Toni Cantó: «Si hubiera nacido en Cataluña, probablemente habría sido independentista»
El exdiputado de Ciudadanos reconoce su inmunidad al odio, la felicidad tras dejar la política o su admiración por Almodóvar
Toni Cantó (Valencia, 1965) empezó trabajando en un chiringuito. Bueno, no era propiamente un chiringuito. Era una especie de carpa o mercadillo que montó con sus amigos, durante uno de esos veranos eternos de la juventud. Luego estuvo sirviendo copas en la noche valenciana. Desembarcó en Madrid para ser modelo, pero acabó siendo unas cuantas cosas más: actor, presentador de televisión y político. En definitiva, hablamos de más de 40 años de exposición pública.
El exdiputado naranja confiesa, durante los momentos previos a esta entrevista, su estado actual: «Estoy de puta madre». Abandonó hace pocos meses la trituradora humana que es la política española. «Llegó un momento en mi vida en que había más problemas que alegrías», nos dice. Ahora presenta un programa de televisión en 7NN y vive la mitad de la semana en Valencia. Ha encontrado el amor. Lo cierto es que se le nota en paz.
Asciende hasta El purgatorio de THE OBJECTIVE admitiendo que, en su llegada a Madrid, joven e inexperto, pecó de «gilipollez». No se arrepiente de sus 10 años en la política: «Volvería a entrar». Sin embargo, es consciente de que esto último le ha afectado a la hora de buscar trabajo en su faceta actoral. Cantó declara su admiración por Pedro Almodóvar y relata su amistad con Miguel Bosé: «Siempre ha sido una persona que me ha gustado».
El purgatorio: entrevista a Toni Cantó
PREGUNTA.- Habiendo transitado por tantos mundos y por tantas profesiones, no me queda más remedio que preguntarle dónde se liga más. ¿Siendo modelo, actor, saliendo en la tele o siendo diputado?
RESPUESTA.- Yo en el Congreso no he ligado en mi vida, y en mi etapa política creo que, probablemente, mucho menos. El asunto no es dónde se liga más. Creo que es cuándo. Considero que es más bien una cuestión de edad y de aquello en lo que está uno, y no depende tanto de la ocupación que en ese momento tenga.
P.- Y entonces, ¿cuándo?
R.- Hace años [Ríe]. Ahora estoy en otras cosas.
P.- Su primer trabajo, si no me equivoco, fue servir copas en una discoteca valenciana.
R.-En realidad, mi primer trabajo fue vender mejillones en negro, cuando tenía 13 o 14 años. Me dedicaba a pescar mejillones en un par de espigones que había donde veraneaba, y luego los repartía por las casas de los padres de mis amigos. Luego me dediqué a lavar coches y, poco tiempo después, montamos una tienda de campaña en la playa, porque allí no había chiringuito. Vendíamos Coca-Cola, cervezas, sandía…
P.- Entonces empezó a trabajar en un chiringuito.
R.- Sí.
P.- ¿Se conoce gente en la noche valenciana?
R.- A mí me parece un trabajo interesante el tema de las copas, el tema de servir en general, porque es una lección humana muy interesante. Te pone en un lugar humilde y te ayuda a conocer la naturaleza humana, porque hay gente que se porta muy mal con los que servimos. Me dediqué durante mucho tiempo a poner copas y sí, trabajé mucho en la noche valenciana, pero no tanto en la época de la Ruta del Bakalao, porque cuando empieza la Ruta, yo ya estaba aquí en Madrid, trabajando. Y eso a mí me ayudó bastante, porque yo nunca he durado mucho de noche, ni aun queriendo. O sea, yo era el de «Ya te vas, cobarde». Siempre he sido así. Es una cuestión de energía. No me dan las fuerzas. En la época de la Ruta del Bakalao yo estaba ya en Madrid. A mí no me pasó lo que yo he visto en mucha gente. Personas a las que se les ha ido la cabeza. Incluso algunos se han quedado en el camino. Pero es que yo el domingo tenía que venirme a Madrid, porque curraba, y con eso siempre he sido un tío muy obsesivo y muy cuidadoso. Me preocupa mucho el trabajo y lo he puesto por delante de muchas otras cosas.
