Vox celebrará su Asamblea en marzo sin una candidatura alternativa fuerte contra Abascal
Ni Javier Ortega Smith ni Iván Espinosa de los Monteros serán candidatos a la presidencia del partido
Vox celebrará el próximo mes de marzo la Asamblea General de 2024, en la que previsiblemente se ratificará la presidencia de Santiago Abascal. Según ha podido saber THE OBJECTIVE, la fecha escogida se debe a que el partido quiere que su cónclave se celebre después de las elecciones gallegas, fijadas para el 18 de febrero, y antes de las vascas, aún sin fecha pero que podrían convocarse antes de la Semana Santa. Al contrario de lo que se viene especulando en las últimas semanas, no se prevén candidaturas alternativas fuertes.
En marzo, además, se cumplen cuatro años desde que el dirigente vasco fue reelegido con el apoyo mayoritario de la militancia. También desde que, en aquella asamblea, se aprobó -con un respaldo del 92,5%- la creación del Comité de Acción Política. Este estaba compuesto inicialmente por el propio Abascal, así como por Javier Ortega Smith, Jorge Buxadé, Kiko Méndez Monasterio e Iván Espinosa de los Monteros. Dos de esos cinco prebostes están ya fuera de la cadena de mano.
Hablamos de Ortega Smith y Espinosa de los Monteros. Este último fue colocado en la carrera por la sucesión del partido por su ex compañera Macarena Olona, que en una entrevista concedida a este medio aseguró que «hay voces dentro del partido que están pidiendo, incluso por escrito, y tengo los emails, que se celebre un congreso y Abascal se aparte», señalando al ex portavoz en el Congreso como «persona que tendría que dar un paso al frente y tomar los mandos».
Esta propuesta, sin embargo, fue rechaza por el interfecto en la red social X, donde pidió que «nadie usara mi nombre para supuestas operaciones en las que yo no tengo nada que ver». Para más inri, el ex dirigente de Vox, centrado laboralmente en el mercado inmobiliario, descartó volver a la política en el corto/medio plazo en una entrevista reciente concedida al divulgador Jano García: «Ya he cumplido una etapa, y ahora seguiré con el activismo ideológico, menos partidista, por mi cuenta, no en la política, pero sí en la batalla ideológica».
Ortega Smith, otro de los nombres que ha sonado como aspirante a liderar una candidatura contra Abascal, también ha desmentido recientemente los rumores. Según comentan fuentes cercanas a la dirección nacional, pese al descontento que el ex secretario general ha demostrado con algunas decisiones de la actual cúpula, «hay buena sintonía» entre ambos, máxime después del cierre de filas del partido con su concejal en el Ayuntamiento de Madrid a raíz de su última polémica.
«Es falso, el partido está más unido que nunca», despachan fuentes cercanas al también diputado en el Congreso en referencia a que esté recabando apoyos con intención de disputarle el liderazgo al presidente de la formación conservadora.
Sin oposición interna
Habría dos motivos para la ausencia de discrepancia interna en Vox. El primero, que nadie se quiere arriesgar a ser humillado en el cónclave. Cualquier afiliado al corriente de pago que recabe un 10% de avales del censo electoral podría presentarse, pero esto supone que debería recabar más de 6.600 apoyos, a cuenta de que el partido informó de que tiene 66.000 afiliados en la última asamblea.
El segundo motivo, que conecta con el primero, es que la actual dirección del partido se ha encargado de apartar a los diputados díscolos del Congreso, así como de bunkerizarse con cambios en el CEN -escudándose en una «reorganización interna»- para reducir aún más el círculo de confianza del líder, blindándose ante posibilidad de que se articule una corriente crítica. «Nadie está dispuesto a luchar contra todo el aparato, con todo lo que eso conlleva», confiesan fuentes del partido.
El ejemplo más paradigmático es el de Carmelo González, hombre que disputó a Santiago Abascal la presidencia en marzo de 2020. Cuando el partido se enteró de su intención de presentarse a las elecciones internas lo cesó como responsable de comunicación en Las Palmas. Tras denunciar la «opacidad» del procedimiento internó y ser atacado por ello, se dio de baja del partido en noviembre de aquel año acusando a Vox de haber construido una «dictadura intramuros».