Díaz busca una fórmula colegiada que calme a sus socios pero le permita seguir mandando
La vicepresidenta da por amortizado el partido, pero se aferra al grupo parlamentario para frenar a los que quieren sustituirla
Yolanda Díaz intenta cerrar la desbandada interna en Sumar haciendo valer su control del equipo gubernamental y, sobre todo, del grupo parlamentario. El modelo que Díaz tiene en la cabeza para el futuro del partido-movimiento es el bicéfalo, parecido al del PNV y a lo que en su día propuso Juan Carlos Monedero para Podemos, cuando Pablo Iglesias entró en la vicepresidencia del Gobierno. Pero solo a nivel virtual, porque la vicepresidenta da por finiquitado de facto el partido político y se aferra a su «poder real» para frenar cualquier tipo de debate sucesorio.
La hoja de ruta de Díaz pasa por entregar a un cargo intermedio, tal vez poco conocido públicamente, lo que queda del partido político Sumar, y seguir ella liderando «el cartel electoral de Sumar», es decir, la coalición que aún controla 27 diputados y coordina cinco ministerios. Y, mientras tanto, aceptar la condición que están proponiendo sus aliados (desde IU hasta Compromís) de reformular la coalición a través de una fórmula «colegiada». Para Díaz, esta opción es viable porque cree que así diluye a sus socios y, gracias a su poder gubernamental y la falta de una verdadera alternativa electoral, puede seguir mandando.
Sumar ha renunciado al partido político. De ello no duda ya casi nadie en su espacio político. La sensación de desbandada y de caos es palpable. Incluso la ejecutiva de Sumar, que debería decidir los tiempos y fórmulas para elegir a un nuevo coordinador, aunque sea transitorio, no sabe qué hacer. Impera la incertidumbre a todos los niveles, y los principales dirigentes prefieren mantenerse al margen de la difícil tarea de reflotar a un partido que ya dan por «finiquitado».
Díaz fue elegida coordinadora en la asamblea fundacional del pasado 23 de marzo, pero el partido de facto no existe: no tiene sedes ni presencia territorial, aunque sí inscritos y simpatizantes que pagan cuotas y ayudan en la financiación. De ahí que el planteamiento de Díaz sea mantenerlo con vida, pero solo de forma testimonial. Otra cosa es Sumar entendido como «cartel electoral», o marca de una coalición que, por otro lado, algunos socios, como Izquierda Unida y Más Madrid dan por «superado».
En este terreno, Yolanda Díaz sí dará batalla. La vicepresidenta sabe perfectamente que tanto Ernest Urtasun como Íñigo Errejón están dispuestos a tomar el relevo de su papel de guía. Urtasun lo niega oficialmente, pero las fuentes consultadas en Sumar aseguran que el ministro de Cultura sí está dispuesto a ser «el rey después del rey», pero admiten que «no aúna consensos». Todo está en el aire. Y Díaz, después de haber dado un giro de 180 grados entre el lunes y el martes sobre su anuncio inicial («Me quedo», repitió), ahora quiere dejar claro que ella sigue aspirando a ser la candidata del presente y del futuro. Un esquema lampedusiano: que todo cambie para que todo quede igual. Esto es lo que tiene en la cabeza la vicepresidenta, según deslizan fuentes de su espacio político.
Que no cambie nada
Compromís ha exigido el pasado lunes avanzar hacia un modelo confederal y «colegiado». ¿Qué significa esto? En primer lugar, quitar el paraguas de Sumar por encima de todos los partidos de la coalición. Sumar quiso ser partido (y ahora Díaz lo ha de facto aniquilado) y marca de la coalición. Después de cuatro fracasos electorales en cinco meses, y después de un resultado en las generales del 23-J aceptable, pero no apoteósico, los aliados de Díaz exigen tener más voz y mando en las decisiones de la coalición. O sea, abordar todas las decisiones políticas en una mesa y sin tener que aceptar órdenes que provienen de un reducido grupo de asesores y estragas de Díaz que en estas últimas semanas criticaban casi todos.
Díaz estaría dispuesta a aceptar esta fórmula de la coordinación colegiada. Tanto en lo que queda del partido, como en la coalición. La misma fórmula para ambos segmentos, con una finalidad clara: seguir mandando ella. Si Más Madrid, IU, Compromís y los Comunes avanzan hacia un organismo de decisión colegiada al que también se sienta el partido Sumar, Díaz cree poder seguir manteniendo el control por la vía de los hechos de toda la coalición. «La coordinación colegiada lo quiere para todo. Es decir, donde no mande nadie para seguir mandando ella», resumen las fuentes consultadas.
Pero no es descontado que Díaz se salga con la suya. Izquierda Unida y Más Madrid coinciden en proponer fórmulas «confederales», pero no aceptarán volver a un tipo de liderazgo vertical y personal de Díaz. Este diario ya publicó en sendas exclusivas que, derrota electoral tras derrota electoral, los socios de Díaz culpaban a la vicepresidenta de decidir sin escuchar a nadie más que un reducido grupo de «técnicos» y presuntos expertos en marketing político. El malestar por ese verticalismo también involucraba a Errejón, considerado uno de los dirigentes más cercano a Díaz y autor de las últimas campañas electorales de la coalición.
Un solo cartel electoral
IU y Más Madrid quieren reducir a Sumar a un «actor más» en un nuevo frente amplio donde las decisiones se tomen de forma colegiada. Pero buscan esta fórmula para aniquilar a Díaz, y no para darle una segunda vida. «IU y Más Madrid se quieren cargar a Yolanda, y a Compromís el modelo confederal al que se añadiría Izquierda Unida le parece bien», comentan desde el frente sindical, que hasta ahora ejercía de guardia pretoriana de Díaz, pero que recientemente ya se ha alejado de la vicepresidenta, tal y como publicó en varias informaciones este diario.
La situación es de máxima tensión, y Díaz se ha dado cuenta de que todo puede saltar por los aires. De ahí la decisión el martes de matizar -o aclarar- su declaración del lunes. No obstante, el frente de los escépticos se amplía: «Yolanda quiere tapar agujeros lo más rápidamente posible, pero no le va a salir bien», comentan fuentes de los partidos aliados de Sumar, que observan el descalabro interno de la formación hermana.
Aunque creen que por mucho que el PSOE deslice que nadie es imprescindible en el Ejecutivo, Díaz está blindada en la vicepresidencia, y esto la refuerza también internamente en el nuevo organismo colegiado. «Yolanda sigue controlando el poder real, que es el grupo parlamentario y la vicepresidencia. Y todavía puede quitar a todo quien quiera simplemente señalándole. Porque no hay otro cartel electoral que se llame Yolanda Díaz. Pero esto es hoy», avisan para señalar que ningún encaje actual impedirá una lucha interna por el liderazgo.