THE OBJECTIVE
El purgatorio

Rafa Latorre: «Es inaudito que haya periodistas que critiquen a otros por ser demasiado duros»

El director de ‘La brújula’ de Onda Cero analiza la actualidad política y mediática a pocos días de las elecciones generales

Con él se acuestan muchos españoles por la noche. Más de 400.000 españoles por ser más precisos, no solo se acuestan con él, sino que algunos se duchan con él, cenan con él o viajan cientos de kilómetros por carretera con su inestimable compañía. Su voz honda, con la que aparenta más años de los que tiene, es para muchos, lo último que oyen en el día. Aunque ahora, con los podcasts, puede ser que usted vaya al gimnasio y se ponga a escuchar La brújula de Onda Cero, el programa que dirige y presenta Rafa Latorre (Pontevedra, 1981) por la mañana, mientras chorrea sudor en la cinta de correr e intenta llegar a tiempo a la operación bikini (hay quienes aún creen en los milagros). Y sin duda, la radio ha ganado en comodidad lo que ha perdido en magia y misterio.

Gallego no profesional, madrileño de adopción, apasionado de la radio, columnista en El Mundo, seguidor de Eurovisión, analista fino de la política nacional. Lector apasionado. A pocos días de la madre de todas las batallas, también conocida oficialmente como las elecciones generales del 23 de julio, Latorre acude presto a la convocatoria de El purgatorio para radiografiar lo que más destaca de esta campaña veraniega. El galleguismo oficial de Feijóo y Yolanda Díaz, el «plebiscitario» de Pedro Sánchez, el lado más duro de Vox, el regreso de Zapatero. Y hasta las acusaciones de Àngels Barceló a Carlos Alsina por la entrevista al presidente del Gobierno. Con una frase lapidaria, «siempre será mejor una soflama que una monserga», Latorre clarifica su visión de la polémica. Para ser gallego, perdón por el topicazo, qué claridad.

PREGUNTA.- Los gallegos, ¿lo que mejor saben vender legalmente -me refiero, aparte de marisco- es a los políticos?

RESPUESTA.- Lo que mejor sabemos hacer es hacernos los gallegos. Y eso creo que es bastante útil en la política y eso quizás explicaría muchos éxitos, incluso alguno reciente. 

P.- ¿Pero qué es hacerse el gallego?

R.- Bueno, pues cuando llegas a un debate, por ejemplo, y te miran como si fueras el coitadiño, que decimos allí. Eso yo creo que ha ocurrido en este debate. Lo que pasa es que yo no me regodearía demasiado en el tópico del gallego respecto de Núñez Feijóo, porque tendemos a veces a crear un tipismo que es muy exagerado. De todas maneras, sí, se hace muy bien el gallego.

P.-  Pero como gallego, ¿qué opina cuando al analizar a políticos como Yolanda Díaz, Feijóo, Rajoy o Fraga siempre se resalta que son gallegos?

R.- Eso es pereza intelectual. Es mucho más fácil hacer una metáfora regional de estas cosas que hacer un análisis de verdad. En España hay una creciente profesionalización de las regiones, de manera que ya hay gallegos profesionales y andaluces profesionales. Y luego la pereza intelectual que te lleva a acudir a ese equipaje que, en el fondo, es de baratillo. Es decir, ¿en qué en qué se parecen Yolanda Díaz y Alberto? En nada, en que son gallegos. ¿Podemos encontrar una esencia gallega común a ambos? No, porque hay una distinta forma de galleguidad. Es verdad que a ambos les gusta mucho porque, por alguna razón en esta vida los gallegos conseguimos engañar a toda España, y además en repetidas ocasiones y sin que nos lo tengan en cuenta. Pero ambos se regodean en el carácter galaico en algunas expresiones porque no resultan antipáticas. 

P.- Lo de Yolanda Díaz con un biquiño.

R.- Sí, biquiño y graciñas.

P.- ¿Rafa Latorre qué tipo de gallego es? 

R.- El tipo de gallego que no dice graciñas. [Ríe] Pero porque me parece una tontería estar haciendo una profesión de fe constantemente de lo que eres.

P.- Hay gente que se toma el ser gallego como algo profesional.

