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El 'coworking' representará un tercio de todas las oficinas españolas en el año 2030

Crece en España el fenómeno del teletrabajo en los espacios rurales, sobre todo entre autónomos

El ‘coworking’ representará un tercio de todas las oficinas españolas en el año 2030

Un espacio de 'coworking'. | Europa Press

De aquí a 2030, la geografía del mercado laboral experimentará un cambio que ya es algo más que una tendencia, hasta el punto de que hasta un tercio de todas las oficinas de nuestro país serán en poco más de seis años, coworkings, espacios de trabajo compartidos, según explica a THE OBJECTIVE la consultora inmobiliaria Savills Aguirre Newman.

Este sector se ha convertido en un fenómeno clave en la evolución del mundo laboral, ya que no solo ha redefinido la forma en que las empresas trabajan, sino que también ha dejado una marca significativa en la estructura de las oficinas convencionales.

Actualmente, en España, hay más de 6.000 espacios de trabajo compartidos y 54.000 usuarios en los centros, siendo Barcelona y Madrid las provincias con mayor número de coworkings, según el informe del estado del coworking en España 2022-2023. Este gran crecimiento se atribuye, fundamentalmente, al aumento del teletrabajo, a la digitalización empresarial, al cambio en las preferencias de los trabajadores, ya que buscan cada vez más entornos de trabajo colaborativos y con un ambiente agradable, y a la diversidad de servicios que se ofrecen.

Aticco Workspaces, con sedes en Madrid y Barcelona, «es una de esas empresas que ofrecemos una amplia cartera de servicios con el objetivo de complementar la experiencia del usuario en nuestros espacios de coworking, y en general, hacerles la vida más fácil, de manera que, tanto profesionales autónomos como empresas puedan encontrar soluciones a sus necesidades en el espacio de trabajo, sin complicarse con la gestión», indica Gabriel Espín, CEO de Aticco Workspace. 

Coworking rural, otra alternativa

Pero el fenómeno coworking no es único de los espacios metropolitanos. De hecho, en España también empieza a estar en boga el coworking rural, que surge como una alternativa para recuperar y atraer población. Y es que, según explica el investigador de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Carles Méndez, experto en el fenómeno del coworking, «el establecimiento de estos espacios con buenas infraestructuras y programas de actividades también puede convertirse en un potente atractivo para las zonas rurales».

Lo cierto es que en España se están impulsando iniciativas destacadas de coworking rural, como por ejemplo Cowocat Rural en Cataluña, una asociación que ya es un referente en cuanto al coworking rural en Europa, y cuyos profesionales han viajado a diferentes países europeos, como Alemania, para asesorar iniciativas de este tipo, relata Méndez.

Otras organizaciones relevantes son la asociación Cowocyl y el proyecto Sierra de la Demanda en Castilla y León, una de las comunidades autónomas más afectadas por la despoblación, junto con Extremadura, Galicia y Asturias. En cuanto a Europa, los países líderes son Bélgica y Alemania, seguidos de Irlanda y los países bálticos.

Perfil del coworker rural: autónomo y freelance

Y ¿cómo es el perfil del nómada trabajador que opta por el coworking rural? Pues, según detalla Méndez, es predominantemente autónomo y freelance, a diferencia del coworking urbano, en el que también hay una significativa presencia de trabajadores corporativos. Este tipo de usuarios «disfrutan de las comodidades que ofrecen estos espacios en un entorno natural», explica el investigador de la UOC; pero también se encuentran trabajadores por cuenta ajena que se pagan el espacio porque «quieren trabajar en el pueblo donde normalmente hacen vacaciones». 

Durante el periodo posterior a la pandemia de la COVID-19, el número de trabajadores por cuenta ajena que utilizan el coworking rural ha experimentado un aumento considerable, especialmente gracias al incremento del teletrabajo. No obstante, y a pesar de esto, la mayoría de los usuarios siguen siendo freelance y autónomos que encuentran en esta opción una forma atractiva de conciliar el trabajo con el bienestar que proporciona el entorno rural.

No en vano, al coworking rural también se apuntan profesionales de empresas y organizaciones, sobre todo vinculadas a las actividades TIC, ingenierías y del ámbito de la comunicación. En el caso de Cataluña, el grupo de profesionales vinculados a estos ámbitos representa alrededor del 45 % de los usuarios que utilizan espacios rurales de coworking. «El 55 % restante son otras áreas, como artes gráficas, turismo, entre otros», señala Méndez.

Sin embargo, el coworking rural tiene sus riesgos como negocio, ya que, «el principal es la viabilidad económica y, el modelo de negocio de los espacios de coworking en Madrid, Barcelona o cualquier gran ciudad está focalizado en el alquiler de espacios; y solo alquilando los espacios ya tienen suficiente para ser viables económicamente. Claro que -apunta Carles Méndez-, esto mismo no sucede en los coworkings rurales, en los que el número de usuarios es muy inferior al que puede tener un coworking urbano».

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