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Política

Desconcierto en las taquígrafas del Congreso: las nuevas oposiciones eliminan el tacógrafo

Se baraja sustituirlos por ordenadores que impiden «coger la velocidad del orador» y «frases largas desde el escaño»

Desconcierto en las taquígrafas del Congreso: las nuevas oposiciones eliminan el tacógrafo

Las taquígrafas en el centro del hemiciclo del Congreso de los Diputados.

El Congreso de los Diputados cada vez pone más obstáculos y trabas al trabajo de las taquígrafas para que puedan recoger fielmente todo lo que sucede en la actividad parlamentaria, tanto en los plenos como en las comisiones. A la dificultad añadida de la reproducción en el diario de sesiones de las intervenciones, al introducir las lenguas cooficiales, THE OBJECTIVE ha podido saber que en las próximas oposiciones a taquígrafas en la Cámara Baja, ya no se pedirán conocimientos de «taquigrafía y esterotipia» e incluso se eliminarán los tacógrafos.

Esta situación ha provocado un gran desconcierto en el cuerpo de taquígrafas ante las dificultades con las que se encontrarán a la hora de reproducir fielmente en el diario de sesiones todo lo que sucede dentro del hemiciclo y de las diferentes sesiones que se celebran en el Congreso de los Diputados. Si no cuentan con tacógrafos, lo que se diga desde el escaño, si es muy largo y en un tono bajo, no podrá ser recogido en el Diario de Sesiones, según señalan fuentes parlamentarias.

Así lo explican a este periódico fuentes parlamentarias. «El problema es que anotan cosas que se dicen desde el escaño y a lo mejor la grabación hay veces que no funciona. En el Diario de Sesiones quedan recogidas porque ellas sí lo escuchan. A partir de ahora, como alguien diga algo medianamente largo del escaño y se le oiga no se va a poder reflejar fielmente palabra a palabra, porque no te da tiempo a escribirlo. Las que llevan tiempo sí lo podrán reflejar, pero las que lleguen nuevas no lo harán. Son personas que no van a tener taquigrafía y se pierde totalmente la función que tienen».

En el temario de la oposición, la taquigrafía y esterotipia han sido sustituidas por otros temas como «conocimiento de la lengua española o redacción». Otras materias de las que también se tienen que examinar están relacionadas con «cómo se tramitan las cosas en la Casa. Las pruebas todavía no están en fase de exámenes, aunque ya han sido convocadas, y la primera está previsto realizarla el próximo mes de octubre.

«Improvisación»

Con este nuevo sistema implantado en el Congreso, las taquígrafas «tomarán nota de quién interviene, estarán pendientes de lo que pasa, pero ya no se va a recoger textualmente. Lo escribirán porque tienen texto y vídeo». «No podrán retener frases largas que se digan desde un escaño y no pueda captarse por la grabación», ya que los tacógrafos podrían ser sustituidos por ordenadores, aunque está por decidir. «Se pensaba un ordenador pero todavía no se sabe. Con un ordenador no puedes coger la velocidad del orador ni mucho menos, reflejar incidencias que haya aplausos, rumores».

Este cambio obedece a una indicación de los letrados de la Cámara que exigieron una adaptación «a los nuevos métodos. Nos exigieron que nos teníamos que adaptar a las nuevos métodos y que la taquigrafía y la esterotipia es algo arcaico». Pero el problema, según señalan estas fuentes, es la «improvisación para ver qué pasa».

Las taquígrafas han vivido con preocupación la reforma del Reglamento para introducir el uso de las lenguas cooficiales en la Cámara Baja. Como ya publicó THE OBJECTIVE, a partir de ahora no se hacen responsables de los textos que se publican en el Diario de Sesiones, referidos a las traducciones que los intérpretes hacen de las intervenciones en estas lenguas regionales. Este colectivo solo se hace responsable de lo que ellas transcriben, no de lo que les envían las personas encargadas de remitirles los textos ya traducidos.

Todos estos problemas están retrasando la publicación de las intervenciones en el Diario de Sesiones. Habitualmente se podían consultar al día siguiente, ahora tardan más de tres días. «Todo va muy lento», señalan, porque la transcripción de los textos no lo hacen los intérpretes sino una empresa distinta que después los envía al Congreso.

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