R.- Absolutamente no, y sí quiero hacer como una especie de marca personal de ello. Yo creo que es una circunstancia más que yo agradezco, porque se trata de una tierra con grandes lugares, un clima estupendo, a pesar de que la gente crea que llueve, una comida extraordinaria y, sobre todo y ante todo, el lugar donde se encuentra mi familia, que es la circunstancia más importante.  El resto, estas abstracciones del terruño, de verdad que no las entiendo. Yo no siento que me embarga un espíritu especial cuando me encuentro en Galicia. Ni aquello que decía Sidney Poitier: «Las raíces no traspasan las suelas de mi calzado». Yo no llevo Gucci, pero él sí lo llevaba. Es que esto se lo preguntaban cuando había ido a África. 

P.- ¿Hay un modo gallego de entender la política, o eso también es una bobada absoluta?

R.- Si hubiera un modo gallego de entender la política…, bueno, no sé, oye, igual están emparentados Franco y Yolanda Díaz. Franco también se hacía muy bien el gallego. Fíjate, la capacidad que tiene el gallego para engañar al resto de España es la que precisamente le da esa facultad: el hacerse el gallego.

P.- Franco era de Ferrol. ¿Y Yolanda Díaz?

R.- De Ferrol, también.

P.- Cuidado, que entramos en similitudes malvadas.

R.- Seguro que en lo económico también encontramos alguna más. Bueno, también en lo periodístico creo que es una concepción de la profesión también bastante similar.

P.- ¿Ah sí? ¿Por qué?

R.- Hombre, quieren hacer un estatuto. Incluso cree que hay una carrera periodística de la que puedes expulsar a un informador que publica un bulo o manipula. Cree que hay una colegiación. Bueno, ahí hay una serie de rasgos bastante comunes en ambos. Luego lo borraron. Lo peor que te va a ocurrir es presentar tu programa y tener que corregir uno de los puntos más llamativos al día siguiente. 

P.- Estando en El purgatorio, pregunta clásica, ¿cuál es su relación con Dios? 

R.- Pues la verdad es que no nos conocemos. No tengo el don de la fe. Hay gente que es verdad que está predispuesta a creer. No creo que sea fácil tampoco tener una relación con Dios. La gente suele banalizar mucho las experiencias ajenas, quizás de una forma autoexculpatoria. Una relación con Dios puede ser realmente complicada. Mi mujer cree en Dios, pero yo, francamente, no tengo el don. 

Foto: Carmen Suárez

P.- Le agradezco a Rafa que haya venido hoy a ser entrevistado. Justamente está siendo una campaña o una precampaña, donde se ha hablado mucho de las entrevistas. A veces, mucho más de los entrevistadores que del entrevistado, o sea, del presidente del Gobierno. Es curioso, ¿no?

R.- Sí, esto es algo fascinante. Lo curioso no es que se hable de los periodistas. Esto ha ocurrido siempre. Ni siquiera que se los critique. A veces, nos creemos que somos pioneros en todo. Lo que es inaudito, y eso yo creo que es innegable, es que periodistas critiquen las entrevistas de otros periodistas por ser demasiado duros. Generalmente lo que se criticaba en los periodistas es que éramos bizcochables y que, de repente, en una entrevista tú no eras capaz de enfrentarte al entrevistado con la suficiente gallardía o decirle todo aquello que en un monólogo habías espetado en la soledad del estudio de radio.

Ahora no, ahora resulta que se considera que la disciplina, la ortodoxia, el ser bizcochable se ha convertido casi en una virtud. Entonces se reprocha de los entrevistadores que sean demasiado duros. No lo sé, pero yo había crecido pensando que en la entrevista que le había hecho Iñaki Gabilondo a Felipe González, en la que le pregunta por los X del GAL, era una gran entrevista porque la había puesto ante sus contradicciones. Pero veo que no, que tengo que revisar mi educación sentimental. 

P.- Hace pocos días, Àngels Barceló, directora de Hoy por Hoy en la SER, habló de programas mañaneros donde se emitían soflamas, con especial inquina, faltando a la verdad. Y su compañero Carlos Alsina le preguntó a Àngels si iba por él, y Àngels se lo confirmó. ¿Rafa Latorre cómo lo vivió? 

