El campo español denuncia que las energías verdes cada vez ocupan más su espacio
SOS Rural se queja de que el suelo utilizado para colocar placas fotovoltaicas ha aumentado un 150% en la última década
Cuando uno emprende un viaje por carretera en nuestro país es cada vez más común toparse con una suerte de mares de silíceo y aluminio. Esta experiencia compartida tiene que ver, claro, con las grandes extensiones de terreno dedicadas a la instalación de paneles solares. Pues bien, ese conocimiento intuitivo se explica con cifras: en la última década, el suelo utilizado para colocar placas fotovoltaicas ha aumentado un 150%.
Es una de las denuncias de la portavoz de SOS Rural, Natalia Corbalán, que derrocha afabilidad cuando llega a la sede de THE OBJECTIVE, pero a la que se le endurece el timbre de voz cuando se arranca a hablar del campo. Ahondando en la cuestión del avance de las placas solares en terreno cultivable, Corbalán es contundente: «Nos va a sobrar energía verde, pero nos van a faltar alimentos. Nosotros no estamos en contra de las energías renovables, pero sí de que nos roben nuestra soberanía alimentaria». Por ello, el organismo de la que es portavoz impulsará un marco normativo que proteja las tierras fértiles, tal y como ha hecho Italia, por ejemplo: «Meloni lo tiene claro».
La «competencia desleal» extranjera
Otra amenaza que SOS Rural señala para el campo es la «competencia desleal» de los productos alimentarios procedentes de países de fuera de la Unión Europea. El 70% de las frutas y hortalizas que España importó en los diez primeros meses de 2024 vino de países extracomunitarios. En el ámbito de la propia UE, los Veintisiete compraron al exterior 16 millones de toneladas de alimentos, mientras que exportaron menos de la mitad, 7,7 millones de toneladas.
Este producto extranjero, apunta Corbalán, «arruina nuestros campos y echa a nuestros agricultores del sistema» porque a los foráneos no se les exigen los requisitos medioambientales ni laborales que sí se exigen a los agricultores españoles. De ahí, por ejemplo, que el tomate marroquí sea mucho más barato que el español.
Corbalán culpa precisamente a las instituciones comunitarias. «La Comisión y el Consejo de la Unión Europea usan el campo como moneda de cambio en los acuerdos comerciales con otros países, contraviniendo los propios tratados de la UE», se queja. Contra esta tendencia, SOS Rural quiere promover una acción política secundada por todos los grupos políticos, tanto a nivel nacional como europeo.
La despoblación, una realidad creciente
Estas dificultades para el sector primario llevan años erosionando las zonas en las que esta actividad económica tiene más peso. Eso lleva a que hablar de España rural y España vacía sean prácticamente sinónimos. «Nadie quiere para sus hijos una actividad que no es rentable, que no es competitiva, que está maltratada», explica Corbalán. Por eso los jóvenes abandonan los pueblos y el relevo generacional en la agricultura y la ganadería ha pasado a estar en peligro; en estos sectores, apunta la portavoz de SOS Rural, el 70% se habrá jubilado dentro de 10 años.
A esta realidad «sangrante» del campo se le añade un círculo vicioso: la pérdida de población lleva aparejada la pérdida de servicios básicos. Esta circunstancia, a su vez, implica mayor éxodo de habitantes a zonas más desarrolladas. Esta suma de factores se traduce en que el 70% del territorio español tiene una densidad de población que no llega a 13 habitantes por kilómetro cuadrado.
A los que viven ‘al otro lado’, es decir, en las ciudades, Corbalán les manda un mensaje diáfano: «Al ciudadano urbanita, que depende del campo tres veces al día para comer, le diría que tiene que empezar a poner en valor un sistema de soberanía alimentaria propio. Lo que no puede ser es que en la ciudad se vea como sostenible el cristal y el aluminio de una placa solar y, en cambio, se vea insostenibilidad en un campo de lechugas. La ciudad no se desarrolla si alguien no le provee de alimentos, y estos no se producen en la Castellana».
Con todo, Corbalán tiene claro que «todos» los problemas que aquejan al campo tienen una raíz política. Por eso centra sus esfuerzos en persuadir a los representantes públicos, como ocurrió en la presentación de su Libro Blanco, este viernes en el Congreso de los Diputados. Allí, Corbalán no dudó en decir a sus señorías presentes (de PSOE, PP y Vox) que a veces tiene la sensación de que «defender a los agricultores es como defender a terroristas». Por eso, el mantra de SOS Rural es la «unión» de todos los actores del sector primario para defenderse en un entorno hostil.