P.- Se puede decir que nunca le han desalojado de un after como a Froilán.
R.- No, que yo recuerde nunca me han desalojado.
P.- ¿Ha estado alguna vez en un after?
R.- No, el fenómeno after es posterior a mi época.
P.- ¿Qué relación tiene con Dios, con la fe, con la Iglesia?
R.- Soy hijo de un científico ateo. Yo también me considero una persona atea, pero valoro mucho la religión como una estructura moral que ayuda a que mi sociedad esté mejor cohesionada, funcione mejor. Me ha dado en mi cultura una tabla de valores con los que me identifico, pero a la hora de la verdad, soy ateo.
P.- ¿Y cuál es el peor pecado que puede cometer un ser humano según Toni Cantó?
R.- He sufrido las traiciones. La mentira también. Pero por suerte, no he tenido que sufrir el precio de pecados mucho más grandes que esos. Los hay mucho mayores.
P.- Quién no conozca a Toni Cantó es porque no quiere. Lleva 40 años de visibilidad pública. ¿Todos esos años de exposición pública le hacen a uno más vulnerable o crean una capa de dureza?
R.- Crean una piel gruesa y enseñan mucho sobre la naturaleza humana a una persona. Sobre todo, en política. Hay un libro que a mí me parece muy interesante que es Fuego y cenizas, de Michael Ignatieff, en el que habla acerca de la política y concluye que es una de las actividades en las que más se le exige al ser humano un buen conocimiento de sí mismo. La mayor parte de los errores en política suceden por rasgos de tu carácter. La política no tiene piedad ni existe el perdón, ni nada que se le parezca. Cualquier error se paga muy caro y las lecciones se aprenden con sangre, sudor y lágrimas.
P.- Y esto de que «a la política se viene llorado de casa», después de su paso por esta actividad, ¿le parece una frase correcta o una soberana tontería?
R.- Me parece que es lo que hay. Normalmente, uno sabe a lo que se enfrenta cuando entra en política. Luego, una vez has entrado, tienes que apechugar con todas las consecuencias. Yo no me arrepentiré en la vida de los más de 10 años que estuve en política. Fueron unos años en los que hubo muchísimas cosas buenas, pero también hubo muchos revolcones. No me arrepiento. Valió la pena porque me enseñó mucho de cómo funciona el sistema y de la naturaleza humana.
P.- Pero hubo tardes malas, entiendo.
R.- Muchas, pero hubo tardes fantásticas. A menudo, me recuerdo a mí mismo el número increíble de discursos que yo he hecho y hay rulando todavía. Y eso ocurre cuando estás en un partido pequeño. Yo puedo decir que estuve en primera división política, pero sin jugar ni en el Barça ni en el Madrid.
P.-¿Ha habido días que ha derramado lágrimas de alegría y de pena?
R.- Sí, claro.
P.- ¿Más de alegría que de pena?
R.- No, llegó un momento en mi vida en que había más problemas que alegrías. Yo lo hablaba mucho con mi mujer. Y creo que cuando uno se da cuenta de que hay más problemas que alegrías, tiene que parar y decir: «A ver qué pasa con esto». A mí eso me empezó a suceder cuando me voy a las Cortes valencianas y me meto en la parte interna de la política, que es la más dura, desagradecida y desagradable. La mayor parte de los disgustos me los llevaba a casa y también fue una de las razones que me hizo, en ese caso, abandonar el partido.
P.- Eso de Andreotti: «En la vida hay amigos, conocidos, adversarios, enemigos y compañeros de partido».
R.- Como eso de Churchill de «nuestros rivales están enfrente, nuestros enemigos, detrás»
P.- ¿Entonces, nunca pensó, durante esos más de 10 años en política, que no debía haber entrado en ella?
R.- No, nunca. Yo me siento muy orgulloso. Muchas veces pienso en aquel día en el que salí de Valencia en el autocar, con el bono de bus más pensión de mierda, de la que tuve que salir corriendo porque era una pensión de putas, cerca de la Puerta del Sol. Si a mí ese día, en el bus, me llegan a decir que yo iba a ser el primer actor en la historia de este país que se convertiría en diputado en el Congreso, que iba a ser el portavoz de un grupo parlamentario en un parlamento autonómico, que me iba a subir más de 2.000 veces a un escenario de teatro, que iba a estar en una peli con un Oscar… A mí me llegan a decir eso el día en que yo cogía el bus para Madrid y hubiera dicho: «Vamos, ni de coña». Sin embargo, todo eso lo he conseguido y me siento muy orgulloso.