R.- No he visto a Alsina desde entonces. Y bueno, sí solemos hablar, pero no demasiado. Fíjate que, en realidad, lo viví en directo, porque yo me enteré de todo esto a las 08.30, cuando él estaba en esos momentos en los que él hace la revista de prensa y yo estoy esperando para entrar en el Gallo desde mi casa. Él me sorprendió bastante. ¿Pero cómo era posible este monólogo? No lo había escuchado antes, no tenía noticia de ello. Le dije que efectivamente, siempre será mejor una soflama que una monserga, y creo que es lo que define muy bien esta agria polémica. 

«¿Desde cuándo criticar a un presidente supone cuestionar la democracia?»

P.- ¿Cree que Pedro Sánchez ha conseguido con esto de la derecha mediática o con el hecho de etiquetar a diversos medios una división más grande, si cabe, que la que ya existía entre periodistas? ¿Ha conseguido crear un clima más irrespirable? 

R.- Sánchez es un personaje plebiscitario y como tal es un personaje que tiende a dividir porque es su querencia. Pero Sánchez no ha conseguido nada que el resto no esté dispuesto a hacer. Es decir, si la gente se ha alineado de forma servil ante Sánchez, es porque él también tiene una disposición a ello. La libertad de prensa de la que antes hablábamos, a cuento del programa de Sumar, permite que cualquier persona se alinee con cualquier partido político, incluso casi orgánicamente. Oye, puede haber prensa de partido. Lo que a mí me resulta discutible es que eso convierta a los que no lo somos en una especie de dinamiteros de la democracia. Pero ¿desde cuándo criticar a un presidente supone cuestionar los fundamentos de la democracia? Más bien es todo lo contrario. 

P.- ¿Considera que Sánchez, al contrario de lo que él piensa, ha sido un presidente tratado con mimo por parte de determinada prensa? 

R.- Pues mira, no, ninguno. Todos los presidentes se consideran maltratados por la prensa. Todos. Pero Sánchez ha tenido poderosos aliados mediáticos. El diario de mayor tirada en este país cambió a un director que era muy crítico con Pedro Sánchez la primera semana a la que él accede al poder. Y de lo que no hay duda es que la línea editorial de ese diario, que es El País, se convirtió en mucho más amable con Pedro Sánchez. Bueno, ahí tenemos un ejemplo.

Pedro Sánchez ha concedido nueve entrevistas a la Cadena Ser, nueve por una a Onda Cero. Entiendo que eso responde a una lógica. Entiendo. Puede que las casualidades existan y que tengan unos dados en la Moncloa que arrojen y «vaya, ha vuelto a caer en la Ser. Mala suerte». Claro que tiene poderosos aliados mediáticos. Sánchez lo que no tiene derecho es a presentarse ante la sociedad española como una víctima, porque no lo es. Puede presentarse como… bueno, tiene derecho a lo que quiera. Luego, además, eso obtendrá el resultado que obtenga. El resultado va a ser malo, porque evidentemente la autocompasión no es la mejor forma de presentarse a unas elecciones. 

P.- Está siendo también una campaña de regreso. De regreso del zapaterismo. Ha vuelto Zapatero.

R.- Bueno, Zapatero volvió creo que con una de las crisis de gobierno en la que vivimos, que de repente empezamos a identificar algunos elementos y a volver a nuestra memoria del zapaterismo. Y eso nos permitió concluir que esto del sanchismo no era más que un tardozapaterismo. Como hay una parte del PSOE de hoy, indudablemente zapateril, que considera que la labor constituyente de Zapatero, el verdadero proyecto que él tenía en el poder, quedó interrumpido por un accidente que fue la crisis financiera, pues se decidió en un determinado momento que, como Sánchez necesitaba unas estructuras del partido que lo sostuvieran en el poder, había que regresar a ese mismo instante en el que la crisis financiera interrumpió el zapaterismo, y por eso lo llamamos el tardozapaterismo.

Zapatero, vamos a reconocerle algo, desde luego es un hombre con convicciones. Yo creo que todo lo que en Sánchez es necesidad, en Zapatero es convencimiento. Y son dos tipos completamente distintos de político. Lo que pasa es que Zapatero necesita a Sánchez. Y como Zapatero es un hombre de convicciones, acude raudo a prestar su labor al partido. Yo se lo reconozco. Ahora tampoco olvidemos que, en el momento en el que el partido más lo necesito, que es cuando él congeló las pensiones, hizo este ajuste social que le llevó a la derrota electoral. A pesar de que era lo que tenía que hacer. Él no se presentó a esas elecciones y dejó abandonado al partido. Lo digo porque a veces las biografías embellecen con el tiempo. 

