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Política

Agustín Laje, el gurú de Javier Milei: «Vox comete un error si prescinde de los liberales»

El politólogo explica al partido de Santiago Abascal qué lecciones puede extraer del triunfo de La Libertad Avanza

Agustín Laje (Córdoba, Argentina, 1989) tiene mucho que ver con la victoria de Javier Milei en las elecciones primarias del pasado domingo. El politólogo argentino, amigo íntimo y gurú ideológico del líder de La Libertad Avanza, es el autor que ha preconizado cómo debe ser la nueva derecha, un amplio frente político que aglutina a «libertarios, conservadores y patriotas».

El asesoramiento de Laje ha sido determinante para que Milei haya seducido a estas tres familias políticas y, con el 30,1% de los votos, se haya impuesto sobre el peronista Sergio Massa, su competidor más inmediato. La nueva derecha venciendo a la nueva izquierda. En conversación con THE OBJECTIVE, Laje, que se encuentra ultimando un doctorado en Filosofía Política, reflexiona sobre la victoria de Milei y qué lecciones puede -y/o debe- extraer la nueva derecha española: Vox.

P.- Existe mucho debate al otro lado del charco sobre cómo etiquetar a la figura de Javier Milei. ¿Cómo definiría políticamente al líder de La Libertad Avanza?

R.- Javier Milei es un libertario de derechas. Económicamente, el libertarismo siempre podría calificarse de derechas, en términos de la división clásica que se instaura desde la Revolución Francesa, pero culturalmente hay libertarios con agendas progresistas y conservadoras. Este último es su caso. Sin embargo, ha constituido un proyecto político en Argentina que ha sabido articular a sectores más liberales y otros más conservadores. Su compañera de fórmula, Victoria Villarruel, es conservadora, y hacen una dupla fenomenal. Él es un libertario con una agenda cultural que se aproxima a los intereses de los sectores conservadores.

«¿Milei un ultra? Ultra es la inflación que tenemos en Argentina, que se aproxima al 150%»

P.- ¿Es un «ultra», tal y como se le etiqueta desde determinados medios de comunicación, generalmente progresistas?

R.- Estoy cansado de los «ultras» y de los «extremos». Esa es una estrategia discursiva que los medios del sistema utilizan contra aquellos que no les gustan, y apelan a un principio emocional fundamental para la política que es el miedo. Hobbes lo utilizó para legitimar al Estado moderno y desde entonces se ha constituido en una piedra angular de los discursos políticos más macabros.

Ultra es la inflación que tenemos en Argentina, que se aproxima al 150% anual. Ultra es tener 45% de la población bajo la línea de la pobreza. Ultra es tener un 10% de indigencia en un país tan rico. Ultra es tener seis de cada diez niños que no comen todos los días. Ultra es tener un dólar a casi 800 pesos cuando hace cuatro años estaba en 40. ¡Eso es ultra!

La victoria de Milei es una consecuencia natural de ese contexto político, económico y social ultra, pero los medios de comunicación del sistema caracterizan como ultra a Javier Milei. Así funciona el mundo postverdadero apuntalado por ese tipo de miedos. Pero te digo una cosa, hacen bien en tener miedo porque va a cortar los chiringuitos mediáticos. Con Milei se acabó eso del Estado financiando a medios de comunicación para que actúen como mercenarios políticos.

P.- Usted defiende que la ‘nueva derecha’ debe aglutinar a liberales, conservadores y patriotas. ¿Ha logrado esto el vencedor de las primarias argentinas?

R.- La Libertad Avanza ha sabido articular a estos tres sectores. Milei ha tenido guiños al mundo conservador. Por ejemplo, él plantea un referéndum para que el pueblo argentino vote si quiere la ley del aborto o no, porque se legisló de manera exprés durante la pandemia sin debate público. También va a cerrar los chiringuitos de género, y se ha expresado contra la ley de identidad de género, que es similar a la ley trans de España. Además, se muestra cercano a los sectores soberanistas en la medida en la que ataca la Agenda 2030, el Foro de Davos o el FMI.

«No es liberal obligar a una persona a ser partícipe de la autopercepción de otra; tampoco es liberal apoyar el aborto porque el aborto vulnera el derecho a la vida, y sin vida no hay libertad»

P.- ¿Cómo lo ha hecho? ¿Ha tenido dificultades?

R.- Javier Milei tiene problemas con los sectores libertarios progresistas, que le acusan de ser un populista de derechas y se alían con Patricia Bullrich. También es atacado por los sectores conservadores religiosos, los más inmovilistas, que leen la política con gafas religiosas, y le acusan de ser poco menos que un diablo encarnado, un masón o un illuminati. Y, por otro lado, en el sector soberanista estatista lo atacan por sus reformas de libre mercado.

