El Gobierno monopoliza el debate y convierte la moción en un mitin contra el PP
El presidente despliega su esperada estrategia: ningunea a Tamames y rivaliza con el ausente líder del PP, a quien responsabiliza de «su indecente abstención»
El Gobierno esperaba del debate de la moción de censura recuperar el foco y el relato, dejar atrás la división en la coalición y encontrar el revulsivo electoral necesario para espolear a la izquierda en el inicio de la precampaña electoral para el 28-M y frenar la escalada del PP en todas las encuestas. Moncloa cree que se han cumplido los tres objetivos. Un debate que el presidente Pedro Sánchez ha monopolizado desplegando su estrategia de confrontar los bloques y con la intención de homologar a la derecha del PP con «la ultraderecha de Vox», proyectarlo como un todo, «como dos gotas de agua», con el mismo fondo pero formas distintas, en el que los de Abascal aportan «un plus de brutalidad» al discurso del PP.
Ésta fue la idea fuerza del jefe del Ejecutivo a quien se censura este martes en el Congreso. Como adelantó THE OBJECTIVE, ignorar al candidato Ramón Tamames, -quien no intervino hasta el mediodía por el juego de replicas y contrarréplicas en el que se enfrascó Sánchez con Abascal-, y rivalizar con el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, a quien se refirió en varias ocasiones pese a su ausencia en el Hemiciclo. El presidente del Gobierno reprochó al líder del PP su «indecente abstención» ante una moción que calificó de «delirante, estrambótica y show parlamentario»: «Los votos en contra que merece este delirio, al señor Feijóo no le producen ni frío ni calor».
Una abstención que para Sánchez es «un pago en diferido, un anticipo de caja» ante el que el PP «esconde la mano con su abstención». Pero advirtió: «Este negocio deja marcas. Más pronto que tarde la ultraderecha vendrá para exigirles un segundo pago para saldar las deudas», señaló Sánchez en referencia a un eventual acuerdo entre PP y Vox para las elecciones generales. «Señora Gamarra, señores del PP, cuando llegue ése día, cuando llegue ese momento, acuérdense de este debate».
Para Sánchez, «el proyecto de todos ustedes, la derecha y la ultraderecha, la que presenta y la que se abstiene, es retroceder diez años atrás» en materias como las pensiones, el feminismo, la inmigración, el cambio climático o las inversiones en ciencia e investigación. La única diferencia es que «desde Vox se limitan a añadirle unas gotas de intenso sabor». Y siguiendo en el campo alimentario, Sánchez se preguntó sobre la aportación de la formación de Abascal a la política española: «Vox es a la política española lo que la comida ultraprocesada a la dieta mediterránea. Vox es el glutamato de la derecha».
«Feijóo está descolocado»
Fuentes socialistas aseguran que «en esta moción el único que está descolocado es el señor Feijóo dando pasitos hacia la ultraderecha sin que se note mucho. De momento una abstención, y ya vendrán los pactos tras las elecciones». Para los socialistas, el líder del PP se sitúa «en el limbo» en las principales materias como las pensiones, la protección social a los vulnerables o las ayudas ante el incremento del coste de la vida. «La moción de hoy, en la que no va a estar ni en el Congreso, es otra prueba. Cerca de la ultraderecha, pero a ver si nadie se da cuenta».
Como ya anticiparon fuentes gubernamentales, el argumentario socialista se centra gira en la confrontación de dos modelos «antagónicos»: un gobierno progresista encabezado por Pedro Sánchez, «que hace avanzar a España y protege a las clases medias y trabajadoras, o el de la alianza del PP y Vox, que envolvería a entregar el mando a los poderosos que no se presentan a las elecciones».
Tamames, «el señuelo»
El tono del presidente del Gobierno fue dual: respetuoso con el candidato, Ramón Tamames; condescendiente y duro con el líder del grupo proponente, Santiago Abascal. Al primero le calificó como «el señuelo detrás del que se esconde el impresentable proyecto» del segundo. Y le reprochó que «contribuye a blanquear a un partido que rechaza la igualdad entre hombres y mujeres, niega la evidencia científica del cambio climático y criminaliza a los inmigrantes. No creo que ésta haya sido la mejor idea que ha tenido en su vida. Vox no es un partido más… Vox es otra cosa. Usted no toma la palabra con el apoyo del partido comunista, ni del Centro Democrático y Social ni la Alianza Popular de Fraga. Quienes propugnan su candidatura son los sucesores de Blas Piñar», denunciando Sánchez siendo ovacionado por la bancada socialista.
También le criticó por las «licencias retóricas» de un «eficaz polemista» en relación a su acusación por la falta de separación de poderes o la afirmación de que España camina hacia la autocracia. «España es una democracia plena. Lo que cuentas son los datos y usted debería también saberlo». A Abascal le atizó por presentar «una moción de censura de tierra quemada, que aspira a destruir y no a construir, exactamente igual que la primera moción de censura que presentaron en plena pandemia, señor Abascal». La única diferencia, es que «ésta vez, usted no es el candidato y se ha confirmado con ser el presentador y telonero. Veremos cuál es su papel a próxima vez».
Sánchez bromeó animándole de cara a la siguiente moción de censura que presente Vox: «Podría hacer como el señor Feijóo y ni siquiera aparecer por aquí… Visto que su fuerte no es el trabajo. Para la próxima legislatura lo más probable es que no le alcance para presentar las firmas necesarias para una moción de censura», señaló en referencia a la bajada sostenida de su formación en las encuestas recientemente publicadas.
Pegamento de la coalición
El Respecto a la cuestión interna de la coalición, Sánchez quiso monopolizar un debate que potencia su perfil presidencial después de varias semanas de discrepancias en el seno de la coalición progresista pero con la voluntad de darle perfil a su vicepresidenta segunda Yolanda Díaz, sin cuya plataforma Sumar, no habrá opciones de gobernar en la próxima legislatura. Un reparto pactado de los tiempos, no a partes iguales, pero sí con la intención de reforzar también a Diaz frente a las críticas y cuestionamientos del espacio morado, enfrascado en la difícil tarea de alcanzar un acuerdo con Díaz para la candidatura conjunta.
En una de cal y otra de arena, Sánchez aprovechó su discurso contra Abascal para exigirle que retirase el discurso contra «las dos ministras» a las que Vox llamó «locas» por su discurso feminista. No citó a Irene Montero y a Ione Belarra pero el sobreentendido fue válido hasta para las ministras de Igualdad y Asuntos Sociales que aplaudieron la intervención del jefe del Ejecutivo en su defensa.