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El Gobierno admite ya que Ábalos puede verse salpicado por la corrupción: «Es lo que parece» 

Sánchez reconoció a sus ministros en el café previo al Consejo de Ministros que «pensaba que Ábalos iba a dimitir»

El Gobierno admite ya que Ábalos puede verse salpicado por la corrupción: «Es lo que parece» 

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto al portavoz del Grupo Socialista, Patxi López. | Efe

El presidente del Gobierno no esperaba que José Luis Ábalos se atrincherara en su escaño y se atreviera a llevar al límite su pulso a Pedro Sánchez hasta el punto de mudarse al Grupo Mixto para no acatar las órdenes del secretario general del PSOE. O, al menos, eso reconoció Sánchez en el café previo al Consejo de Ministros a algunos de los integrantes del órgano colegiado del Gobierno, según revelan fuentes gubernamentales a THE OBJECTIVE: «Pensaba que iba a dimitir». Algunos lo interpretaron como un mensaje a sus socios de Sumar, un intento del presidente de desvincularse de los tejemanejes de quien fuera su principal escudero en el Gobierno y en el partido. Porque «decir la realidad, que sabíamos que se atrincheraría en el Grupo Mixto para aferrarse al aforamiento, sería reconocer que el presidente sabía» los motivos que le llevan a romper relaciones con su partido, situándose al borde de la expulsión. 

El PSOE suspendió de militancia este martes a quien fuera su secretario de Organización desde junio de 2017 hasta julio de 2021, un nuevo hecho insólito e inédito en un ex número tres del PSOE que ya fue forzado a marcharse de forma fulminante en este fatídico mes de julio, hace casi tres años, en que Ábalos perdió la confianza de Pedro Sánchez. El entorno del presidente asegura que los motivos fueron los publicados en exclusiva por THE OBJECTIVE: «La presión de las feministas, sus relaciones con la prostitución, las cuentas presentadas en Ferraz…». Pero lo que dio la puntilla a Ábalos fueron las «peligrosas compañías», no sólo de su asesor, Koldo García Izaguirre, sino de empresarios con quienes viajó de forma habitual, con quienes negoció en su residencia oficial del ministerio, y con quienes se reunió, en España y en el extranjero, para las empresas receptoras de contratos de mascarillas de los que presuntamente cobraron comisiones ilegales e hicieron negocios gracias a la mediación del ministro de Transportes. 

«Es lo que parece»

La sospecha siempre estuvo ahí. Y desde hace pocos días, la sospecha ha comenzado a ser verbalizada en el PSOE y en el Gobierno. «No hay una certeza», es cierto, pero son ya voces cualificadas las que empiezan a vincular a su excompañero en Moncloa con las actividades de quienes hoy se ven investigados por la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil. Hay dirigentes socialistas que creen que Ábalos se atrinchera en su escaño porque «necesita el aforamiento». Es decir, porque puede verse salpicado por la trama de corrupción en un nivel superior al de las responsabilidades políticas. «Desgraciadamente, es lo que parece», sostienen estas fuentes. ¿Corrupción? «Lo que parece», reiteran con temor a pronunciarlo. 

Ferraz ha empezado a verbalizar que «Koldo no era un asesor más» y que su papel no podía ser desconocido por el exministro que le nombró en el cargo. No son algo baladí las constantes apelaciones a la corrupción en las últimas comparecencias del partido, escritas de forma cautelosa y por indicación de la cúpula. Tanto la comparecencia del lunes de la portavoz, Esther Peña, como la del martes del portavoz parlamentario, Patxi López, deslizaron afirmaciones de mucha trascendencia. «Nadie está libre de que en sus filas se cuele algún salpicado por corrupción», afirmó Peña. «Aquí no caben los corruptos (…) Por eso, las personas cuyos nombres han sido señalados por el juez y la fiscalía ya no son militantes de este partido. No lo eran a las pocas horas». Desde este martes, es Ábalos quien no milita en el PSOE de forma cautelar hasta que se resuelva su expediente. La dirección federal promete que «no se demorará» y que previsiblemente terminará en expulsión del PSOE. Una decisión dramática tras la que Ferraz presume de haber actuado «con rapidez y sin excusas». 

De soslayo y con circunloquios, y al margen de mensajes impostados o teledirigidos en el Consejo de Ministros, en el PSOE reconocen que estaban preparados para el atrincheramiento de Ábalos, desde que el jueves Santos Cerdán descolgó el teléfono para intentar disuadirle de su enroque y forzar una retirada amigable. El actual secretario de Organización fue el mediador en el conflicto, el negociador que intentó durante cinco días evitar que su predecesor se arrojara al precipicio, intervenir para evitar que el motín terminara en tragedia. Pero fue inevitable. Y cuando el sublevado amenazó con arrastrar a otros al abismo, se le dejó caer. 

«Estamos jodidos»

Fuentes gubernamentales reconocen que «Ábalos no es consciente de la decisión que ha tomado hoy» en la medida en que le inhabilita para ostentar nuevamente una responsabilidad en el PSOE. De la misma manera en que algunos recomendaron a Pedro Sánchez entregar su acta como diputado antes que saltarse la disciplina del partido en la investidura de Mariano Rajoy en 2016, ahora sostienen que «aunque salga exonerado, ya ha roto su compromiso con el partido. No hay salida posible». El partido esboza una sonrisa nerviosa al ser preguntados si se podría ofrecer algo al exministro para acabar con esta situación. «¿Ahora? Ya nada… Ha decidido irse al mixto y eso es el destierro». 

Una decisión que ha generado una autentica «conmoción» en el PSOE. Un alto responsable manifiesta su incredulidad: «Me da pena que no entienda lo que supone un secretario de Organización para este partido. Está metiendo la pata». La cúpula del grupo parlamentario reconoce que «estamos jodidos», porque el hecho de que no haya habido una respuesta inmediata por parte de Ábalos «genera dolor». Y quizás, también temor. Moncloa niega albergar miedo por los secretos que pudiera desvelar Ábalos: «Nada puede decir que podamos temer».

Sin embargo, desde finales de la semana pasada, el ex número tres del PSOE se ha afanado en mandar recados, advertencias, y quizá amenazas, a la cúpula de su partido. Lo hizo en La Sexta Noche el pasado sábado y lo volvió a hacer este martes en su comparecencia en el Congreso al referirse a las presuntas mordidas de Koldo García: «Habrá que ver si el enriquecimento es causa de este procedimiento o causa de otras cuestiones… Lo ignoro. La investigación lo determinará». 

Es el primer dirigente del PSOE que abre del abanico de la presunta corrupción a otras causas y lo hace después de haber reconocido el sábado que él conoció al empresario detenido en la trama, Víctor de Aldama, como «trabajador de Air Europa», con quien se reunió para tratar «la crisis de Air Europa», es decir, el rescate, y después de que THE OBJECTIVE publique las fotografías que demuestran el vínculo entre la compañía aérea y el empresario investigado por la UCO, que no figura en el organigrama de la aerolínea y sobre quien esta última guarda un escrupuloso silencio. 

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