Alvise irrumpe en Europa con tres escaños tras la promesa de acabar con la corrupción
‘Se acabó la fiesta’ supera los 800.000 votos con un mensaje antisistema que cala especialmente entre los más jóvenes
Pese a lo que su propio nombre indica, la fiesta acaba de empezar. La candidatura que lidera el activista Luis Alvise Pérez ha obtenido tres escaños en las elecciones europeas de este domingo. Una irrupción histórica que supera a la que consiguió el empresario José María Ruiz-Mateos en 1989, tras la expropiación de Rumasa, aunque se queda lejos de Podemos, que alcanzó cinco representantes en 2014. El éxito de Alvise se cimienta en años de activismo en las redes sociales y mensajes antisistema que han calado en los electores, especialmente entre los más jóvenes. El sevillano ha basado su discurso en la lucha contra la corrupción, aunque sin escatimar en ataques contra Pedro Sánchez, la inmigración ilegal y el feminismo.
Las encuestas ya auguraban la entrada de Se acabó la fiesta en el Parlamento Europeo. El mensaje de Alvise en contra del sistema «corrupto» y de las formaciones tradicionales ha conseguido el respaldo de 800.655 votantes, lo que supone el 4,59% del total, pisándole los talones a Sumar y Ahora Repúblicas. «Los partidos no son la salvación. Nos han engañado a todos y ahora lo vamos a cambiar», afirmó el viernes en el cierre de campaña en Madrid. El eurodiputado electo concentró un millar de partidarios dispuestos a apoyarle «para acabar con la corrupción de izquierdas y derechas».
Alvise, que carece de un programa escrito, ha logrado colocar un mensaje transversal. «No vengo a reformar nada, vengo a reventar el sistema», aseguró durante la campaña. El activista ha convertido la lucha contra la corrupción en su bandera política. Lleva años denunciándola en sus redes sociales. Cuando Twitter cerró su cuenta, su canal de Telegram, donde suma casi 500.000 seguidores, se convirtió en su principal instrumento. Desde ahí clama contra el presidente del Gobierno, al que quiere «meter en la cárcel».
Alvise y la inmigración
Un mensaje que ha repetido este domingo desde la discoteca CATS tras conocer los resultados: «Pedro, calienta que sales. Más vale que te escondas en un maletero». Alvise ha reiterado que quiere construir una megaprisión «sin piscina ni gimnasio» donde meter «a todos los políticos que viven de la impunidad del robo y la traición». Entre ellos ha citado a los socialistas José Bono y Felipe González. Ha prometido la misma suerte, o una deportación «masiva», a los inmigrantes ilegales, a los que ha culpado de la inseguridad, las agresiones sexuales y la okupación.
El activista ha prometido «mano dura» contra el crimen y la corrupción. «Se ha acabado la fiesta de los corruptos, de los mercenarios, los pedófilos y los violadores», ha insistido tras clamar contra «el sistema partitocrático» y «la casta parasitaria». Se ha marcado como objetivos que los jóvenes puedan comprarse una vivienda, acabar con el paro estructural y mejorar la situación del campo porque sus tomates «necesitan más papeles para salir del huerto que un inmigrante ilegal para entrar en este país».
Su tesis es que el Estado castiga al ciudadano con elevados impuestos y que los extranjeros viven mejor que los propios españoles a costa de ayudas públicas. Un colectivo al que culpa del aumento de la inseguridad. El discurso es similar al de la ola populista que se extiende por el mundo. Sin embargo, sus denuncias también le han supuesto algunos quebraderos de cabeza. Alvise consiguió doblar el brazo a Ana Pastor en la última instancia, el Tribunal Supremo, después de que la periodista se querellara por intromisión a la intimidad y calumnias.
En cambio, Alvise fue condenado a indemnizar con 5.000 euros a la exalcaldesa de Madrid Manuela Carmena tras difundir que había recibido en su casa un respirador durante la pandemia mientras cientos de personas hacían cola en los hospitales. Otra sentencia le condenó a pagar 60.000 euros a José Luis Ábalos tras publicar fotos de su casa sin consentimiento. El activista recurrió y la Audiencia Provincial de Madrid ordenó repetir el proceso por un error en las notificaciones.
Contra Irene Montero
No ha sido el único ministro con el que ha tenido que vérselas en los juzgados. Alvise publicó en sus redes en 2021 una PCR positiva que supuestamente pertenecía a Salvador Illa. El entonces ministro de Sanidad negó someterse a un test para participar en un debate electoral en Cataluña. El propio activista reconoció al juez que no comprobó la veracidad del documento, pero se excusó en que no fue el primer usuario en colgarlo.
«Nos presentamos a la UE para protegernos judicialmente y denunciar la gran mentira del matrix informativo español», ha insistido Alvise durante la campaña. El líder de Se acabó la fiesta no ha escondido su propósito de convertirse en aforado para seguir denunciando la corrupción. Un escenario que antepuso al sueldo como eurodiputado, que prometió sortear entre sus seguidores. Algunos partidos denunciaron que la propuesta bordeaba la ilegalidad.
La campaña de Alvise ha sido inusual, ya que apenas ha aparecido en los medios, a los que acusa de invisibilizarle. Este domingo les ha tildado de «mercenarios» mientras sus seguidores le dedicaban improperios. El activista ha basado su estrategia en las nuevas tecnologías. Ha visitado diferentes ciudades españolas donde, megáfono en mano, ha repetido diferentes proclamas contra el presidente, la inmigración ilegal y el feminismo. «Mi objetivo es que Irene Montero [exministra de Igualdad y candidata de Podemos a las europeas] vuelva a trabajar a la taberna de Pablo Iglesias» ha sido una de las más recurrentes y aplaudidas.
Los actos de Se acabó de la fiesta han concentrado a miles de seguidores, la mayoría jóvenes. Un segmento en el que ha calado especialmente su discurso antisistema. Alvise se ha encargado de avivar la desconfianza en las instituciones al repartir votos en sus actos por temor a que no llegaran a los colegios. Incluso durante la jornada electoral ha denunciado que faltaban papeletas o que llegaban mojadas. También ha reclamado ante la Junta Electoral el inicio del escrutinio, las 23.00 horas, cuando cierran las urnas en Italia, porque eso daría ventaja a sus rivales.
El poder de convocatoria de Alvise quedó patente antes de que lanzara su candidatura. En noviembre fue uno de los convocantes de la protesta contra la amnistía a las puertas de la sede de PSOE en Ferraz. Alguno de los organizadores le acusaron de dividir fuerzas al liderar a un grupo que cortó Gran Vía y acabó sentándose ante el Congreso. En febrero participó en las protestas de los agricultores que terminaron con cargas policiales y, un año antes, lideró una concentración para rezar a las puertas de una clínica abortista.
Alvise, de 34 años, se afilió durante su etapa universitaria como voluntario a UPyD porque «era el único partido que podía romper el bipartidismo». Con 22 años se trasladó a Leeds, donde acabó trabajando para el departamento de Comunicación del Instituto Cervantes y se convirtió en delegado internacional de la sección joven de los Liberales Demócratas británicos. A finales de 2017 se afilió a Ciudadanos y desembarcó en la Comunidad Valenciana para trabajar con Toni Cantó. Para presentarse a estas elecciones recopiló 136.000 firmas ante notario, nueve veces más de las necesarias.