P.- Hay un lema que nació antes de esta campaña: «Que te vote Txapote». Incluso lo sacó el propio Sánchez en el debate. Hay víctimas que están en contra de su uso, Consuelo Ordóñez seguramente sea la más significativa. Hay otras víctimas, como Marimar Blanco, como Daniel Portero, que están a favor del uso. Dicen es libertad de expresión y además define la labor del Gobierno. ¿A Rafa Latorre qué le sugiere el uso del «Que te vote Txapote»? 

R.- Yo como soy finísimo a mí eso no me gusta nada. Pero, ¿sabes lo que pasa? Creo que se está cometiendo un error bastante grave. «Que te vote Txapote» no es un lema surgido de ningún laboratorio político. El problema es ¿cómo vas a frenar eso? La peor manera es invocándolo.

O sea, nada le ha hecho un favor más evidente al lema o a los que lo gritan que el presidente reprodujera esa misma frase en el debate electoral. Claro, Consuelo Ordoñez tiene toda la legitimidad para protestar contra quienes utilizan el nombre del asesino de su hermano para hacer política. Lo que pasa que luego pueden salir otras víctimas a decir que también en su condición de víctimas a ellas les parece perfectamente legítimo el utilizar esa consigna. A mí, francamente, me gusta hacer política de una forma más racional, pero entiendo que no todo lo puedes dominar en política. No me gusta que lo diga cualquier dirigente político.

P.- Vamos a hablar nuevamente de política y de galleguismo. Usted conoce a Alberto Núñez Feijóo en la medida en que está más familiarizado con la política gallega.

R.- Sí, pero ahora hay que ir a una cosa que es fabulosa, que es fingir que Galicia es algo parecido a Marte y que Feijóo es un desconocido. En realidad, Alberto Núñez Feijóo lleva haciendo política toda la vida. Sí, claro que lo conozco.  

«El sanchismo no es más que un tardozapaterismo»

P.- ¿Qué destacaría del modo en que ejerce la política Alberto Núñez Feijóo en contraposición a cómo la ejerce Pedro Sánchez? 

R.- No, no tiene nada que ver. Todo lo contrario. Con Feijóo hay muchos equívocos. Feijóo ha sido un político que ha sabido adaptarse a muchas circunstancias. Yo creo que lo más difícil que ha hecho Feijóo en su vida ha sido dominar el Partido Popular gallego desde la oposición: un partido que tenía cuatro barones provinciales que traían a Fraga a maltraer. Y sin embargo, llega este hombre que parece un gestor sin otros atributos políticos y consigue dominarlo y hacer esa tarea orgánica que se contrapone, por ejemplo, al arrasamiento de un espacio político por parte de Yolanda Díaz.

Aquí tenemos a dos tipos de político: una política que es todo brillo, todo fulgor y tras de sí solo deja un terreno arrasado, como es el espacio de las Mareas. Y ya veremos lo que ocurre también con esto que se llama el espacio de Sumar. Y luego un político que tiene una apariencia tan gris y, sin embargo, tiene unos logros tan mensurables. Quizás es el momento adecuado para Feijóo, después de una hipertrofia política tan salvaje como la que hemos vivido durante el mandato de Sánchez. De repente, llega un señor con apariencia normal. La apariencia es muy importante en la vida y en el debate. Eso yo creo que fue bastante explícito y que venía a decir que va a hacer una política convencional, previsible. Bueno, estas cosas que adornaban también a Mariano Rajoy cuando llegó después de la hipertrofia política del zapaterismo.

P.- ¿Es un error equiparar a Feijóo con Rajoy? 

R.- Sí, sí, lo creo. Lo que pasa es que cada uno al final escribe su propia historia. Y la de Feijóo como líder nacional todavía está por escribir. Primero tiene enfrentarse unas elecciones del 23-J y tiene que ganarlas. Yo no creo que Feijóo se parezca a Rajoy. De hecho, creo que es más resolutivo Feijóo que Rajoy. 

P.- Dijo con el bueno de David Mejía en mayo del 22, y lo ha vuelto a decir aquí, que Pedro Sánchez es un plebiscitario. ¿Núñez Feijóo es un moderado?

