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Comunidad Valenciana

El Gobierno lleva 20 años sin invertir en control contra el narcotráfico en el Puerto de Valencia

Aduanas sigue dependiendo de un gran escáner de 2006 que solo puede revisar el 0,37% de contenedores anuales

El Gobierno lleva 20 años sin invertir en control contra el narcotráfico en el Puerto de Valencia

Agentes de policía muestran el alijo incautado en un operativo contra el tráfico de drogas en Valencia hace dos años. | Marta Fernández / Europa Press

El Puerto de Valencia, uno de los principales nodos logísticos del Mediterráneo y puerta de entrada de mercancías para toda la Unión Europea, arrastra una carencia estructural en la lucha contra el narcotráfico. El Gobierno no ha invertido en nuevas medidas de control desde hace 20 años. La última prueba ha llegado esta misma semana. La macrooperación policial de hace dos días acumula ya más de tres decenas de detenidos y casi 3,6 toneladas de cocaína intervenidas, aunque se prevé que la cifra final supere los 80 arrestados. La operación, coordinada por el Juzgado de Instrucción número 15 de Valencia y desarrollada por la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de la Policía Nacional, paralizó prácticamente los juzgados el lunes, pues se tuvo que movilizar a 45 letrados de la Administración de Justicia para supervisar casi medio centenar de registros en la provincia.

Esta operación, sin embargo, es solo la punta del iceberg, según los expertos consultados, dado que el Puerto de Valencia no dispone en la actualidad de los mecanismos de control necesarios para tanto volumen de tráfico y el único escáner operativo para contenedores en el recinto fue instalado a principios de siglo. Desde entonces, pese al crecimiento imparable del tráfico portuario y a las sucesivas ampliaciones de instalaciones, la tecnología de control sigue siendo la misma. Apenas se inspeccionan entre 40 y 50 camiones al día, una cifra ínfima frente a los más de cinco millones de contenedores que cruzan anualmente el puerto, o lo que es lo mismo: el 0,37% de contenedores que llegan a Valencia pueden pasar en circunstancias normales por la supervisión de ese sistema, una cifra pequeña para todo el tráfico con zonas potencialmente de riesgo.

El escáner comenzó a funcionar en diciembre de 2006 dentro del programa internacional Container Security Initiative (CSI), impulsado por Estados Unidos tras los atentados del 11-S en Nueva York. La idea era reforzar el control aduanero en origen y prevenir nuevos actos terroristas.

Crecimiento desigual

Cuando se instaló, en 2005, el Puerto de Valencia movía 2,5 millones de contenedores al año. Hoy la cifra se ha duplicado hasta superar los cinco millones, pero el sistema de control sigue siendo exactamente el mismo.

Se trata de un equipo de inspección no intrusiva, dado que permite revisar un contenedor en apenas cinco minutos gracias a infrarrojos, frente a las tres o cuatro horas que antes se necesitaban para un vaciado manual. En sus inicios llegó a cuadruplicar el número de inspecciones, alcanzando picos de 60 diarios. Ahora, en cambio, la media apenas ronda los 40-50 camiones al día, una cifra insignificante frente al volumen actual del puerto.

Fuentes portuarias consultadas denuncian que el modelo actual se basa en revisar únicamente los contenedores que portan una «etiqueta roja» asignada por su origen o por sospechas previas. El resto pasa con menos controles. «Si es de dudosa procedencia, se revisa; si es de empresas españolas con buena reputación, se confía», explican.

Este sistema de confianza en grandes compañías convierte al puerto en un punto vulnerable. «El puerto es un negocio que mueve millones y los controles son nimios para su dimensión. Nadie quiere retrasos ni sanciones que frenen la actividad», denuncian las fuentes.

El ‘cártel del puerto de Valencia’

La magnitud del problema ha quedado reflejada en los informes del Departamento de Seguridad Nacional de Presidencia del Gobierno, que en 2023 ya advirtió de que Valencia se había convertido en el tercer puerto de entrada de droga en Europa, solo por detrás de Amberes y Róterdam. En el informe de 2024, la advertencia se repite, añadiendo también al puerto de Algeciras.

Los investigadores hablan ya del «cártel del puerto de Valencia», un término que refleja el grado de penetración del narcotráfico en la terminal. La principal vía de entrada es el contenedor marítimo, como prueban las últimas operaciones: en noviembre de 2022, funcionarios de Aduanas y agentes de la Guardia Civil localizaron entre plátanos un gran cargamento de cocaína en los muelles valencianos: 5,6 toneladas; en octubre de 2023, la Policía Nacional desarticuló una red vinculada al Balkan Cartel, con 1.700 kilos de cocaína procedentes de Ecuador; en julio de 2024, la operación «I. Amable/Sunka/Zafra» desmanteló un laboratorio con capacidad para “cocinar” 30 kilos de cocaína diariamente y acabó con 25 detenidos en Valencia. En abril de este año se incautó otra tonelada introducida mediante el método del «gancho ciego», técnica que consiste en infiltrar la droga sin conocimiento del remitente legal.

Los narcos incluso recurren a los llamados «hombres araña», especialistas en escalar pilas de contenedores para abrir con radiales y cizallas los que transportan droga, trasladarla y cerrar de nuevo los precintos. Parte de los arrestados tenían conexiones con la banda de motoristas Hells Angels en Bélgica.

Corrupción

La precariedad de medios y la laxitud percibida por algunos de los que allí trabajan han desembocado en corrupción. En la última década, se han registrado decenas de detenciones de trabajadores portuarios, agentes de la Policía Portuaria e incluso mandos de la Guardia Civil. El caso más sonado estalló en diciembre del pasado año, cuando Asuntos Internos detuvo a Jesús Fernández Bolaño, capitán de la Guardia Civil que hasta semanas antes había dirigido la Unidad de Análisis e Investigación Fiscal y de Frontera en el puerto. El sumario le imputa delitos de blanqueo, cohecho, revelación de secretos y pertenencia a organización criminal.

El dato que más sorprende es la ausencia de inversión. La Agencia Tributaria y el Gobierno central llevan dos décadas sin reforzar los sistemas de control, pese a que el puerto no ha dejado de crecer. La comparación es gráfica: «Es como si una comisaría con 100 agentes tuviera que cubrir un barrio que ha multiplicado por cinco su tamaño, pero con la misma plantilla», aseguran fuentes portuarias.

Cuando el escáner se estropea, las investigaciones se ralentizan y la administración incluso ha de asumir la existencia de posibles costes derivados de los retrasos en la entrega de contenedores. «El sistema favorece al negocio antes que al control», remarcan.

El Puerto de Valencia no solo es la principal entrada de cocaína a Europa; también canaliza falsificaciones y mercancías ilícitas de todo tipo. «La droga es más visible, pero las falsificaciones generan millones en pérdidas y pasan igual de desapercibidas», apuntan las fuentes y de las redes criminales internacionales.

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