P.- ¿Se arrepiente de algo de su paso por la política?
R.- No, de nada. De hecho, incluso a pesar de lo peor que me haya podido pasar en política y de lo duro que pudo ser el último año, al final eso es responsable de que yo saliera. Ahora me encuentro en una de las mejores épocas de mi vida. Entonces, bienvenido sea. También te tengo que decir que yo tengo un carácter con el que me quedo con la parte buena rápidamente. Enseguida aparto lo malo y me centro en lo bueno. Entonces, no. Yo repetiría y volvería a entrar en la política.
P.- Toni Cantó es una persona muy seguida en redes sociales.
R.- Y muy perseguida.
P.- Eso le iba a decir. Hay gente que le quiere mucho, pero también le odian mucho. ¿Cómo se lleva que a uno le odien tanto?
R.- Bueno, yo lo llevo bien. No tengo problema.
P.- Eso sí que no me lo creo. A mí me molestaría mucho.
R.- Bueno, pues no te lo creas. Pero me da igual.
P.- Permítame que me cueste creerlo.
R.- A mí me preocupa mi entorno.
P.- A usted no le molesta, pero entiendo que sí le molesta que le llegue el odio a su entorno.
R.- Claro, yo tengo dos hijos que, de vez en cuando, pueden venirme con algo que han oído o algo con lo que les han venido. Eso es lo que realmente me toca. Mi mujer, por ejemplo, que a veces me dice: «Voy a entrar en Facebook y les voy a contestar». Y yo le digo: «No, por Dios. Déjalo cariño. No pasa nada. Olvídate».
P.- ¿Uno se hace inmune al odio?
R.- Yo creo que sí. Luego hay días en que, si a lo mejor estás un poquito más bajo, te puede afectar. Pero yo he ido aprendiendo a que eso no me afecte. Y además, enseguida aprende uno a ver quién es el que te hace la crítica o qué medio la refleja, aunque sea una crítica de un bot de mierda. Y entonces, te queda muy claro.
P.- ¿Qué alguien le llame moderado es para usted un insulto?
R.- No, es que me da igual. Pero yo no me considero un moderado. De hecho, yo creo que, con el tiempo, me he ido extremando, pero en las formas, no en el contenido. Es decir, yo sigo pensando lo mismo que pensaba hace bastantes años. Mi ideología realmente no ha cambiado, pero sí que tengo una forma un poquito más bestia de comunicar las cosas o de enfrentar las ideas de la izquierda. Viendo cómo me han tratado o viendo sus contradicciones, o lo que ellos están haciendo ahora, sí que me he puesto un poquito más bestia, pero es en la forma, no en el fondo.
«La extrema derecha es un invento de la extrema izquierda»
P.- ¿Y que le llamen equidistante?
R.- No me considero un equidistante. O sea, que si me lo quieren llamar, que lo hagan.
P.- ¿Le molesta que haya ‘moderados’ en la política?
R.- Pienso que vivimos un momento que tiene muy poco de moderación. Lo digo en el sentido de que, ahora mismo, pasamos por un momento político especialmente polarizado. Con un Gobierno muy tirado a la izquierda y en brazos del nacionalismo. Considero que, frente a eso, hay que hacer una oposición muy bestia, y yo espero que el próximo Gobierno que venga no se centre solamente en la economía, que es ‘el clásico’. Espero que también deshagan muchas de las cosas que está haciendo este Gobierno.
P.- De joven fui de izquierdas, pero luego maduré es el provocativo título de la biografía de Toni Cantó. Sin embargo, he leído que originalmente tenía el de Más viejo y más facha.
R.- Sí, pero no le convenció a la editorial.
P.- ¿No me irá a decir que la editorial le censuró?
R.- No, de ninguna manera. La editorial fue extraordinariamente buena conmigo. No me censuro absolutamente nada.