R.- Feijóo se ha adaptado a las circunstancias. Fue moderado cuando tuvo que serlo y dejó de serlo cuando lo necesitó. La oposición que le hizo a Touriño en Galicia no puede ser considerada la de un moderado. Pero es que también aquí partimos del equívoco. Lo que modera una barbaridad es una mayoría absoluta, por ejemplo. Bueno, eso te convierte en un ser educado, cordial, moderadísimo, porque no tienes que confrontar con nadie. 

P.- Le pasa a Juanma Moreno en Andalucía, pero en cambio, Isabel Díaz Ayuso sigue sin ser moderada para algunos, aun teniendo mayoría absoluta.

R.- Sí, lo que pasa es que Díaz se ha entendido muy bien la sociología madrileña, que es algo que le ha ocurrido también a Juanma Moreno. Ahora veremos si esa mutación no se produce en Ayuso.

P.- ¿Piensa, como defienden algunos analistas, que la posible llegada de Feijóo a La Moncloa puede restarle pegada a Ayuso? Se lo comento por el hecho de que ella muchas veces confronta con La Moncloa y confronta con Pedro Sánchez.

R.- Lo que yo creo que sí le puede hacer daño a Díaz Ayuso es que el PSOE se reconstruya en torno a una opción cabal. Por ejemplo, Lobato parece que lo es, en la medida en la que se distancia del sanchismo. Eso es lo que le puede hacer daño. Pero hay veces que los comentaristas políticos tienen unas cosas verdaderamente fascinantes: es esto de «No, al PP de Feijóo no le conviene una mayoría absoluta». Pero no seáis disparatados. Vamos a ver, cualquier victoria le conviene al PP. Otra cosa es que el carácter personal de un líder político, y eso ocurrió en Génova, no sea capaz de soportar el éxito de un compañero. Eso ocurre y ocurre también en el periodismo. Ocurre en la vida, en el fútbol, en todos lados. 

P.- Sobre Yolanda Díaz, algunos decían: «Quizá hubiera sido más interesante un cara a cara entre Feijoo y Yolanda Díaz». ¿Rafa Latorre lo cree así también?

R.- No. El cara a cara tenía que ser con Pedro Sánchez. Y además, en los términos en los que se ha producido. Pedro Sánchez es un personaje muy interesante. O sea, te das cuenta de que se trata de un tipo, esto es una contradicción, pero bueno, sí, un tipo bastante anómalo dentro de la política española. 

P.- Se quedará con eso. Si no llega a ganar las elecciones, ¿la historia lo recordará así? 

R.- Bueno, ya te digo que al final la historia dulcifica la biografía. Yo creo que la historia debería recordar muy mal a Pedro Sánchez. Muy mal. Ya se encargará también el Partido Socialista de escribir la historia postSánchez. 

P.- Y ha sido curioso cómo ha habido tanta gente que se ha querido cargar políticamente a Irene Montero, y al final ha sido una mujer y una compañera como Díaz la que le ha dado finiquito político. 

R.- Eso ha sido letal para Yolanda Díaz. Letal, pero no tanto el haber vetado a Irene Montero, que lo hizo. El otro día hizo un acto feminista y no fue capaz de mencionar al Ministerio de Igualdad. Yolanda Díaz no puede explicar que ha vetado a Irene Montero y lo que no puedes explicar es inexplicable, y eso lo va a arrastrar como una losa durante toda la campaña.

Lo que tenía que haber hecho es el exorcismo el primer día. Salir y decir: «Sí, yo veté a Irene Montero y lo hago porque considero que ahora mismo es un lastre electoral», lo que sea, lo que tú creas. El problema es que cuando tú no lo explicas, la gente llena con su fantasía, las explicaciones, su fantasía o su realidad. Y cuando ella se pone ante Wyoming y él le hace una pregunta directa, y ella hace un circunloquio perifrástico ridículo, pues naufraga en ridículo. 

Foto: Carmen Suárez

P.- ¿El miedo a Vox que esgrime el PSOE ha perdido fuerza o ha perdido valor en la sociedad española?

