Iglesias dibuja la estrategia de Podemos: autonomía frente a Sumar y no tanto ministerios
Podemos se decanta a día de hoy por no tener ningún ministro en un posible gobierno PSOE-Sumar y exigir portavocías
El ex secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, ahora al mando del Canal Red, el principal órgano de difusión de las tesis del partido morado, está dibujando las principales líneas estratégicas de su partido para el nuevo curso político. Iglesias, al igual que la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, intenta en primer lugar descafeinar el mito de la victoria electoral de Sumar en el pasado 23 de julio. No fue un triunfo, sino un resultado modesto. Con 700.000 votos menos y siete escaños perdidos, sería equivocado afirmar que es oro todo lo que reluce, sostienen en Podemos. Y sobre esa base el partido morado se prepara para una táctica de desgaste que sirva para relanzar sus posturas maximalistas. Todo ello sin olvidar una posible repetición de las elecciones, escenario que Iglesias no descarta.
Podemos no se involucró en la campaña del 23-J. Así se lo reprochan sectores de Sumar en sus conversaciones confidenciales con analistas y media, pero también es cierto que tampoco puso los palos en las ruedas. Podemos estuvo, si bien pudo haber estado más, pero la «humillación» sufrida en la negociación exprés con Díaz y su equipo, con el veto a Irene Montero como colofón, abrió una herida que los morados todavía no han olvidado.
De ahí que uno de los principales ejes de Podemos en el próximo curso político se enmarca bajo el el concepto de «autonomía». Autonomía parlamentaria, pero también estratégica y de discurso. Así lo reivindicó por la vía de los hechos Belarra en su primer discurso, el 24 de julio, día después de los comicios. «Sumar se deja más 700.000 votos, y muchos escaños respecto al peor resultado de Unidas Podemos. La estrategia de renunciar al feminismo [en referencia al veto de Irene Montero] e invisibilizar a Podemos no ha funcionado», sentenció.
Portavocía dentro de Sumar
Las palabras de Belarra han generado un notable malestar en el círculo de confianza de Díaz. El portavoz Ernest Urtasun ha intentado apagar las llamas, pero las fuentes consultadas hablan de «enfado» de Díaz, quien insiste en frenar todo tipo de comparación con el resultado de Pablo Iglesias en 2019. Unos de sus lugartenientes, Pablo Bustinduy, antes dirigente destacado de Podemos, los resumió así: «Partiendo de unas condiciones difíciles, Sumar ha obtenido un gran resultado electoral. La debacle del 28-M, el marco plebiscitario, las negociaciones de la candidatura, una larga inercia adversa: no eran factores halagüeños para el arranque. Ese era el punto de partida».
Podemos, sin embargo, sí quiere un análisis comparativo. E ignora el dardo que lanzó Díaz, al recordar que en julio Sumar alcanzó tres millones de votos mientras que los morados obtuvieron en mayo, durante las elecciones autonómicas y municipales, tan solo uno. La cuestión es de política nacional y no local, sostienen en Podemos, donde afilan las espadas para mantener un discurso propio, aunque sigan vinculados a la coalición.
La autonomía de Podemos se debe ejercer en el Congreso de los diputados. Podemos tiene cinco diputados de los 31 de Sumar. Podrían crear un grupo parlamentario proprio, pero en términos de reglamento las fuentes consultadas avisan de que se trata de una «operación difícil». De ahí que a día de hoy la formación morada se decanta por una fórmula híbrida: conseguir una portavocía independiente al igual que la tuvieron los Comunes de Ada Colau y hasta los gallegos de Díaz durante el mandato de Unidas Podemos. Más que un grupo propio, por lo tanto, un altavoz independiente, pero siempre dentro Sumar. Aunque con margen para llegar incluso a «romper la disciplina de grupo» si lo consideran oportuno, sostienen las fuentes consultadas. «Para diferenciarse», añaden.
De momento, sin ministerios
La segunda clave atañe a los cargos en el hipotético gobierno de coalición. Iglesias lo va repitiendo: es posible alcanzar una mayoría de investidura con todos los nacionalistas, pero es una operación difícil. Recuerda lo que ocurrió en 2019. Antes del primer adelanto electoral de Sánchez, él se involucró personalmente para evitar que ERC y Junts tumbaran los primeros presupuestos del PSOE tras la moción de censura a Mariano Rajoy. No fue posible. Esto significa que Iglesias, que tiene una excelente conexión personal con ese sector independentista, considera que no se puede descartar una repetición electoral. La opción tiene que estar sobre la mesa, es el mensaje que traslada a sus afines.
Aun así, de alcanzarse el Gobierno, se abre otra incógnita. ¿Quiere Podemos tener ministerios bajo su control? Aunque el asunto no está resuelto, cada día que pasa gana fuerza la tesis negativa. Podemos quiere tener las manos libres; operar como actor de la mayoría de Gobierno, pero sin estar vinculado a él. Es decir, gozar de una portavocía y autonomía congresual que le permita hasta «trolear» a sus propio compañeros de bancada, según sostienen con cierta ironía algunos miembros de la formación. Estar y no estar. Votar solo lo que les interesa. Convertirse en otro protagonista de la legislatura, avisando a Sánchez y Díaz de que no darán el brazo a torcer. Y ganar visibilidad, desde luego.
El factor Errejón
Esta es la línea hasta ahora dibujada en las altas esferas de Podemos, según sostienen las fuentes consultadas. Aunque existen factores que pueden modificar esa ecuación. Uno de ellos es la posibilidad, por ejemplo, que Íñigo Errejón se haga con un departamento ministerial. En Sumar dan por descontado el deseo del líder de Más País de obtener un ministerio, pero no aclaran si Díaz está en disposición de concedérselo. De lograrlo Errejón, ¿Podemos también exigiría uno para ellos? Es probable, puesto que tal y como recuerdan en la formación morada, ellos tienen cinco diputados y Más Madrid «solo dos».
La relación con ERC y Bildu, por otro lado, sigue siendo muy buena. Así que los morados confían en que en la próxima legislatura —siempre y cuando no haya una repetición electoral, algo que asusta profundamente a Díaz y que, cabe repetirlo, Iglesias contempla— esa entente sirva para preparar lo que en todos los cálculos de la dirección estatal está marcada en rojo: la celebración de las elecciones europeas de abril de 2024. De cerrarse un pacto de investidura, Iglesias y Podemos creen que la gobernabilidad no está asegurada, y que en ese contexto vale más mantener las distancias de un Ejecutivo que puede hundirse muy rápidamente.