Ahora bien, los tres sectores que componen la nueva derecha [libertarios no progresistas, conservadores no inmovilistas y soberanistas no estatistas], se han articulado. Puede haber problemas de luchas internas por el poder, pero ese no es un problema ideológico sino político. Esa articulación Milei la ha sabido poner en el nombre de la libertad. Los sectores conservadores que están preocupados por el aborto, la ideología de género y el feminismo radical encuentran en Milei a una persona que interpreta esas agendas en torno al valor cardinal de la libertad.

No es liberal obligar a una persona a ser partícipe de la autopercepción de otra, que es lo que hace la ideología de género; no es liberal apoyar la ley del aborto porque el aborto vulnera el derecho a la vida, y sin vida no puede haber libertad. Los derechos reconocidos por el liberalismo clásico son la vida, la libertad y la propiedad.

En referencia al soberanismo, está en contra de la Agenda 2030 porque es una imposición liberticida a los pueblos por parte de élites internacionales. Así que siempre en torno al valor de la libertad ha aglutinado a estos tres sectores.

P.- La otra alternativa al peronismo es Patricia Bullrich. ¿Qué le distingue de Javier Milei?

R.- A la gente le interesa mucho la vida personal de los candidatos porque la política ya no se distingue mucho del mundo de la farándula. La prensa ha atacado a Milei hablando de su vida privada. Se ha publicado un libro, incluso, que dice que habría contratado a una médium para contactar al espíritu de su perro muerto y que este le informara sobre estrategias de campaña. Esto no es una broma: ese libro fue promocionado por todos los medios de comunicación argentinos. Tienen que recurrir a una serie de estupideces de ese calibre para incidir en la vida privada de Milei. También tiene una relación muy cercana con su hermana y se han inventado que tendría una relación incestuosa. Cuando uno piensa en la vida privada del político, la señora Bullrich, por ejemplo, ha cometido cosas peores que tener perro y amar a su hermana. Ella participó en la banda terrorista Montoneros en los años 70 en Argentina. Una banda que secuestraba personas, ponía bombas y mataba civiles. De esto, sin embargo, no se hablaba en los medios de comunicación.

También es importante subrayar que Javier Milei no es político, no lo ha sido jamás, es una apuesta por algo nuevo. Argentina está gobernada por una misma casta que se va reciclando con nombres de fuerzas nuevas, pero las personas del kirchnerismo y de Juntos por el Cambio viven de la política desde hace décadas. Un tercio de la población ha decidido votar por algo nuevo. En la crisis de 2001 el pueblo argentino dijo: «Que se vayan todos», pero no se fue nadie. Javier Milei está generando una reivindicación de ese eslogan, y es la apuesta por algo nuevo. 

P.- Me refería más a las diferencias políticas entre La Libertad Avanza y Juntos por el Cambio.

R.- Principalmente la agenda cultural. La fuerza de Bullrich es partidaria de la Agenda 2030, usa el dinero público para promover la ideología de género, levanta las banderas de los grupos feministas, impulsa el aborto…

P.- Sería , mutatis mutandis, el PP argentino.

R.- Sí, incluso más escorado a la izquierda. Sería algo similar al muerto Ciudadanos. Es una mezcla de ambos. El PP, de una u otra forma, trata de conservar a su elector conservador, de imitar algunas de las banderas de Vox, pero Juntos por el Cambio lo único que tiene de derecha es su posición relativa a la seguridad. En Argentina hay una gran crisis de inseguridad, no puedes caminar en paz. Sería un loco si sacase el teléfono móvil en Buenos Aires, hay gente que asesina por uno. Juntos por el Cambio tendría una política de seguridad con algo de mano dura, pero eso ya lo tiene Milei y es quien lo va a implementar realmente. 

«Pedro Sánchez es un zorro políticos, en términos maquiavélicos, que ha sabido plantear el miedo a la ultraderecha desde su propio discurso»

P.- Criticaba antes la labor de los medios de comunicación argentinos azuzando el miedo a Javier Milei, pero este ha ganado. En España parece que el miedo a la «ultraderecha» sigue siendo operativo en términos electorales.

R.- En primer lugar, en España tienen a alguien inteligente en el poder. Pedro Sánchez es un zorro político, en términos maquiavélicos, que ha sabido plantear el miedo a la ultraderecha desde su propio discurso. En cambio, Alberto Fernández es alguien mononeuronal. Ambos liderazgos no son comparables.

