Exteriores investiga a la embajadora en La Haya y su 'número dos' por presunto acoso laboral
El departamento de Albares envía una inspección de servicio a la capital holandesa tras la marcha de tres empleados y la baja médica de otros cuatro
El Ministerio de Asuntos Exteriores ha decidido enviar una inspección de servicio a la embajada española en los Países Bajos ante las quejas de varios empleados en los últimos meses por presuntos casos de acoso laboral y abuso de autoridad por parte de la actual embajadora, Consuelo Femenía, y su número dos, el ministro consejero Jorge Ávila, según desvelan fuentes diplomáticas y sindicales a THE OBJECTIVE.
La inspección se llevará a cabo a finales de marzo, después de que tres trabajadores -dos chóferes y una auxiliar administrativa- hayan renunciado a sus puestos en la embajada y cuatro personas más -un diplomático, un ordenanza, una oficial y una auxiliar- hayan pasado por diferentes bajas laborales en los últimos meses debido al trato que reciben de sus superiores. A ello hay que sumar que, a principios de noviembre, había cuatro plazas vacantes por cubrir, por lo que la citada legación española se encuentra en una delicada situación, subrayan las citadas fuentes.
THE OBJECTIVE ha tenido acceso a varios correos electrónicos que los trabajadores de la embajada en La Haya han enviado en los últimos meses a la Subsecretaría del departamento que dirige José Manuel Albares. La misiva más llamativa es la carta de despedida de una auxiliar administrativa, M.M-L, remitida el pasado 4 de noviembre a Madrid ante la «alarmante» situación que se vivía dentro de la legación española. Este periódico remitió preguntas a la Oficina de Información Diplomática (OID) y pidió hablar con Femenía para tener su versión de los hechos en dos ocasiones, pero no obtuvo respuesta.
M.M-L es una trabajadora francesa que ha estado contratada por la embajada española ante los Países Bajos en los últimos cinco años como secretaria del ministro consejero para seguir los temas de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), un organismo de la ONU con sede en la ciudad holandesa y que está dirigida en la actualidad por el diplomático español Fernando Arias.
La auxiliar describe un equipo local «fuerte y unido» antes de la llegada de Femenía y Ávila en enero y junio del año pasado, respectivamente, cuyo trabajo se hacía «de manera fluida y eficaz» hasta entonces. Con el ministro consejero la relación profesional fue «muy tensa» desde el principio. «No soportó mi manera de trabajar ni de ‘ser’ desde un principio, criticándome, exigiendo que le envíe un acuse de recibo para cada correo que me enviaba para confirmarle si le entendía o no, y acusándome de ‘perder las cosas’ solo porque no le contestaba en seguida», señala en su carta a Exteriores.
M.M-L revela en la misiva que la embajadora y su ministro consejero decidieron que la auxiliar francesa representase a España en las dos reuniones más importantes de la OPAQ, las del consejo ejecutivo de junio y octubre, una tarea que Exteriores encomienda en exclusiva a los diplomáticos y que Femenía y Ávila se saltaron, al considerar que formaba parte del cometido de esta trabajadora dentro de la embajada con el argumento de que «los diplomáticos no nos podemos duplicar».
La empleada gala aporta en su carta varios correos electrónicos dirigidos a sus superiores en la embajada. El 8 de julio, tras ser enviada a la reunión de alto nivel de la OPAQ mientras Ávila se encontraba de vacaciones, M.M-L recordó al ministro consejero que su trabajo en la embajada era «auxiliar, y no diplomática ni representante de España, para estar sentada en el Consejo Ejecutivo de la OPAQ sustituyendo a un diplomático».
La propia Femenía terció en la polémica indicándole que «no hay más remedio que, para seguir los temas, a veces tenga que ir a escuchar» a las reuniones más importantes de esta agencia de la ONU, pero la tranquilizó (ver correo de abajo) en el sentido de que no se trataba «de tomar ninguna decisión, ni de opinar, ni hacer ninguna intervención, que eso, sí, no es su nivel».
