Bal logra el apoyo de la mayoría de diputados de Cs y de dirigentes descontentos con Arrimadas
El candidato adelanta que en los próximos días se irán conociendo los respaldos que tiene: «Nadie da un paso así sin apoyos», señala a THE OBJECTIVE
La candidatura de Edmundo Bal para dirigir Ciudadanos ha arrancado con el apoyo de la mayoría del grupo parlamentario naranja en el Congreso de los Diputados. También cuenta con el respaldo de algunos dirigentes descontentos con la dirección de Inés Arrimadas, aunque aún no han querido dar el paso de anunciarlo públicamente.
«Nadie da un paso así sin apoyos. En los próximos días se irán viendo a partir de mensajes en Twitter», adelanta el ya candidato a la presidencia de Ciudadanos en conversación con THE OBJECTIVE. Bal se ha puesto en contacto en las últimas semanas con dirigentes autonómicos y locales, a los que expuso su opinión de que Arrimadas tenía que «echarse a un lado» para completar la refundación con un liderazgo «nuevo».
El portavoz adjunto en el Congreso deja claro que no está pidiendo que la líder de Cs «se vaya a casa», sino que Arrimadas permita «meter un revulsivo» al partido con una candidatura «de unidad» que él mismo quiere dirigir, al ver que su petición caía en saco roto. «No he obtenido respuesta en las últimas semanas, solo me daban palabras vacías», subraya para justificar el paso dado este viernes, que en el equipo de Arrimadas tildan de «traición» por parte de su mano derecha.
La comida de Bal con Villacís y Vázquez
Un momento clave fue la comida de Bal con Begoña Villacís y Adrián Vázquez en un restaurante madrileño el 21 de noviembre en el que se pusieron las cartas boca arriba. El ágape, desvelado por THE OBJECTIVE, sirvió al primero para dejar claro a sus interlocutores -que habían liderado el proceso de refundación- que se presentaría a las primarias si Arrimadas no se echaba a un lado en la carrera. La vicealcaldesa le afeó su conducta «desleal», pero Bal se mostró inflexible. Luego llegaría una tensa conversación en el Congreso entre Arrimadas y Bal por el apoyo naranja a la ley de solo sí es sí. Y ahí se quebró totalmente la confianza entre ambos.
Bal ha arrastrado en su candidatura a cinco de los nueve diputados naranjas en la Cámara baja. Sus apoyos son María Muñoz, Sara Giménez, Miguel Gutiérrez, María Carmen Martínez y Juan Ignacio López-Bas. Todos ellos escoltaron al portavoz adjunto el martes a su entrada al hemiciclo. Es el «equipo A», como lo definió el madrileño Gutiérrez en las redes sociales.
Los apoyos de la valenciana Muñoz y el alicantino López-Bas son importantes para controlar la delegación valenciana, una de las más numerosas en cuanto a afiliación. Por su parte, la aragonesa Giménez puede atraer al militante social-demócrata que queda en el partido, mientras que la gaditana Martínez servirá de contrapeso a Arrimadas en Cádiz y el resto de provincias andaluzas, donde en teoría la presidenta cuenta con más apoyos gracias al malagueño Guillermo Díaz, su único sostén en el Congreso pues el catalán José María Espejo-Saavedra está de salida de la primera línea política y mantiene un perfil neutral.
En la Ejecutiva del viernes 25 en la que la dirección naranja se fracturó por la mitad, hubo un número significativo de dirigentes que se posicionaron a favor de un sistema presidencialista similar al actual junto a las tesis de Bal. El que más énfasis puso fue el castellano-leonés Francisco Igea. Hubo otros como el canario Enrique Arriaga, el madrileño César Zafra o el exsecretario de Organización Borja González que pidieron seguir con el modelo actual y podrían sentirse más cómodos con Bal.
La balear Patricia Guasp también secundó esa opción, pero ella espera a ver qué hace el eurodiputado Adrián Vázquez, la gran incógnita de este proceso y al que muchos compañeros del partido miran de reojo como una posible tercera vía si Arrimadas renuncia a ser la portavoz política en la nueva etapa.
La presidenta también cuenta con apoyos, aunque menos de los esperados hace unas semanas. Sus apoyos más fieles son la secretaria general Marina Bravo, los citados Villacís y Díaz, los catalanes Carlos Carrizosa, Joan García y Jordi Cañas, el cántabro Félix Álvarez ‘Felisuco’ y el aragonés Daniel Pérez.
Todos ellos cerraron filas con la actual presidenta de Ciudadanos a la hora de defender que en enero solo se sometiese al escrutinio de los afiliados el cargo de secretario general, que debía dirigir la vida orgánica del partido, y dejar para más adelante las primarias para ser cabeza de cartel a las elecciones generales.
Pero ninguno de los bandos tuvo mayoría suficiente en la Ejecutiva para imponer su proyecto, así que entre todos se negoció un texto intermedio en el que se decidió por consenso que los afiliados elijan dos figuras en las primarias de enero: un portavoz nacional y un secretario general.
El primero se encargará de la dirección política de Ciudadanos, mientras que el segundo llevará la parte orgánica y no podrá tener otro cargo público. Tampoco podrá presentarse a las primarias para ser el candidato a las elecciones generales «mientras dure su mandato o en el siguiente año», lo que le impediría optar a cabeza de cartel naranja cuando Pedro Sánchez convoque comicios a finales de 2023.