R.- Sí, probablemente la ha perdido. Tú no puedes estar jugando continuamente la carta del Apocalipsis porque llega un momento en que la gente no se lo cree. Porque la vida cotidiana sigue. Esto lo explicaba muy bien un político andaluz que es Maíllo, que ya está retirado, pero que cuando entró Vox en el Parlamento dijo: «Hay que tener mucho cuidado con la gestión de las expectativas, porque si tú ahora describes el Apocalipsis con este partido que tiene un grupo parlamentario de 12 diputados, bueno, la gente se va a acabar familiarizando con el Apocalipsis».

Creo que el Partido Socialista, la izquierda en general, ha sido enormemente irresponsable en ese sentido. Y ahora, dicho esto, es curioso porque curiosamente estamos viendo el lado más duro de Vox. El programa que ha presentado VOX es un disparate. En lo económico es antiliberal, absolutamente. Bueno, en lo económico probablemente sea falangista, lo social es confesional y en lo internacional es paranoide. Y sin embargo, es verdad que ya no producen efecto las advocaciones.

P.- Es decir, que cuando estamos viendo el lado más duro de Vox y cuando más cotas de poder está alcanzando, ¿menos efecto tiene el miedo a Vox en la población?

R.- Claro, porque a la vez, también hemos sido adiestrados en el tema del multipartidismo. Nos han informado durante este mandato de que no pasa absolutamente nada por integrar a partidos excéntricos, que tú los puedes dominar y que lo importante es que el partido que lidera la coalición no ceda en determinados principios. Como todo ese argumentario lo dejó el Partido Socialista para justificar cualquier coalición que se haga en España, lo utiliza, evidentemente, el Partido Popular, con una ventaja por parte de Alberto Núñez Feijóo, que le ofrece al PSOE la solución a todo ello. 

«Es un error comparar a Feijóo con Rajoy»

P.- ¿Y cree, pregunta futurible, que Feijóo llegado el caso de no alcanzar una mayoría suficiente como para gobernar en solitario, acabaría aceptando ministros de Vox? 

R.- Sí, sin duda. Ya lo ha asumido. Y además se lo ha dicho a la sociedad española. Lo que yo creo que es un acierto. Volvemos a lo de Yolanda Díaz. Lo mejor es poner sobre la mesa la verdad y al final obtener su recompensa. Lo que dice Núñez Feijóo y además yo creo que lo cifra con bastante exactitud es: si yo necesito un sí para ser investido por parte de VOX o de cualquier otro partido, lo normal es que entre en el gobierno. Ese es el umbral. Eso ya no te lo niega nadie, ningún dirigente popular. Otra cosa es que necesiten la abstención, que es lo que está ocurriendo en Murcia. 

P.- ¿En cuánto se cifraría ese resultado? ¿160 escaños del PP?

R.- Si el PP suma más que toda la izquierda, se va a presentar en solitario porque la sociedad española ha entendido algo. Nosotros, oye, tenemos también una falta de costumbre democrática, que nos vamos curando con los años. Ya son 40 años y estamos bastante curados. Una de las lecciones que hemos aprendido con la voladura del sistema bipartidista es que la repetición de elecciones no puede ser una estrategia. La repetición de elecciones es el fracaso de todas las estrategias. No puede ser una opción más. Es el fracaso de todas las opciones.

Lo hemos vivido en Extremadura, donde María Guardiola ha tenido que comerse sus palabras porque ha entendido que la sociedad española considera que es muy descortés el decirle que ha votado mal y que, por lo tanto, tiene que volver a votar. Cuando tú votas, trasladas un problema a los políticos. Y los políticos lo que no pueden hacer es devolverte el problema y decir: «No, yo no soy capaz de solucionarlo. Soluciónelo usted». La repetición electoral es un fracaso y la gente suele pasarle la factura de ese fracaso a aquel que considera que más ha hecho por devolverle a las urnas. Entonces, siguiendo esta enseñanza, se conformarán las negociaciones después de las elecciones. Es decir, si Feijóo suma más que toda la izquierda, está perfectamente legitimado para pedir que le dejen gobernar. 

P.- ¿No cree que cabe la opción de que Feijóo presione al PSOE para que se abstenga? 

