Moncloa celebrará por primera vez la fiesta catalana de San Esteban: el 26 «no hay agenda»
El Gobierno respeta por primera vez la festividad propia de Cataluña y libera la agenda en el día siguiente a Navidad
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su encuentro con el president catalán, Pere Aragonès. | Agencias
La organización de la agenda de final de año de Pedro Sánchez puso sobre la pista a los informadores de Moncloa. La abultada actividad del presidente del Gobierno, entre comparecencias, plenos en el Congreso y reuniones con la oposición, hizo que se ‘peinara’ día a día el calendario para encontrar disponibilidad en el planning vacacional del jefe del Ejecutivo. A los tradicionales días festivos -Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año Nuevo- se le ha sumado este año una festividad más: el día 26, día de San Esteban, y fiesta tradicional en Cataluña.
En el actual contexto de subordinación del Gobierno a sus socios independentistas, tras conceder la ley de amnistía a cambio de la investidura y ceder a un sistema de verificación internacional con la existencia de un mediador con quien se reunieron en Ginebra hace apenas un mes, el Gobierno no sólo ha asumido las exigencias de los independentistas sino también sus tradiciones y festividades. Al menos, así lo reconocieron desde Moncloa cuando manejaban fechas para reunirse con el líder del PP, Alberto Núñez Feijoo, antes de final de año, según los intereses del presidente Sánchez.
Entre las múltiples fechas contempladas, se puso encima de la mesa el lunes 18, martes 19, viernes 22… e incluso el viernes 29. Pero preguntados por la posibilidad de celebrarlo el día 26, festividad de San Esteban y festivo en Cataluña, en Moncloa se descartó de plano: «Ese día, a disfrutar de la fiesta en casa». La afirmación, dicha con una sonrisa, emulaba al refranero que acompaña a la fiesta: «Por Navidad cada oveja en su corral; por San Esteban, cada uno en su casa».
También se descartó esa fecha para la tradicional comparecencia de balance de fin de año del jefe del Ejecutivo, que como adelantó este diario, tendrá lugar el miércoles 27 de diciembre, coincidiendo con el último Consejo de Ministros del 2023. Una evidencia de que la fecha se movió precisamente para respetar esa festividad, ya que las reuniones del Consejo de Ministros suelen celebrarse los martes y el día 26 de diciembre cae precisamente en martes.
Sin plenos en el Congreso
Pero no sólo en la agenda gubernamental ha respetado esta tradición catalana. También en el Congreso de los Diputados se ha liberado la agenda, pese a que se había barajado un pleno legislativo -que se celebra los martes-, en la última semana del año. El Congreso ha colgado el cartel de «Sin actividad parlamentaria», tras posponer el pleno para la segunda semana de enero, en que se aprobará el techo de gasto y la senda de estabilidad y el pleno para aprobar el dictamen de la ley de Amnistía, que ha de pasar por comisión para incorporar las enmiendas de los grupos parlamentarios.
Fuentes parlamentarias argumentan que «no daba tiempo» a que los grupos hicieran sus propuestas de enmiendas para la ley de amnistía, se reuniera la ponencia de la Comisión de Justicia, y posteriormente, la comisión, ya que el plazo para la presentación de enmiendas al articulado coincide con el final de año. Pero sí podría haberse urgido a la convocatoria de un pleno el día 26 para la aprobación del trámite previo a los presupuestos, el techo de gasto, que se ha decidido dejar para el mes de enero.
El Gobierno sonríe ante la evidencia de que este 2023 sea la primera vez que en Moncloa se celebren, o al menos se respeten las fiestas navideñas propias de Cataluña, y a su constatación de que «no hay agenda» se acompaña el deseo del merecido descanso por los más de tres meses interrumpidos de negociaciones que, desde julio a noviembre, permitieron alumbrar al nuevo Gobierno de Pedro Sánchez. Pero algunos bromean sobre el menú navideño en el Palacio de la Moncloa y si el Gobierno cumplirá la tradición de comer canelones de carne, siguiendo con los cánones festivos de aprovechar las sobras de la sopa de galets que en Cataluña se sirve el día de Navidad.