P.- ¿Cuándo «facha» dejó de ser un insulto para usted?
R.- Cuando me lo dijeron ya cien veces. Sobre todo, que a mí me estaban llamando «facha» cuando yo ya militaba o estaba afiliado a Ciudadanos primero o a UPyD después. Creo que a ninguno de esos partidos, cualquiera que tenga dos dedos de frente puede tildarlos de fachas, pero ya se ha gastado tanto la palabra que a cualquiera que esté a la derecha del PSOE se le llama no solo «facha», se le llama fascista e incluso nazi. Está bien que haya un movimiento que se haya apoderado de esa palabra y la esté usando con alegría. ¿Facha? Pues vale, pues facha. Chico, yo qué sé. No tengo ningún problema. Si ser facha es estar en contra de lo que está haciendo Sánchez, estar a favor de la separación de poderes, en contra de la desigualdad de los españoles que están imponiendo los nacionalistas y una serie de cosas que yo creo que son básicas, si eso es ser facha, pues oye, sí: soy facha.
P.- Leyendo el título del libro me lo preguntaba. ¿Acaso no hay gente de derechas que sea inmadura y gente de izquierdas perfectamente madura?
R.- Sí, claro. Lo que creo es que el momento más fácil para ser de izquierdas es en la inopia juvenil, cuando uno cree en esa cosa romántica de que todo es muy bonito y de que esas ideas pueden llegar a tener un final feliz. Cuando el final de esas ideas siempre es el mismo, es miseria, destrucción y muerte. No hay más que echar un vistazo a cualquier país socialista o comunista en la historia de los dos últimos siglos.
P.- Pero entiendo que la madurez no tiene ideología.
R.- No, pero creo que, cuando uno es maduro, lo que empieza es a observar a su alrededor y a comprobar cuáles son los efectos de ciertas ideas. Entre otras cosas, eso también es madurez. Evidentemente, si uno con 50 años sigue siendo comunista, será maduro en algunas otras cosas de su vida, pero políticamente no ha alcanzado la madurez política. Eso lo tengo clarísimo.
P.- Habla en el libro de sus padres progres. ¿Cómo un hijo de padres progres acaba repudiando a los progres?
R.- Bueno, te repito, porque he visto y porque veo los resultados donde se aplican las políticas progres, empezando por este país y cómo está en estos momentos, y en otros países que no solo mi padre, sino otros personajes siguen defendiendo. Escucho a gente que sigue defendiendo a Cuba.
P.- ¿Discute con su padre?
R.- No, de hecho, mi padre me dice en broma que me agradece mucho que no discutamos. Me dice: «Hay veces que digo alguna cosa y sé que te estás callando tu opinión, hijo». Y yo digo: «Pues sí, para qué». Papá tiene 80 años y para qué voy a discutir a estas alturas con mi padre, a quien respeto por encima de todo.
P.- Lo que sí veo es que cuando fue de izquierdas, era muy de izquierdas. Esta es una pregunta imposible, pero ¿cree que si hubiera nacido en Cataluña habría sido independentista?
R.- Pues probablemente. Lo fácil ahora en Cataluña o en el País Vasco es ser ‘indepe’, ser nacionalista. Lo complicado en esos lugares es estar en contra del rebaño y ser un chaval de los de S’ha Acabat! Eso es lo complicado ahora mismo en Cataluña. Estar en el País Vasco, en la universidad, con una banderita de España. Eso es lo revolucionario ahora mismo. Lo sencillo es estar con el hachazo borroka en la cabeza y con un cartelito para los presos y haciendo el gilipollas. Eso es lo cómodo en el País Vasco o incluso en la Comunidad Valenciana. Lo difícil, lo punki realmente es estar en la derecha.
P.- ¿Entiende a los jóvenes independentistas catalanes?
R.- Entiendo que les han comido el tarro de arriba a abajo. Entiendo que están mamando esa mierda desde pequeños. Sé que es muy complicado salir de ahí. Lo entiendo, pero me queda esperanza. Hay gente que es capaz de salir de ahí.
P.- ¿Tiene amigos independentistas?