R.- Bueno, claro que lo va a hacer. Y ahí puede jugar un papel el PSOE, como ya ocurrió. Estaba entrevistando hace unos días a la ministra Portavoz, que me cae muy bien Isabel Rodríguez, pero que la verdad es que tiene un argumentario que es casi como un frontón. Entonces ella me decía: «Es que el PSOE se ha abstenido para que gobierne Rajoy». Ya, hombre, a pesar de Pedro Sánchez. Pero si la cultura de Pedro Sánchez es la cultura del no. Si precisamente lo que descarrila de lo convencional al PSOE, es la llegada de un tío como Sánchez que dice: «A mí me da igual, yo bloqueo y aquí que pase lo que quiera». Y lo hace una alianza excéntrica fuera completamente de lo que es la cultura política del PSOE.

Claro que cabe esa posibilidad. Y es una posibilidad cierta que el PSOE llegue a la conclusión de que es necesario restablecer una cierta sensatez asturiana interrumpida en un determinado momento. Y con esto casi te estoy anunciando que vete tú a saber si no es Adrián Barbón el que lo hace bien. No, no lo sé. Pero digo por esto de que ya que acudimos a los tópicos regionales. Adrián Barbón no es precisamente muy de Javier Fernández, pero chico, igual es que es que un rasgo inscrito dentro de los asturianos está el devolver la sensatez al PSOE. Oye, fíjate qué importante han sido los gallegos en el PP. Fíjate lo importantes que son los asturianos en el PSOE.

P.- Hace seis años Rafa Latorre publicó «Habrá que jurar que todo esto ha ocurrido», este libro sobre todo el asunto del procés, de las leyes de desconexión del 1 de octubre, del fenómeno independista… ¿Cómo ve el procés? ¿Volverá?

R.- No, no, nunca. No, porque ha habido algo muy terapéutico. Ellos han visto cómo duele golpearte con la cabeza contra el muro del Estado. Olvídate. Se acabó. No fueron los indultos. Fue la ley. Sin una sentencia condenatoria no puede haber un indulto. De manera que eso siempre se lo podrá agradecer Pedro Sánchez al Tribunal Supremo. Sin embargo, Alberto Núñez Feijóo en el caso de ser presidente, jamás le podrá agradecer a Sánchez lo mismo. Ese contraste entre la represión de Mariano Rajoy y la concesión de la gracia. La concesión de la gracia a todos convenimos que siempre es muy amable. 

P.- ¿No cree, como argumentan desde Moncloa y Ferraz, que ha sido Sánchez el que ha conseguido pacificar Cataluña con los indultos?

R.- Cuando se aplica el 155 en Cataluña, hecho inédito, no solo se va a desalojar por primera vez a un Gobierno autonómico, sino que va a ser a un Gobierno de la Generalitat. Todo el mundo considera que la Generalitat es una institución que está por encima simbólicamente de cualquier otro gobierno autonómico. Pues se hizo, no sin temores, pero se hizo. Y a partir de ahí, ¿qué pasó? Fue un tiempo de enorme placidez en el que Elsa Artadi y Pére Aragonés colaboraban con el Consejo de Ministros.

P.- Decían que la mejor presidenta de Cataluña fue Soraya Sáenz de Santamaría. 

R.- Excepcional. Y no pasó nada. Entonces, ¿de verdad qué es lo que ha pacificado Cataluña? Lo que ha pacificado Cataluña fue que quizás pensaban que Rajoy no iba a ser capaz de hacer lo que hizo. Y es verdad que le costó bastante tiempo hacerlo, pero lo hizo y eso ha sido terapéutico.

P.- ¿A los soberanistas les interesa la derecha en La Moncloa? 

R.- No lo sé. No sé si les vendrá bien o no. Lo que sí sé es que hay una correspondencia justa y a veces ignorada entre el apoyo que obtiene un partido a nivel nacional y el que obtiene en Cataluña.

«Feijóo ya ha asumido que puede tener a ministros de Vox»

P.- Hablemos también de radio. Está a punto de cerrar la primera y larga temporada -alargada por motivos electorales- de La brújula de Onda Cero. Pregunta casi de madre: ¿qué tal? ¿Cómo se ha oído?

R.- Vamos a ver, me lo he pasado muy bien. He sufrido el programa durante muy poco tiempo y eso es el mejor síntoma. Vamos a ver, la radio tiene una ventaja: como requiere tan poco aparataje, todas las probaturas y correcciones las tienes que hacer en vuelo. Entonces es un momento previo en el que tienes que estar disponiendo de esto, de otro, haciendo papeles y teorizando, ese es el momento en el que sufre. Porque tú lo que quieres es directamente hacer radio, just do it. La verdad es que es no sufrí nada.

