THE OBJECTIVE

Fukuyama da alas al separatismo y asegura que un Estado catalán sería democrático

Sectores del independentismo celebran el artículo en ‘Foreing Affairs’ del politólogo porque creen que abre la puerta al reconocimiento internacional

Fukuyama da alas al separatismo y asegura que un Estado catalán sería democrático

La guerra en Ucrania ha acelerado el debate incipiente en Europa y en las sociedades abiertas sobre el peso del estado-nación y los límites de la globalización como elemento pacificador. El politólogo estadounidense Francis Fukuyama publicó el pasado junio en la prestigiosa revista de relaciones internacionales Foreign Affairs un análisis sobre el nuevo escenario mundial que podría acarrear una victoria de Rusia en el conflicto bélico. En su extenso artículo, presupone que «hay pocas dudas» de que una Escocia o Cataluña independiente «continuarían siendo sociedades liberales que respetan los derechos individuales», tal y como sucedió «en la República Checa y Eslovaquia tras convertirse en estados independientes en 1993».

Esta reflexión ha circulado entre los sectores del independentismo catalán que creen que la vía de los hechos es la mejor manera para convencer a la comunidad internacional de que reconozca un eventual estado catalán. Celebran, de esta manera, que un intelectual de la talla de Fukuyama no les vincule en su artículo con la amenaza del «nacionalismo de extrema derecha» de países como Hungría o Polonia que, a su juicio, sí ponen en jaque al Estado de Derecho.

El autor de El Fin de la historia y el último hombre, además, viene a reconocer en dicha publicación que la teoría liberal no ha resuelto «cómo dibujar fronteras nacionales» y que este «déficit ha conllevado conflictos intraliberales respecto la independencia de regiones como Cataluña, Quebec y Escocia».

Fukuyama da por supuesto que una Cataluña independiente sería un Estado de Derecho
Fukuyama da por supuesto que una Cataluña independiente sería un Estado de Derecho

¿El fin de la historia?

Fukuyama relanzó la hipótesis del fin de la historia, teorizada inicialmente por Hegel, poco antes de la caída del muro de Berlín. De acuerdo con el politólogo, el fin de las dictaduras en la Península Ibérica, Grecia o América Latina, junto al comienzo de la desintegración de la Unión Soviética en los años 80, propiciaron que no hubiera alternativa ideológica al modelo de democracia liberal, y que las posibilidades que de estallara una guerra fueran cada vez más improbables.

No obstante, y a tenor de los sucesos que han acontecido en las últimas décadas y, en especial, la guerra en Ucrania, ha motivado que el investigador se una a estas corrientes de pensamiento que señalan los límites de la globalización y que detectan una necesidad del ser humano de sentirse vinculado a unos valores y a un grupo de pertenencia. A este respecto, sostiene que los estados con éxito son los que se comparten una serie de valores compatible con la salvaguarda de la pluralidad de sus ciudadanos.

«Mucha gente es feliz limitando su libertad de elección para aceptar marcos religiosos y morales que les conectan con otra gente o viviendo dentro de tradiciones culturales heredadas. La primera enmienda de la Constitución de Estados Unidos tenía por objeto proteger el libre ejercicio de la religión, no la de proteger a los ciudadanos de la religión», abunda.

Cataluña no es una «amenaza»

El politólogo también pone a Australia y Canadá como modelos exitosos de sociedades abiertas e integradoras de la diversidad: «Hoy, ambos países tienen poblaciones más grandes nacidas en el extranjero que Estados Unidos, y con menos polarización y reacción de la población blanca».

El profesor de Filosofía y director del Instituto Superior de Sociología, Economía y Política (ISSEP) de Madrid, Miguel Ángel Quintana Paz, consultado por este diario, considera que Fukuyama no conoce el caso catalán y «la vulneración de derechos» que ya sufren, por ejemplo, «los castellanohablantes». «Fukuyama cae en esa moda imperante en la Unión Europea de que todos los países son respetuosos con los derechos de sus minorías salvo si es Hungría», apostilla Quintana Paz.

Asimismo, señala el hecho de que eleve Canadá o Australia como ejemplo de un buen liberalismo cuando el país norteamericano fue «uno de los países con políticas más restrictivas durante la pandemia» y Australia «creó campos de cuarentena». «En todo el artículo apenas hace mención a las consecuencias de la pandemia sobre el Estado de Derecho. Y legitima la idea de los referéndums porque afirma que nuestras democracias se definen porque haya Estado de Derecho y que se vote periódicamente. Sin ningún otro sentido de lo que es una nación».

Derecho de las minorías

De acuerdo con Quintana Paz, el artículo de Fukuyama retrata el gran problema con el que se encuentra el liberalismo, que al priorizar únicamente el voto periódico y el respeto a las leyes -sin otra justificación ulterior- abre la puerta a que se puedan consumar vulneraciones sistemáticas de los derechos de sus ciudadanos: «La independencia de los países bálticos supuso, en muchos casos, que los rusófonos no accedieran a la ciudadanía. No es cierto que, según los propios criterios de liberales como Fukuyama, todos estos países constituyesen democracias homologables. Aunque, al ser prooccidentales, se hizo la vista gorda con su discriminación a quienes, por hablar ruso, no respondían a su ideal de pureza nacionalista».

El también profesor de Filosofía Ferran Caballero, autor del libro Maquiavelo para el siglo XXI, comparte esta idea de que Fukuyama juzga a los estados «según el resultado de si es o no una democracia liberal»: «Su idea es que el liberalismo no tiene una teoría clara de cómo se pueden hacer o deshacer los Estados y, en consecuencia, los juzga según el resultado».

Caballero abordó esta cuestión con el propio Fukuyama en una entrevista en la revista académica Diàlegs poco antes del primer referéndum secesionista de 2014. Respecto a si el independentismo es contrario a la democracia o la legalidad por romper con la ley española, decía: «No veo cómo por el simple hecho o de romper con una unidad política existente eso debe ser injustificable en el sentido moral más profundo», aunque matizaba, que desconocía si «era una buena idea para Cataluña».

Por su parte , Quintana Paz ve cierto grado de riesgo en esta concepción de abordar los conflictos territoriales y las relaciones internacionales, ya que presupone que el secesionismo en un contexto europeo no pone en riesgo las libertades de sus ciudadanos. «Hay un acto de fe en el supuesto de Fukuyama sobre Cataluña, ya que desconoce lo que sucede en la actualidad pero asume que si se convierte en un estado independiente se respetarán los derechos de todos, algo que ahora no pasa», concluye.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D