División en ERC sobre si conviene apoyar al PSC tras las elecciones catalanas
Sectores alertan del riesgo de ser «muleta» de los de Illa en el Ayuntamiento de Barcelona, la Diputación y el Parlament
Hay poco entusiasmo en las filas de ERC sobre la posibilidad de obtener un buen resultado en las elecciones catalanas. La convocatoria de comicios del presidente Pere Aragonès se hizo para buscar el momento más propicio dentro de una coyuntura poco propicia, pero la jugada ha sido arriesgada. Incluso en el mejor de los escenarios que vaticinan las encuestas, el de que ERC quede como primera fuerza independentista y solo por detrás del PSC, los republicanos deberán tomar una decisión complicada: pactar con los de Salvador Illa o erigirse como el principal partido de la oposición.
El adelanto electoral ha dejado entrever una nueva división en el seno de ERC sobre si ser o no «la muleta» del PSC. En el Ayuntamiento de Barcelona, gobernado por Jaume Collboni, no se han podido cerrar los presupuestos por este inminente regreso a las urnas que altera el resto de equilibrios. Si una parte del partido estaba dispuesta a apoyar las cuentas del dirigente socialista, otra se ha negado en banda. El sector menos partidario de pactar considera que hay que aspirar «a ser alternativa» de los socialistas y no allanarles el camino en tres de las instituciones más importantes de Cataluña: el Parlament, el Ayuntamiento de Barcelona y la Diputación de Barcelona, además de ser sus socios preferentes en el Congreso de los Diputados.
Como informó THE OBJECTIVE, debido a la candidatura de Carles Puigdemont por parte de Junts per Catalunya, ERC está planteando una campaña de marcado perfil nacionalista, con la posibilidad incluso de que su jefe de filas en Madrid, Gabriel Rufián, mantenga un perfil bajo y solo en las urbes donde pueda ser útil para arrebatar votos a los Comunes. En plena contienda con Junts, la secretaria general, Marta Rovira, ha asegurado desde Suiza que ya están negociando con el PSOE «un referéndum de autodeterminación». Se trata de vender de cara al electorado más nacionalista que ERC lleva la delantera en las negociaciones con Madrid, por mucho que, ahora, los de Puigdemont se hayan sumado a negociar.
Un paso al lado de Illa
Las aspiraciones del sector que encabeza Aragonès es poder revalidar la presidencia de la Generalitat aunque queden por detrás del PSC. Una de las opciones que barajan es que el líder socialista, empujado por Moncloa, dé un paso a un lado y deje a ERC hacerse con la presidencia de la Generalitat, ya sea en un gobierno en solitario o con otras fuerzas. A favor de este escenario también trabajan los Comunes, favorables a una suerte de tripartito con el PSC y ERC que orille a Junts.
Todo dependerá de la correlación de fuerzas. El enfrentamiento tan elevado entre partidos independentistas, con la salida de Junts del anterior Ejecutivo liderado por ERC, hacen poco probable repetir estas alianzas. No obstante, desde el separatismo de base, y de las entidades civiles, se presiona para alcanzar ententes que excluyan a las fuerzas no independentistas. ERC deberá lidiar con estar presiones externas al tiempo que se agudizarán también las presiones internas sobre si conviene o no apoyar al PSC. Y la variable de que Junts cambie de registro y busque pactar con los socialistas también es un escenario que contemplan. Sánchez, además, necesita a ambos partidos para asegurarse la gobernabilidad.
Moncloa confía en ERC
En Moncloa, según publicó este periódico, contemplan que «por primera vez desde 2015 el independentismo no sume» y que la única opción sea investir a Illa como presidente de la Generalitat. De alguna forma, para los socialistas sería afianzar la llamada agenda del reencuentro en Cataluña, con un ejecutivo constitucionalista. Ante cualquier otro resultado electoral, voces socialistas no niegan que ERC obligará a Sánchez a dejar caer a Illa.
Su apuesta es que el resultado electoral sea tan indiscutible que ERC se incline por «la abstención». La encuesta del CEO catalán publicada el pasado jueves contempla esa posibilidad. La parte alta de la horquilla le da tres escaños de margen al independentismo, 71 parlamentarios. Pero la parte baja arroja un total de 57 escaños, a cinco de los números necesarios para superar la prueba de la investidura. Un escenario «muy abierto», de gran volatilidad y en el que el PSOE está convencido de que el retorno de Puigdemont no beneficiará a Junts, sino al PSC. Según Moncloa, la puesta de largo de la candidatura el pasado jueves en Elna (Francia) fue más una muestra de debilidad, que de fortaleza.