The Objective
El buzón secreto

Los dos vascos no eran espías y Maduro los encarceló igual

Llevan un año en la cárcel sin que el Gobierno denuncie la injusticia de sus colegas venezolanos

Los dos vascos no eran espías y Maduro los encarceló igual

Nicolás Maduro. | Presidencia de Rusia (Zuma Press)

Me cuesta entender cómo no nos pasamos la vida denunciando el caso de los dos jóvenes españoles Andrés Martínez Adasme y José María Basoa, que llevan encarcelados un año en Venezuela en pésimas condiciones sin que se les aplique las normas básicas de los derechos humanos, empezando por un juicio justo. Tampoco entiendo el silencio de nuestro Gobierno, no me vale eso de no estropear las negociaciones secretas.

Mi resumen de la historia de la que voy a hablar hoy es: «no eran espías… y al Gobierno venezolano le da lo mismo». El inicio del drama ocurrió hace ahora un año: los dos jóvenes vascos, Andrés y José María, estaban de turismo en Venezuela, su familia perdió el contacto con ellos y el 9 de septiembre denunciaron su desaparición ante la Policía y pidieron ayuda en las redes sociales.

Viajeros, aventureros, se metieron en una zona conflictiva alejada de las playas y los restaurantes bien ricos que gustan a personas como yo, nada arriesgadas, y los detuvo la policía venezolana. Tras unos días en paradero desconocido, aparecieron públicamente el presidente Nicolás Maduro y su ministro del Interior, Diosdado Cabello, y los acusaron de ser agentes encubiertos del CNI, el servicio secreto español. Su misión era, según palabras de Maduro, «asesinar gente y colocar bombas», dos terroristas vinculados con una operación desestabilizadora contra su gobierno. Cabello explicó a su población, con la intención de salvaguardar su relación con el Gobierno español, que si bien el CNI depende del Ministerio de Defensa, es un «ente totalmente autónomo que realiza operaciones en el mundo entero cumpliendo instrucciones que le da la CIA». Hay que ser enrevesado: no es el ejecutivo amigo de Pedro Sánchez el que le manda los supuestos espías asesinos, sino el autónomo CNI que no hace caso a Sánchez y le traiciona con la CIA de Trump.

Maduro se ríe de los familiares

Maduro se cachondeó de los familiares de los dos españoles durante la emisión de su programa semanal Con Maduro más: «Ahora resulta –dijo– que eran unos buenos muchachos, turistas, que estaban paseando y fueron capturados». Tras los primeros momentos de dudas, el CNI ratificó que ellos no tenían nada que ver. Yo les creo porque el servicio secreto nunca respaldaría acciones contra un país amigo, especialmente porque ese tipo de operaciones tienen que ser aprobadas por el Gobierno y, en este caso, estaba más que claro que Pedro Sánchez no iba a estar por la labor. Además, quien tiene que demostrar el delito es el que acusa y todavía estamos esperando a que lo hagan.

Un año después, apenas se habla del encarcelamiento injusto de estos dos jóvenes, a los que el gobierno venezolano se empeña en castigar por ese invento de la operación de desestabilización política. Están encerrados en la prisión de Rodeo 1, la prisión más despiadada, denigrante y humillante del país, dedicada a los delincuentes locales más peligrosos y a los presos extranjeros. 

Los calabozos carecen de las mínimas condiciones higiénicas exigidas, las paredes están húmedas y los alimentos que los dan están con frecuencia podridos. Organismos internacionales, leo en una crónica, han calificado sus condiciones como inhumanas. Además, y eso quizás sea peor, los jóvenes carecen de un proceso judicial y de abogados que defiendan sus derechos. Las noticias que llegan hablan de que en esa cárcel los presos son sometidos a abusos y torturas y que la presencia médica es casi nula.

Nadie duda ya en España que no eran agentes del CNI, que no iban a dar un golpe de Estado y que Maduro y sus secuaces los detuvieron para montarse una historia inventada. Preocupa a mucha gente la inactividad del Gobierno español, que alega el silencio de sus gestiones como el mejor camino para conseguir la liberación. Una vergüenza.

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