Sin embargo, ese compromiso de la embajadora no se cumplió pese a que M.M-L pidió en agosto que su presencia se limitase a las reuniones de carácter técnico como oyente. «Les ruego que no me vuelvan a enviar sola, en sustitución del personal diplomático, a las reuniones políticas y diplomáticas de alto nivel de la OPAQ», les pidió a sus superiores.
La empleada francesa, obligada a ir a la reunión
Finalmente, Femenía y Ávila obligaron a la trabajadora francesa a ir a la reunión del consejo ejecutivo de la OPAQ a principios de octubre. Ese día hubo una votación de varios países sobre el presupuesto para 2023, «un documento importante» advierte M.M-L en su carta de despedida a Exteriores. La auxiliar de nacionalidad francesa se encontró de repente en la sala que tenía que votar en nombre de España sin haber recibido instrucción alguna. «Yo, por no saber qué hacer, salí de la sala y escribí a mis dos jefes para preguntar qué hacer en este caso», recuerda sobre aquel momento.
La embajadora le respondió sin demora «que pensaba que España no tenía que votar en esta ocasión» porque ya no era miembro del consejo ejecutivo de la OPAQ, pero que llegado el caso siguiese «la tendencia general de los países de la Unión Europea». El ministro consejero, por su parte, lejos de agradecer a M.M-L que solventase la papeleta de esa forma, atacó a la trabajadora en un chat interno cuando acabó la reunión: «¿Cómo te atreves a molestar a la embajadora por un tema como éste?»; «¿Acaso es la primera vez que vas a una reunión de la OPAQ?»; «¿Cómo decidiste que España tenía que votar?»; «Es una falta de lealtad y de profesionalidad», le espetó Ávila.
M.M-L describe a Exteriores el mal ambiente existente dentro de la embajada, donde la motivación «ha desaparecido» y el espíritu de trabajo colectivo «está ahora destruido». A ello se añade que la comunicación interna «ya no existe» y que las tareas pasan de una persona a otra «sin ninguna consideración por las diferentes categorías de personal», lo que ha llevado a situaciones de duplicidad de tareas en las que afloran «críticas y broncas» de forma reiterada con cada asunto que se encarga.
«Se nos dice que nunca nada está bien hecho, cuando todos llevamos años trabajando bien y sin ninguna queja por parte de nuestros jefes anteriores. Varios de mis compañeros me confirman que ellos también experimentaron situaciones conflictivas parecidas a las mías con los dos nuevos jefes», subraya la administrativa francesa que dejó la embajada a principios de noviembre.
«Son manifestaciones de un autoritarismo sorprendentemente anacrónico que socavan la moral y el ambiente saludable en el trabajo»
Carta de los trabajadores de la embajada en La Haya a Exteriores
Un situación de «malas condiciones estresantes y sin reconocimiento ninguno» que puede afectar al funcionamiento de la legación diplomática durante la Presidencia española de la UE del segundo semestre, al encontrarse la embajada de La Haya «con menos personal» por culpa de las bajas por estrés y las renuncias a los puestos de trabajos que se están produciendo.
Precisamente, los empleados de la embajada se solidarizaron con M.M-L en una carta suscrita «por unanimidad» y que fue remitida a Exteriores unos días después de la marcha de la auxiliar administrativa. En la misiva (leer abajo), reconocen que los hechos descritos por ella «no constituyen excepciones aisladas» y que están afectando «a la salud laboral» de la legación.
«Unas formas que rozan, si no traspasan, la falta de respeto y educación, abundan en el reproche y en el cuestionamiento prejuicioso de nuestra profesionalidad y son, en ocasiones, manifestaciones de un autoritarismo sorprendentemente anacrónico que socavan la moral y el ambiente saludable de este espacio de trabajo», hacen hincapié los empleados refiriéndose a la embajadora y el ministro consejero.
