El PSOE presionó a Yolanda Díaz para que intentara un pacto con Podemos en Galicia

Una propuesta de acuerdo contra reloj y contra pronóstico, algo que hace tan solo una semana nadie daba por factible (es decir, Podemos, Sumar e Izquierda Unida), ni siquiera los socialistas, muy interesados en limitar la fragmentación de la izquierda por ser la principal baza electoral del Partido Popular. La victoria del PP de Alfonso Rueda se jugará en dos provincias, Lugo y Orense, y una izquierda dividida en tres facciones, más los nacionalistas del BNG, ofrecerá a los populares los mejores márgenes electorales esperables. De ahí el adelanto de los comicios, y ahora la propuesta de acuerdo in extremis de Sumar a Podemos, dos facciones que se siguen odiando e insultando, pero que en Galicia pueden enterrar el hacha de guerra. ¿Qué está pasando de verdad en este territorio?

Fuentes conocedoras de las negociaciones entre los grupos firmantes de la propuesta de acuerdo (todavía tiene que ser ratificado por la dirección nacional de Podemos) sostienen que todo se movió en los últimos días. Es decir, a partir del pasado fin de semana, mientras los ciudadanos se preparaban para la Navidad, Sumar trabajó bajo presión del PSOE en una propuesta que removiera las aguas en su relación con Podemos. Tal y como publicó este diario, los morados daban por rotos los pactos en el País Vasco, pero en Galicia quedaba alguna esperanza que, sin embargo, se había enfriado en los últimos días.

«Ruptura» de las conversaciones

La propuesta de acuerdo de Yolanda Díaz, anunciada poco después de saberse que Marta Lois será la candidata de Sumar (un extremo adelantado por este diario, y que la aludida negó públicamente en más de una ocasión, para después confirmar con los hechos), deberá todavía ser ratificada por la cúpula nacional de Podemos. Y aunque, sostienen, confirma la tesis del «Sumar como muleta del PSOE», queda por ver cuál será la decisión final de los morados.

Aun así, para Podemos, Díaz no estaba en disposición de firmar ningún acuerdo con los de Belarra y Montero. Fue el PSOE a presionar a Díaz en este sentido («empujar»), puesto que con el frente de izquierda más unido quedan esperanzas de cambio en el ejecutivo regional y, con él, de una humillación definitiva para Feijóo.

Díaz y Sumar descartaron hace pocos días cualquier tipo de negociación o diálogo con los morados. Era el 11 de diciembre, y la prensa gallega recogía la «ruptura» de las conversaciones entre los dos bandos. Las dos formaciones habían abierto una «mesa de diálogo» para estudiar la alianza gallega, pero la ruptura parlamentaria en Madrid de Podemos (con los cinco diputados escisionistas) hicieron saltar por los aires la negociación.

La guerra fría se mantuvo hasta el pasado fin de semana, cuando las presiones socialistas surtieron efecto, según fuentes de Podemos. Podemos, por otro lado, anunció estar dispuesto a concurrir en solitario en dichos comicios, o como muy lejos a pedir a los suyos el voto al BNG, un extremo que adelantó este diario y que el pasado jueves también defendió Pablo Iglesias. Podemos ha avanzado hacia una alianza con Izquierda Unida gallega, una formación que Díaz lideró en sus años de diputada autonómica pero de la que se alejó cuando entró en el Gobierno de Sánchez.

Giro de 180 grados

EU y Podemos ya estaban acercando posturas, por lo que Sumar corría serio peligro de quedarse solo y, sobre todo, de convertirse en el protagonista en negativo de los comicios gallegos. La estrategia de Podemos consistía (y consiste) en torpedear como fuera a Díaz en Galicia, para humillar a la vicepresidenta en su región natal. Con un Sumar sin escaños en Galicia, los morados tendrían fácil argumentar que el experimento de Díaz es un fracaso y que los de Díaz son los culpables de la derrota de la izquierda. De ahí la idea de Iglesias ahora de rechazar el acuerdo y respaldar al BNG. Ese miedo al fracaso de Díaz ha sido, según las fuentes consultadas, el segundo factor clave que ha condicionado la estrategia de Sumar.

La polarización política y consiguiente deslegitimación del adversario en la actual época de Pedro Sánchez han logrado un fenómeno atípico en la izquierda y que se resume en la necesidad casi obsesiva de unidad, dejando de lado aspiraciones o tradicionales enfrentamientos. La izquierda se ha hecho más pragmática, mezclando el miedo al qué dirán (la obsesión por la «traición» y a ser tachada de «facilitador» de la victoria de la derecha) y a un instinto de poder muy presente entre los dirigentes que entraron en la política con la oleada morada de 2015. Estos elementos son los que han determinado por parte de Díaz un «giro de 180 grados», según comentan fuentes del bando de Podemos.

La idea de acuerdo postula que Podemos liderará la lista electoral en Lugo, y tenga el número dos en La Coruña y el tres y cuatro respectivamente en Orense y Pontevedra. Lois será la candidata a la presidencia, después de un tira y afloja en la que han participado también sectores errejonistas y, una vez más, las dificultades de Díaz en encontrar a alguien de confianza para el cargo. Como publicó este diario, después de la renuncia del exalcalde de Santiago de Compostela, Díaz se quedó de facto sin un candidato claro, hasta que se confirmó la elección de Lois. Los sondeos dibujan una expectativa electoral escasa para Sumar, alrededor de un escaño. Pero las elecciones gallegas pueden estar muy reñidas, con un BNG muy al alza y el peligro del PP de perder la Xunta por un puñado de votos. De ser así, el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo se vería inevitablemente muy tocado. Y para Sánchez sería otra victoria en su plan de permanencia en la Moncloa.