuerdo cómo, muchos años después y con motivo de un aniversario del secuestro, Pilar me pidió disculpas por negarse a colaborar conmigo por primera vez en muchos de los temas que publiqué sobre Publio. Lo entendí perfectamente. Había abandonado mi anterior destino en el semanario Tiempo y había caído en Interviú. Años antes de llegar yo, esta última revista había dado pábulo a varias informaciones totalmente falsas procedentes del círculo de los GRAPO, con una clara intención manipuladora. También esta vil campaña la tuvo que sufrir la familia: hubo periodistas que no confirmaron las historias, y terroristas de la lista citada anteriormente que intentaron desviar la atención de su crimen culpando al pobre Publio de haber huido o de otras actitudes que prefiero ni recordar. Pilar me dijo: «Siempre podrás contar conmigo, pero con Interviú no…». Era lógico.
Solo queda medio año para la prescripción y no podré olvidar el ingente, inteligente y discreto papel que jugó mi amigo Fernando San Agustín en un intento de descubrir lo que le pasó a Publio y cuál era su paradero. Exagente del servicio secreto, en la vida civil hizo de todo en temas de seguridad. En varios países de la América hispana contribuyó de una forma notable a la resolución de secuestros. No sé cómo lo hizo, pero unos meses después, el 17 de abril de 1996, dos directivos del servicio secreto se colaron de madrugada en la cárcel de Acebuche, en Almería, e iniciaron una negociación con los GRAPO para que pusieran punto final a la lucha armada a cambio de beneficios nunca aclarados. A punto de cerrar el acuerdo, todo se rompió cuando los espías exigieron datos sobre Publio, el reconocimiento de su asesinato y el lugar donde enterraron su cadáver. Se negaron y se rompió la negociación.
Comparto y grito las palabras de Carmen Cordón Muro: «La muerte de mi padre no prescribirá, porque una muerte no prescribe».