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Los narcos blindan sus cultivos de marihuana: 'autodisparos', puertas electrificadas, cepos...

Cataluña es la segunda comunidad autónoma donde más ha crecido la producción de cannabis y con ello la violencia de las mafias que dominan el mercado

Los narcos blindan sus cultivos de marihuana: ‘autodisparos’, puertas electrificadas, cepos…

Una plantación de marihuana incautada por la Policía. | EP

España se ha convertido en el último año en el principal productor de marihuana de toda la Unión Europea. Frente a las 724.000 plantas que se incautaron en 2016, los últimos datos del Ministerio del Interior sitúan esa cifra en torno a los tres millones, que se traducen al mismo tiempo en unos 130.000 kilos confiscados por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Un crecimiento del 314,3% que coloca a nuestro país a la cabeza de los 27, dobla las estadísticas de Países Bajes y que, claro está, tiene un porqué. El clima, las condiciones del suelo o las grandes extensiones despobladas son las razones que han convertido al territorio patrio en un ‘polvorín’ del cannabis. 

Son circunstancias que han atraído a un gran número de redes criminales, en su mayoría procedentes del este de Europa, Serbia y Albania, para asentar sus cultivos en España y distribuir la droga posteriormente al resto de países. Este escenario ha llevado aparejado un aumento de la violencia entre las mafias que dominan el mercado por la rivalidad que existe entre las mismas, pero, sobre todo, contra los agentes que tratan de tumbar sus operaciones delictivas.  

Cataluña es de la comunidad autónoma, por detrás de Andalucía, donde más han proliferado las plantaciones de marihuana, no solo por las cuestiones anteriormente mencionadas, sino también por su ubicación, a las puertas de la UE. La incautación de cannabis y sucedáneos en la región catalana se ha disparado un 223,71% en los dos últimos años: ha pasado de 7.274 kilos en 2020, a 17.111 en 2021, según datos consolidados de Interior. Los cultivos, además, son cada vez son más extensos

El fiscal antidroga de Barcelona, Gerardo Cavero, aseguraba hace un mes que el decomiso de alijos y plantaciones es constante en todas las provincias. El ritmo es tal que ha terminado por desbordar las dependencias policiales por la inmensa cantidad de marihuana que guardan en sus almacenes. «Mi directriz es que se debe destruir cuanto antes, o bien crear un almacén con las condiciones adecuadas si la autoridad judicial no da la orden de eliminarla inmediatamente. La putrefacción de las plantas supone muchos riesgos para la policía», advertía Cavero, en una entrevista con RTVE

Rivalidad entre mafias

Sin ir más lejos, el pasado mes de julio, agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional desmantelaron la plantación de marihuana más grande de España. Los agentes confiscaron más de seis toneladas de marihuana repartidas en varias naves e invernaderos de una parcela de 32 hectáreas ubicada en Vilassar de Mar (Barcelona). Además, según precisaron los investigadores, no solo se trataba del cultivo más amplió jamás descubierto, sino también el fraude eléctrico más grande en una plantación. Superaba el millón de euros. 

La violencia empleada por los narcos, no obstante, es una de las cuestiones que más preocupa a las fuerzas de seguridad. Al mismo tiempo, que estas redes criminales han ido perfeccionando con distintas tecnologías el diseño y cuidado de las plantaciones indoor [interiores] para obtener el máximo rendimiento, también han hecho lo propio en el ámbito de la seguridad. Los narcotraficantes han blindado sus cultivos con todo tipo de sistemas. 

Trampas caseras que disparan escopetas y armas, puertas electrificadas o cepos son solo algunos de los mecanismos con los que las mafias intentan defender sus plantaciones de cualquiera, aseguran fuentes de los Mossos d’Esquadra consultadas por THE OBJECTIVE. Por un lado, para impedir que otros grupos criminales les roben los cultivos. De hecho, según relatan las mismas fuentes, los ajustes de cuentas con resultado de muerte entre estas bandas también han comenzado aumentar. Y por otro, para evitar que los agentes puedan echar mano a la marihuana.  

Agentes heridos

El afinamiento de la seguridad en los invernaderos y laboratorios se ha saldado en más de una ocasión con varios agentes heridos. Mossos que ha recibido una descarga eléctrica de gran voltaje tras tocar una puerta o que han recibido disparos tras pisar una trampa elaborada realmente para acabar con quien la activase. Fue el caso, por ejemplo, de un sargento, en una plantación en Alcoletge, en Lérida. 

Varios agentes de la policía catalana se desplegaron en la zona para desmantelar la plantación y uno de ellos activó sin querer una trampa por la que automáticamente recibió un perdigón en su gemelo derecho. Se trata una especie de ‘autodisparo’, es decir, el arma en cuestión se acciona sola, explican fuentes policiales. Los narcos distribuyen cables en el suelo del invernadero, a altura del tobillo, conectados con los gatillos de armas y escopetas. De modo que cuando alguien pasa andando y la toca, se dispara. 

Además de estos métodos disuasorios, los narcos también se emplean a fondo con los materiales que utilizan para construir los invernaderos, con el objetivo de ‘camuflarlos’. Los mossos han descubierto en más de una ocasión invernaderos totalmente insonorizados. No para evitar la emisión de ruidos, sino para que el lugar en cuestión no desprenda calor. «Las plantaciones de marihuana desprenden mucha temperatura, y en ocasiones, los drones térmicos son capaces de detectarla, ahora cada vez es más complicado», apuntan. 

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