Por su parte, el diplomático que está de baja psicológica -L.T-remitió una carta a la embajadora en enero en la que critica las humillaciones que, a su juicio, sufre el personal que está a sus órdenes, «esos empleados-felpudo sobre los que vuelcas día tras día todos los malos modos y desconsideraciones de que es capaz tu enfermiza manera de entender la autoridad». Además, apunta a que, dentro de la carrera diplomática, hay reticencias a trabajar con ella.
«Se convoca una plaza en comisión de servicio para el personal diplomático en tu embajada y queda desierta; se jubila el ministro consejero de tu representación y quien le reemplaza (Jorge Ávila) tiene ocho años menos de antigüedad que la secretaria de embajada. Tu concepto de autoridad y tu forma de ejercerla espantan al personal de Exteriores y envilecen el órgano de la Administración del Estado sometido a tu dictado. Has convertido La Haya en Kabul. Triste logro», le reprocha L.T a Femenía, casada con el exministro Pedro Duque y que antes de su destino en la capital holandesa ha estado al frente de las embajadas en Letonia y Malta sin que saliesen a la luz quejas de este tipo.
El decálogo laboral de González Laya
A principios de 2021, siendo Arancha González Laya la ministra, Exteriores publicó un decálogo de Pautas de Relaciones Laborales en el que se asumía el compromiso de «tolerancia cero con respecto a los comportamientos o las actitudes que puedan implicar un abuso de autoridad en el ejercicio del cargo o una grave desconsideración con las demás personas».
Este documento se centra en el trato respetuoso «a todos los compañeros y las compañeras de trabajo, superiores, de igual nivel y subordinados/as» e incluye la advertencia de que «cuando se demuestre fehacientemente la comisión de estos hechos, se tomarán las medidas administrativas que sean precisas».
En cuanto a aquellos que ocupen una «posición de liderazgo» -básicamente, altos cargos, embajadores o cónsules-, estos tienen una «especial responsabilidad» en el desempeño de su trabajo. «Debe evitar un liderazgo autoritario, y en su lugar optar por ejercer un liderazgo democrático favoreciendo la participación en la toma de decisiones de todos los miembros del equipo», se indica en el documento.
«Abstengámonos de emplear términos despectivos y de incurrir en prácticas o comentarios discriminatorios»
‘Pautas de Relaciones Laborales’, aprobado por Exteriores en la etapa de González Laya
La relación con los compañeros de trabajo, «cualquiera que sea la posición que ocupen en el equipo, de mayor o menor rango que uno», tiene que basarse de manera «respetuosa y dignamente», se subraya en el decálogo aprobado por Laya. Y quedan prohibidos los menosprecios: «Abstengámonos de emplear términos despectivos y de incurrir en prácticas o comentarios discriminatorios. No etiquetemos ni juzguemos a los demás. No consintamos que los demás lo hagan», se hace hincapié en las Pautas de Relaciones Laborales. Unas directrices que no se están cumpliendo en la embajada en La Haya y que ahora investigará la inspección de trabajo, subrayan las citadas fuentes.
Además, en marzo de 2022, ya con Albares como jefe de la diplomacia, el Gobierno firmó en Ginebra la adhesión de España al Convenio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre la eliminación de la violencia y el acoso en el mundo del trabajo, un instrumento que reconoce «el derecho de toda persona a un mundo del trabajo libre de violencia y acoso (…), que la violencia y el acoso en el mundo del trabajo pueden constituir una violación o un abuso de los derechos humanos, y son inaceptables e incompatibles con el trabajo decente».
En los últimos años se ha destituido a algunos embajadores o cónsules a los que se investigó por presuntos malos tratos al personal que tenían a su cargo. El último de ellos fue el cónsul general en Jerusalén, Ignacio García-Valdecasas, en mayo de 2021 por orden expresa de Laya tras confirmarse casos de abuso de autoridad del diplomático con el personal laboral que trabajaba a sus órdenes en Tierra Santa.