R.- [Respira y hace una pausa valorativa] La verdad es que no tengo amigos cercanos en las zonas más ‘indepes’. Es decir, en el País Vasco o en Cataluña. Mis amigos de izquierdas de la Comunidad Valenciana no son independentistas. El independentismo, por fortuna, todavía es residual en la Comunidad Valenciana.
P.- ¿Le molesta cuándo hablan del «País Valencià»?
R.- No, me da absolutamente igual. Lo mismo que cuando hablan de los «países catalanes». Es una quimera que se han inventado y oye, cada uno es feliz con sus cuentitos de hadas y sus historias. Pero eso no existe ni va a existir en la vida.
P.- He tenido la sensación, leyendo el libro, de que Toni Cantó parece que ha tenido que hacerse perdonar una especie de pecado original. Me refiero a ser de izquierdas. ¿Es una sensación equivocada la mía?
R.- Creo que, en general, en este país se castiga al que evoluciona políticamente, y a mí esto me llaman poderosamente la atención. Me llama la atención que a mí se me critique por abandonar la izquierda y, sin embargo, haya gente ‘peludita’, con 50 tacos, que se siga diciendo comunista en nuestro Gobierno. A mí que alguien se siga llamando comunista es lo que me parece absolutamente inconcebible. Lo raro es no evolucionar si has estado en la izquierda.
P.- ¿De qué habla Toni Cantó cuando no habla de política?
R.- De muchas cosas: de naturaleza, plantas, animales, de cocina o de amor. De muchísimas cosas.
P.- ¿Algún tema en especial?
R.- No, depende con quién esté hablando. Con mi padre últimamente de cocina o de salud. Con mi mujer del día a día y de, no sé, muchas cosas. Soy muy afortunado. Vivo con una mujer que es absolutamente maravillosa, de la que estoy enamorado hasta las trancas y puedo decir que, en ese sentido, como en el laboral, ahora estoy viviendo el mejor momento de mi vida.
P.- Se lo iba a preguntar después, pero ya que la ha mencionado… ¿Conoció a su mujer en una cita a ciegas?
R.- No, la conocí a través de las redes sociales. Sí es verdad que quedamos, pero no era ‘a ciegas’ porque nos habíamos visto.
P.- Una cita a ciegas me pondría muy nervioso.
R.- No, yo nunca he ido a una cita ciegas, pero sí que nos habíamos visto ya por redes. Habíamos conectado y nos habíamos escrito, y sí que es cierto que ella venía con mucha prevención porque, claro, era como «este político a ver qué coño me va me va a contar». No hablamos de política en ningún momento. Me citó en el restaurante de una amiga, en un lugar público con mucha gente, por si acaso yo era un enloquecido peligroso. La verdad es que desde entonces no nos hemos separado. Yo estoy muy feliz.
P.- Lo que sí es cierto es que, pese a lo poco que le conozco, Toni Cantó en persona es un hombre educado, afable y correcto. En las redes sociales parece usted otro.
R.- No solo en redes, sino en general, cuando practicaba política. Porque ahora en las redes también he bajado mucho la actividad. Yo confronto y creo que eso es lo bueno de la política y lo que me ha premiado mucha gente. Aunque me he ganado muchos enemigos y muchos odios también.
P.- A usted en política le gusta dar hostias, por hablar claro.
R.- Sí, y recibirlas. Es decir, lo que me gusta es combatir. Ese es el perfil que yo tenía en política, para lo que yo valía realmente. Yo subía y confrontaba. Les ponía las contradicciones delante y creo que por eso tenía éxito, porque la gente valora la valentía, aunque también tiene un coste.
P.- Dijo François Mitterrand, el presidente de la República francesa, aquello de «el nacionalismo es la guerra». Siempre se ha mostrado muy crítico con el nacionalismo catalán o vasco, pero ¿en España hay un nacionalismo español?
R.- Yo no lo conozco. No creo que haya un fenómeno de nacionalismo español. Esta es una frase muy manida por el nacionalismo catalán o vasco, pero no hay un nacionalismo español como tal, que se pueda comparar a lo que estamos sufriendo a causa de unos nacionalismos, básicamente, racistas. Nacionalismos que miran al extremeño, al valenciano, al andaluz con desprecio, desde arriba. Nacionalismos que son clasistas y que exigen ser tratados de otra forma. De hecho, vivimos en un país en el que hay varias quiebras de la libertad de movimiento y de la igualdad enormes por causa del nacionalismo. Es alucinante que un vasco tenga el doble de recursos por cama hospitalaria o alumno que un valenciano. Es alucinante que uno de Albacete no pueda trabajar en varias comunidades autónomas por las barreras lingüísticas. Eso es el nacionalismo.
