Díaz amenaza con provocar un conflicto con Italia a las puertas de la presidencia europea
Sánchez busca el apoyo de Italia sobre temas migratorios y de energía para llegar a acuerdos de calibre durante el semestre europeo
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lo había intentado. El pasado 5 de abril había viajado a Roma para encontrarse con la presidenta del Ejecutivo italiano, Giorgia Meloni, y celebrar un primer encuentro que tenía muchas derivadas geopolíticas: la principal, el acercamiento estratégico de cara al semestre español de presidencia del Consejo europeo, que Sánchez desempeñará entre julio y diciembre, con la política energética en el contexto de guerra en Ucrania y la política migratoria por resolver. Sánchez buscó arreglar un desencuentro con Meloni después de un desliz en una cita en Bruselas. Todo parecía encauzarse, aunque las últimas declaraciones de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, han vuelto a frenar el acercamiento.
Los principales medios de comunicación italianos señalaban en sus primeras páginas del pasado jueves los «ataques de Francia y España» a Giorgia Meloni por su política migratoria y social. Las críticas de Francia no representan algo novedoso. Meloni y Emmanuel Macron llevan meses enfrentados, con la política italiana que culpa a Francia de escurrir el bulto en temas migratorios, dejando a Italia sola ante la oleada que se espera para los meses estivales. Pero ahora se han sumado las de Yolanda Díaz desde el Congreso de los Diputados, algo que no ha pasado desapercibido en Roma.
El gobierno de centro-derecha de Meloni hace de la política migratoria una de sus prioridades. A raíz de unos sondeos todavía al alza, su partido, Fratelli d’Italia, defiende la mano dura contra la inmigración ilegal. Y Meloni quiere abordar su primer año al mando del Ejecutivo con una reducción de las rutas marítimas desde el norte de África.
El encuentro de abril
En abril, Sánchez y Meloni se vieron en Roma y hablaron de migración. Era la primera cumbre bilateral, que se celebraba pocas semanas después de que Sánchez difundiera en las redes sociales una fotografía que no gustó a la diplomacia italiana. El selfie de Sánchez no gustó a Roma porque en él aparecía una butaca vacía, que correspondía a Meloni, quien estaba a punto de entrar en la habitación donde se celebraba una importante reunión a puerta cerrada.
La diplomacia suele regirse por detalles, y ese mensaje de Sánchez en las redes enojó al equipo de protocolo del país transalpino. Al igual que ocurrió con la delegación francesa en Barcelona durante la cumbre con Macron. En ese foro los organizadores irritaron a los franceses por no reconocer y tratar como infiltrado a un alto cargo de política internacional de origen francés.
La cuestión es que Sánchez tendrá a partir de julio la responsabilidad de fijar la agenda europea y quiere que esa proyección sirva para la campaña de las elecciones generales. Así que busca «sintonía» con Meloni, lo que significa hablar con Italia sobre las cuestiones energéticas y migratorias. En la cumbre de abril en Roma se intercambiaron sonrisas. Sin embargo, nada más despedirse de Sánchez, la primera ministra italiana decretó el estado de emergencia por las primeras llagadas de migrantes. ¿Avisó antes a Sánchez? Quedan dudas.
Algunos observadores hablan de un posible efecto dominó en otras rutas, que verían a España como otro foco de acogida de migrantes. Aun así, a nivel oficial el Gobierno quiere mostrar cercanía a Italia en un momento en el que Sánchez sabe que necesitará el apoyo de Roma para que el semestre europeo sea un éxito.
Dos deslices de Díaz en un mes
Sin uno de los países fundadores y principal economía del continente será difícil llegar a grandes acuerdos que marquen una gestión comunitaria que el presidente español también quiere aprovechar como palanca de su visibilidad internacional. De ahí que hayan sorprendido en los ambientes diplomáticos de la capital las palabras pronunciadas por Yolanda Díaz, ministra de Trabajo pero también vicepresidenta de Sánchez, sobre Italia y Meloni.
La ministra afirmó que Meloni «ha salido el 1 de mayo en Italia a propiciar un decretazo para gobernar contra los trabajadores en Italia y volver a los contratos basura«. Todo apunta a que el ataque de la vicepresidenta ha enojado al departamento de presidencia italiana. Así lo deslizan las crónicas periodísticas del país transalpino. El vicepresidente italiano y ministro de Exteriores, Antonio Tajani, reprochó las palabras de Díaz en las redes sociales. Y la propia Meloni intervino diciendo que Díaz «quizás no conoce bien el trabajo que está haciendo el Gobierno italiano».
Aunque los mensajes oficiales trasladados a la prensa hablan de cautela y continuidad con lo debatido en abril, lo cierto es que en las crónicas de los principales diarios italianos y en algunos análisis de sus columnistas se transmite la molestia de Roma con los ataques recibidos desde España, en un contexto que ya es de confrontación con Francia. Meloni y miembros de su Ejecutivo relacionaron los ataques de los responsables franceses y españoles con sus dificultades en política interna. Concretamente, con el hecho de agitar el fantasma de la extrema derecha para activar a sus votantes.
«Usan a Italia para hablar a sus votantes»
«Están usando a Italia para hablar a sus votantes», comentaba, por ejemplo, Massimo Franco en la segunda página del Corriere della Sera. Este mismo diario titulaba en su portada del jueves: «Nuevos ataques a Italia», donde mencionaba las palabras de los miembros del gobierno de Macron y de Yolanda Díaz. El gobierno italiano ya anuló una visita a Francia prevista para esta semana como reacción a los ataques de los ministros de Macron. Y este choque amenaza ahora con extenderse a España.
Italia, en definitiva, teme que España se posicione explícitamente con Macron en un escenario de enfrentamiento galo-italiano, en lugar de actuar de pacificador. Y, de ser así, complicaría la búsqueda de apoyos italianos a la presidencia de Sánchez. Todo ello en medio de otros deslices de Díaz sobre Marruecos (habló de «dictadura» para referirse al gobierno de Rabat), que ya han obligado al Ministerio de Exteriores a corregir a la vicepresidenta para evitar conflictos diplomáticos con un país con el que Sánchez necesita mantener buenas relaciones.