Por otra parte, hay características argentinas que no se dan en ningún otro contexto. Por ejemplo, la cantidad de batalla cultural que ha habido contra la izquierda. Mucha gente («Nicolás Márquez, Emmanuel Danann, Cristián Rodrigo Iturralde… incuso curas como Javier Olivera Ravasi») llevamos años usando las redes sociales para dar la batalla, y hemos llevado a la opinión pública a la derecha. Ustedes tienen el sanchismo ahora, pero nosotros tenemos el kirchnerismo desde inicios de siglo. Javier Milei también ingresó en la lógica de la batalla cultural, sembró, y luego dio el salto a la batalla política y electoral para recoger esos frutos.

Y, por último, la crisis económica y de seguridad en Argentina es fulminante. La gente no tiene para comer, no puede salir a la calle porque la matan, y viene un periodista rico, que forma parte de la casta, a hablar de la «ultraderecha».

P.- Hay intelectuales que hablan de la «argentinización» de España. ¿Tiene poso esta tesis?

R.- No. Las realidades políticas son muy distintas. En España hay núcleos de conflicto que no existen en Argentina, como el problema migratorio, la burocracia de Bruselas o los indicadores económicos españoles, que están contenidos por las restricciones de la Unión Europea, si no la inflación sería mucho mayor, ya que el PSOE hubiera impreso dinero para sostener sus gastos. Esto en España no se puede hacer, pero en Argentina sí. Socialmente, económicamente e institucionalmente las situaciones son distintas como para pensar en un fenómeno similar.

Un ejemplo. Yo estuve en el Viva 22 [el festival que organizó Vox el pasado mes de octubre en la Comunidad de Madrid] y el discurso que Milei hizo ahí era perfecto para la realidad argentina, pero la percepción que tuve es que los problemas que mencionaba, no todos, no eran interpretables por el público. Él hablaba, por ejemplo, de acabar con el Estado de bienestar y esto aquí no es bien recibido, pero en Argentina hay tanto estatismo y tanto gasto público que se aplaude.

«Vox necesita una extensa red de soldados

P.- Ya que menciona el Viva 22, ¿qué lecciones puede extraer Vox del triunfo de La Libertad Avanza?

R.- En primer lugar, es necesaria una extensa red de soldados culturales para generar un impacto sobre la opinión pública que sea determinante. En segundo lugar, hay que separar claramente el espacio social en amigos y enemigos. Y en tercer lugar, no desgastar la articulación política de los tres sectores de los que hablábamos antes. Esta es la lección más importante: armonizar las relaciones entre libertarios, conservadores y patriotas es fundamental.

A Vox se le atribuye ahora en la prensa un desgaste en esa alianza, y la salida de Iván [Espinosa de los Monteros] estaría marcando la caída del sector liberal. Si eso es así, sería un error. Hay que buscar el equilibrio porque es la clave del éxito, como muestran Argentina o Chile. La diferencia entre Javier Milei y José Antonio Kast es que este es más conservador, pero articula a su alrededor a las otras fuerzas.

P.- Giorgia Meloni, Viktor Orbán, Mateusz Morawiecki… mientras los socios europeos de Vox avanzan, el partido de Santiago Abascal retrocede. ¿A qué se debe esta circunstancia?

R.- A diferencia de otros analistas, yo no creo que Vox haya hecho una mala campaña. Yo esperaba como mal resultado un derrumbe significativo, como el de Ciudadanos o Podemos. El derrumbe de Vox es cierto, ha perdido muchos escaños, pero por las condiciones de la política española en 2023 no es una situación tan catastrófica como se ha vendido. Vox tiene un suelo más sólido del que se pensaba.

En 2019 avanzó con determinación porque el contexto era distinto: elecciones que se repetían, el problema separatista, un PP muy tirado hacia el centro y que venía del fracaso de Rajoy… El PP ahora ha tenido la astucia de moverse a su votante de siempre, ha robado banderas de Vox para no perder ese electorado, y ha jugado con el factor miedo. La campaña del PP de «ya hemos ganado y no necesito ni ir al debate» llevó a una reconfiguración del voto que afectó a Vox.

Sociológicamente uno quiere subirse siempre al caballo ganador, quiere ser parte del triunfo. Vox es una fuerza bien parada, con una derrota, pero no podía esperarse más en este contexto. Le queda mucha vida y depende de la batalla cultural que esté dispuesto a hacer para cambiar el marco sociológico. Habrá que ver también las condiciones políticas. Si hay sanchismo para rato, pasarán muchas cosas. Habrá que ver si el PP hace una oposición digna o Vox la hace de forma más determinante.

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