P.- Yo, que soy de Granada, siempre digo: «Nunca podremos ser independentistas porque somos pobres».
R.- Tú nunca podrás trabajar en la Comunidad Valenciana, nunca podrás ser funcionario en muchas comunidades autónomas y, sin embargo, en Granada podrás ver cómo un catalán, un vasco o un valenciano podrán optar a trabajos de los que te podrán apartar. Y eso, a mí, que se vea con una naturalidad impresionante en este país me parece una cosa.
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P.- Uno de los capítulos del libro lo encabeza una frase de Antonio Escohotado: «La extrema derecha es un invento de la extrema izquierda».
R.- Es cierto. No hay nada en el lado de la derecha comparable a lo que tenemos en estos momentos en la izquierda de nuestro país.
P.- ¿No hay extrema derecha en España?
R.-No. Mira, tuve la suerte de estar con Antonio un poquito antes de que se muriera y fue una tarde maravillosa, muy divertida. Estoy completamente de acuerdo con él. La extrema derecha es un invento de la extrema izquierda. Aquella extrema derecha peligrosa que sí que existió en nuestro país, no existe. Sin embargo, sí que hay una extrema izquierda antisistema que existe y que está en las instituciones y que ocupa algunos ministerios. Eso sí que es acojonante. Otra frase que yo siempre recuerdo de Antonio era: «Es más importante crear riqueza que compartirla».
P.- Sobre sus primeros años en Madrid, usted escribe: «Llegué a Madrid siendo un gilipollas engreído, lo sé. Sigo siéndolo a menudo, pero ahora, al menos, soy más consciente de ello». Perdón por la pregunta, que así formulada parece muy bestia. ¿Cuándo se dio cuenta de su gilipollez?
R.- Muy tarde. Ahora reviso algunas cosas que yo hacía o que yo decía entonces y me da un poco de vergüenza. Pero también debo decir que ese engreimiento o esa seguridad en mí mismo fue lo que me permitió venir aquí a Madrid sin conocer a nadie, a la aventura. Sin ese engreimiento probablemente no hubiera sido capaz de liarme la manta a la cabeza y venir a buscarme la vida. Así que, por un lado, todo tiene un lado luminoso y otro lado más oscuro. Por un lado, a veces digo: «Dios mío de mi vida, qué horror, cómo era». Pero sin ese engreimiento y esa confianza en mí mismo, no lo hubiera hecho. No hubiera venido en la vida.
P.- Y escribe también: «Tuve la suerte de coincidir y hacer amistad con personas maravillosas. Ya he hablado de Montesinos, pero también estaban Miguel Bosé y toda su familia, en cuya casa -siempre abierta- te encontrabas personajes alucinantes, las Costus, el Capi, Paquito Clavel, Tino Casal, Alvarado, Bibiana, Olvido, los hermanos Berlanga, Manolito de la Fuente…. Yo estaba en una nube». Cuénteme cómo era ese Miguel Bosé y cómo era esa casa. ¿Cómo entabla amistad con él?
R.- Le conozco aquí, en Madrid, a través de amigos comunes y, como yo, mucha gente pasábamos por aquella casa y aquella casa era…
P.- ¿Estaba abierta de par en par?
R.- Sí, era una locura. No esperes fiestones. Era una locura en el sentido de la gente que pasaba por allí. Miguel en eso siempre ha sido una especie de hechicero. Hace años que no le veo, aunque de vez en cuando hablamos. A Miguel le gustaba mucho, y seguro que le sigue gustando, juntar al personal allí. Creo que es algo que sucedió desde que él era niño. Su padrino era Picasso. Se juntaba allí una serie de personajes increíbles, desde su infancia. Creo que esa energía seguía estando en esa casa y esas cosas seguían sucediendo. Para un chaval de provincias como yo, que venía de Valencia y que no conocía nada, de repente verse en esos ambientes y verte rodeado de esa gente que tú has nombrado era como una especie de nube fantástica. Era maravilloso.