P.- ¿Nota más influencia con una columna suya en el periódico o con una opinión en la radio?

R.- Es que es una influencia distinta. Los políticos leen los periódicos muy atentamente. Es decir, hay un público muy cualificado leyendo los periódicos. Lo que pasa es que la radio es popularísima. Evidentemente hay mucha mayor respuesta con la radio. Pero no sé si dolerá más un editorial de El País que un editorial de Ángels Barceló.

P.- Bueno, para cerrar El purgatorio, cuestiones breves. Tengo entendido que Rafa Latorre es un gran lector. Dígame varios libros imprescindibles, así para verano, que yo me apunte. 

R.- ¡Madre mía! Oye, estoy leyendo uno extraordinario ahora que es Profetas sin honor de Shlomo Ben Ami, que explica las razones por las que no hay una paz en el horizonte de Oriente Próximo. Y estoy realmente fascinado con ese libro. Estoy fascinado con los diarios de José Antonio Montano. Oye, son muy buenos. Es que el Montano adolescente, el Montano joven, más joven, más joven de lo que ya es, era un tipo muy sentimental y con una herida literaria que lo hace muy interesante. 

P.- ¿Tiene tiempo para ver alguna serie? 

R.- Cuando llego a casa a las doce de la noche, como la niña está acostada, pues mi mujer y yo aprovechamos para hacer vida de pareja. Entonces, entre otras cosas, vemos alguna serie. Me he vuelto a ver entera The Office, la americana. Es maravillosa. 

P.- Hablando de radio, ¿cómo ve la relación de los jóvenes con el medio?

R.-Fantástica, mejor que nunca. Hay un discurso apocalíptico que es ridículo. Pero vamos a ver, ahora la gente, por ejemplo, escucha a Jordi Wild. ¿Qué hace? Un formato de radio clásico.

La cuestión es que la gente está escuchando formatos clásicos de radio como en ningún medio. O sea, la televisión ha sufrido una revolución que no ha sufrido la radio. Mira los libros, ¿por qué se siguen vendiendo? Porque es un formato insuperable. Lo mueves, lo tocas, no sé. Y esto no es una cuestión de nostalgia, ni de la mística de la literatura. La radio es un formato insuperable. Un modelo de negocio que no ha sufrido porque comercialmente es un tiro, que además no compite en el mercado de la atención porque tiene algo que no tiene el resto, que es que no estorba. No te requiere la atención completa. La gente no está escuchando la radio o mirando el transistor. Hace muy bien. Ahora, lo que pasa es que nos ponen en YouTube con los vídeos.

P.- ¿Como analista político, cuál cree que ha sido su mayor error?

R.- Bueno, son muchos. Yo pensaba que Albert Rivera llegaría a presidente del Gobierno.

P.- Vemos que cada año sigue con devoción Eurovisión. ¿Lo hace desde la coña o desde la seriedad?

R.-  Lo veo desde la seriedad y sin atisbo de ironía.  Y me cabreo y tal. Y ahora, por ejemplo, hago un análisis ya a posteriori y no entiendo por qué no fue esta canción buenísima de Vicco, la de ‘Nochentera’. Pero si era un cañón… 

P.- Dentro de poco, tendrá vacaciones. ¿Logra desconectar del todo?

R.- Totalmente. Y aparte, estos tíos que se creen providenciales y que entonces se van de vacaciones y ocurre algo y vuelven. Tranquilos, si no os estábamos esperando. Entonces yo aplico lo mismo. Como yo sé que España no me necesita, me voy y vuelvo en septiembre.

P.- Nosotros hoy si lo necesitábamos. Con lo cual le agradezco mucho la visita, Rafa. Quede con Dios.

R.- Un placer, gracias y suerte aquí. A los de THE OBJECTIVE, que les tengo mucho cariño.  A Álvaro Nieto lo conozco, gran tipo. Además tengo a muchos colaboradores de aquí. Tengo a Mejía, Ketty Garat y a Montano.

P.- Fícheme a mí, que hago algo.

R.- Venga, pues ahora cerramos el acuerdo. 

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