Feijóo y Abascal firman el armisticio: Vox se da por satisfecho con el «reconocimiento» del PP
Los líderes se reconcilian tras el «malentendido» de la Mesa del Congreso e inician «una nueva etapa de colaboración»
Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal han firmado la paz tras semanas de hostilidades. Así se evidenció este martes, cuando el presidente del PP se aproximó a Vox cumpliendo las cuatro condiciones que su dirigente había planteado para apoyar una investidura. El vasco había comparecido por la mañana exigiendo al gallego que dejase de colaborar, «por acción u omisión», en el «cordón sanitario» que se trata de imponer a su formación en la Cámara baja.
Por la tarde, Feijóo comparecía en rueda de prensa para manifestar su «reconocimiento» a la formación que preside Abascal, con la que tiene «el objetivo compartido de defender la nación y la Constitución». «Así lo hacemos en las comunidades autónomas y en los ayuntamientos», abundó en cumplimiento de la segunda exigencia de Vox: poner en valor los acuerdos autonómicos y municipales entre ambas formaciones de la derecha, «desautorizando a quienes los atacan».
Las otras dos condiciones -comprometerse a recuperar «la neutralidad de las instituciones» y «acabar con la pretensión de unas minorías de imponer un apartheid» a la nueva derecha– también se han dado por satisfechas desde Vox tras la alocución «más conciliadora» que ha tenido el líder popular para con ellos. «Quiero reconocer su apoyo sin exigencias», reconoció Feijóo a Abascal.
Todo estaba pactado entre ambos líderes de la derecha. Según ha podido saber THE OBJECTIVE, estos se telefonearon el lunes por la noche para firmar el armisticio. No mantenían interlocución desde el pasado jueves, cuando charlaron sobre la Constitución de la Mesa del Congreso. Aquel días, minutos antes de las 9.15 horas, los fontaneros de Bambú 12 telefonearon a los de Génova 13, pero no hallaron respuesta, así que fue el propio presidente de Vox quien tomó el teléfono. Pero entonces se produjo un «malentendido», en términos del propio Feijóo.
Desde el PP trasladaron a Vox que no les cederían ningún puesto en la Mesa del Congreso, pese a ser la tercera fuerza parlamentaria, y haberse comprometido ésta a apoyar «gratis» la investidura de Feijóo. La respuesta de los de Abascal llegó en la votación, cuando optaron por su propio candidato a la Presidencia de la Cámara baja: Ignacio Gil Lázaro. Se entró entonces en la fase de guerra total.
La guerra…
Las tensiones entre ambas formaciones comenzaron en Extremadura, y podría decirse que María Guardiola fue el casus belli. La baronesa popular cargó con dureza contra sus socios naturales mientras que otros compañeros de partido rubricaban pactos regionales con ellos. «No puedo dejar entrar en el Gobierno a quienes niegan la violencia machista, a quienes usan el trazo gordo, a quienes deshumanizan a los inmigrantes, a quienes tiran a una papelera la bandera LGTBI», sostuvo.
Estas palabras, de una dureza inusitada en el PP, y más propias de la izquierda política y mediática, supuso un punto de inflexión en las relaciones entre ambas formaciones de la derecha. Vox endureció sus negociaciones a partir de ese momento en ese territorio, y logró terminar entrando en el Gobierno extremeño.
La guerra se extendió a todos los niveles cuando Feijóo, en una entrevista concedida a El Español el pasado 16 de julio, una semana antes de las elecciones generales, aseveró que «Vox no es un buen socio», pese a haber pactado con él en cinco autonomías, y que se sentía «más cercano» al presidente de Castilla-La Mancha, el socialista Emiliano García-Page. «Si necesito 20 escaños voy a hablar con el PSOE». Tras el 23-J se quedó a 39, y no 20, de la mayoría absoluta.
Desde entonces, las relaciones entre el PP y Vox han sido distantes, cuando menos. Problemáticas, incluso, ya que desde Génova se tenía (se tiene) el convencimiento de que alejándose de los de Abascal iban a atraer in extremis al PNV, a cuyos cinco diputados necesitan sí o sí para sumar 177 con CC, UPN y el propio Vox.
…Y la paz
Este último estuvo a punto de retirar el apoyo de sus 33 representantes ante las continuadas «faltas de respeto» recibidas, pero finalmente este martes pusieron cuatro condiciones encima de la mesa que consideran cumplidas.
«Celebro que el señor Feijóo haya atendido las justas peticiones de Vox. Espero que, a partir de ahora, los enemigos de los acuerdos de gobierno entre PP y Vox se abstengan de volver a poner en peligro la construcción de la alternativa. Se abre, por tanto, una nueva etapa de colaboración entre dos formaciones muy diferentes, muy distantes, pero capaces de respetarse y de ponerse de acuerdo cuando es necesario», festejó Abascal este martes en su cuenta de X -antes conocida como Twitter- tras la rueda de prensa de Feijóo. Hay armisticio en la derecha.