P.- ¿Cree que Miguel Bosé hubiera sido buen político?
R.- Miguel puede hacer lo que le dé la gana porque Miguel tiene un coco extraordinario, es una persona con una cabeza amuebladísima. Yo es que no puedo tener más que buenas palabras hacia él porque además siempre ha sido una persona que me ha gustado, en el sentido de que es una persona que tenía y que tiene una sensibilidad y un coco tan bien amueblado que, bueno, es una de esas personas con las que uno aprende.
P.- ¿Y le han dado pena o le han decepcionado las opiniones de Bosé sobre el coronavirus?
R.- No, ¿por qué? Oye, cada uno tiene sus opiniones sobre eso y sobre otras muchas cosas, y hay que respetarlas. No me ha dado ninguna pena, todo lo contrario. Yo valoro la valentía que ha tenido Miguel, cuando había poca gente diciendo eso. En los momentos en los que salía Miguel en contra de lo que decía todo el mundo, había que tenerlos muy bien puestos para poder salir.
P.- Yo respeto la libertad de vacunarse, pero estar en contra de las vacunas…
R.- Yo lo que te digo es que cuando todo el pensamiento va en una dirección, salir y decir lo contrario puede ser muchas cosas, pero cobarde no es. Eso desde luego.
P.- Como hombre de cultura, como actor, ¿le cabrea cuando desde parte de la derecha española critican a personajes como Pedro Almodóvar o Javier Bardem, equiparando su obra con sus opiniones políticas?
R.- Yo admiro mucho a Pedro, a Javier Bardem, a Penélope, como a tantos otros que creo que han hecho muchísimo por la ‘marca España’. Luego si quieres hablamos de la clase cultural o artística de este país y sobre cómo se comporta políticamente.
P.- ¿Pero le cabrea o no?
R.- Sí.
P.- Entiendo que puedan gustar o no las películas de Almodóvar, pero meterse con ellas, que son ‘marca España’, por las opiniones políticas del director...
R.- Yo trabajé con él y no puedo tener más que buenas palabras. Creo que tanto él como Bardem o Penélope han hecho más por la ‘marca España’ que cualquier otro gobierno de este país. Eso para empezar. Hay que valorarlo como lo que es. Si hace muchos años nos dicen que figuras como él o como Antonio Banderas iban a ganar Oscar, o iban a estar en el nivel en el que ellos están, nadie se lo hubiera creído. Ahora lo vemos con total naturalidad. Dicho esto, lo que sí que sucede es que creo que, de alguna manera, la clase cultural o la clase artística de este país ha sido injusta en sus valoraciones políticas y ha sido cobarde. Ciudadanos le impuso al PP la bajada del IVA cultural, y esto fue una cosa más que yo creo que habría que agradecer a Albert Rivera, que se empeñó en que eso se llevara a cabo. Yo he estado en 30 ceremonias en las que se montaba un pollo pidiendo la bajada del IVA cultural y cuando esta se aprobó, no vi una sola declaración de agradecimiento a Ciudadanos.
P.- ¿Cree que hay muchos cobardes en la industria?
R.- Absolutamente, pero también sé por qué. Yo he pagado un precio carísimo por mi posicionamiento político en mi carrera artística. Ya no puedo trabajar en muchos lugares en los que antes trabajaba. Eso no ha pasado del día a la mañana, porque yo haya sido peor actor. Eso ha sucedido porque yo me he significado políticamente. Lo entiendo. El trabajo de actor es un trabajo muy precario. Hay un paro altísimo y si por posicionarse políticamente, tú vas a perder algunos trabajos, a lo mejor ya no puedes vivir de esto. A veces, se olvida que los que siempre hablan, la élite artística, no son la clase artística. Es una élite millonaria que trabaja mucho y que está en este mambo cultureta de izquierdas, siempre repitiendo las mismas chorradas, pero no es representativa. Tengo muchos compañeros de trabajo que me escriben, me cuentan y me felicitan y me piden que diga lo que sea.
P.- También hay otro fenómeno, y es que alguien dice una cosa. Luego uno puede responder: «Menuda chorrada». Pero si le respondes así, le das más categoría a la chorrada en cuestión.
R.- Sí, bueno, pero eso sucede con todo. A veces, da la sensación de que se hace adrede. Ahora nos hemos tirado una semanita hablando de los pezones de Ione Belarra o de la talla de Pam, cuando de lo que deberíamos estar hablando es de que, gracias a su ineptitud con las leyes, están saliendo beneficiados ya más de 400 violadores. Yo sé cómo funciona esto y sé que se hace adrede. Son cortinas de humo.
P.- Pero si son cortinas de humo y uno entra en la cortina...
R.- Claro, pero es que es muy complicado no entrar, porque la gente está en un estado de cabreo muy potente. También hay una parte del público que va a los cines y a los teatros que está muy cansada de que les traten de fascistas. Cuando tú ves a alguno de estos directores o alguno de estos actores decir que la gente del PP son unos tal, pues tú estás maltratando a la mitad de la gente que va a ir a tus teatros o que va a ir a tus películas. Me parece una cosa inaudita. Pero también habría que decir que los que separan realmente a los artistas de sus obras somos los que no estamos en la izquierda. Somos los que hemos escuchado la música de muchos, de Sabina y de Serrat, o que vemos a Bardem. Venimos separando la obra del artista desde hace mucho tiempo.
P.- Hablemos de la televisión. Usted está ahora en 7NN, los sábados por la noche, en un programa de humor y entrevistas llamado Con Toni. ¿Toni Cantó quiere ser el Buenafuente de la derecha?
R.- Admiro mucho a Andreu y no creo que le llegue ni a la suela de los zapatos.
P.- Andreu es muy bueno.
R.- Andreu es una bestia parda. Es un tío al que yo vi por primera vez cuando hacía La cosa nostra en TV3, en una época en que no existía nada parecido en España. Creo que él y parte de su equipo siguen siendo lo más grande. Ojalá fuera parecido.
P.- ¿A qué aspira?
R.- No aspiro a nada.
P.- ¿Pero en qué quiere convertir el programa?
R.- Yo estoy muy contento con lo que tengo. Creo que tenemos un programa en una tele pequeña y humilde, que está creciendo muchísimo en audiencia, que ya tiene una audiencia aproximada de 200 y pico mil espectadores, que para nosotros es un auténtico lujo. Trabajo sin la presión de la audiencia que tendría en un canal grande. Tengo libertad total para hacer lo que me dé la gana con los medios que tengo, pero estamos haciendo un producto que creo que está a la altura de cualquier producto que haga una tele grande, y eso es un milagrito. A pesar de que al principio nos hicieron una campaña de ataque potente para intentar que la gente no viniera al programa, cada vez está viniendo más gente potente y nos lo estamos pasando muy bien. Yo lo estoy disfrutando muchísimo.
P.- ¿Se puede decir que Toni Cantó está ahora más feliz que en los últimos 10 años?
R.- Yo creo que sí.
P.- Si es que… para qué se metió en política [Ríe].
R.- Bueno, quizás sin haberme metido en política no estaría ahora disfrutando tanto de esto.
P.- La última pregunta: ¿cuál ha sido el milagro de su vida?
R.- La mujer con la que vivo ahora es un milagro y mis hijos son tres milagros. Uno ya no está conmigo, pero son tres milagros más en mi vida. Y mi familia en general. Mis cinco hermanos, mi padre, mi madre y mis abuelos, que ya no están.
P.- La posdata. Fue director de la Oficina del Español. ¿Qué hace más por la difusión del castellano? ¿La Oficina o el reggaetón?
R.- Los dos. Yo creo que la Oficina del Español y yo estamos mejor separados. A mí me va mejor y a la oficina también. Creo en la Oficina del Español, que no solo existe aquí. Existe en Andalucía, en Castilla y León, existe en todas partes, lo que pasa es que Oficina del Español y Toni Cantó, y además creado por Ayuso, era una tríada a la que nadie se podía resistir desde la izquierda. Y nos cayó lo que nos cayó. Y creo que Shakira, como dice el actual director de la Oficina del Español, es una gran embajadora de nuestro idioma.