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Política

El PSOE habla de «ruptura» con Puigdemont: «La legislatura está vista para sentencia»

Moncloa da por sentada una nueva derrota el próximo jueves en la votación del techo de gasto

El PSOE habla de «ruptura» con Puigdemont: «La legislatura está vista para sentencia»

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su escaño en el congreso de los Diputados. | Jesús Hellín (Europa Press)

Un halo de realidad recorrió este miércoles la bancada azul del Gobierno. Horas después de encajar la nueva derrota parlamentaria, los miembros del Ejecutivo, con Pedro Sánchez a la cabeza, intentaron disimular el ánimo fúnebre que se apoderó de los grupos que sostienen al Gobierno. Y como siempre que la coalición está en horas bajas, fue el portavoz republicano, Gabriel Rufián, quien pinchó el globo de las apariencias y las sonrisas forzadas: «Hay un fantasma que recorre este hemiciclo y es el de la derecha y ultraderecha. Un bloque nuevo que se está conformando que es PP, Vox y Junts. Ya han perdido 35 votaciones (…) La pregunta es: ¿qué va a hacer usted?». 

Las caras de algunos selectos diputados socialistas denotaban que sabían de lo que hablaba. Desde hace semanas, inquieta en el PSOE el rumor de que los populares han iniciado un «tripartito incipiente» con un doble objetivo: alejar a Junts de su alianza con el Gobierno progresista, y en último término, presentar una moción instrumental con la única intención de disolver las cámaras e ir a elecciones. De ahí la pregunta de Rufián: «¿Cuánto cree que durará la legislatura?». 

Sánchez no se saltó una coma del guion: «Le digo que el Gobierno de España tiene la ambición de continuar estos tres años». Dicho lo cual, y tras afearle Rufián su intención de «pasar del legislativo», se levantó de su escaño y se fue, dejando tras de sí un rumor de protesta en la cámara. Pero sus palabras, más cercanas a los deseos que a la convicción, inquietaron hasta a los suyos: ya son pocos los que creen que se pueda agotar la legislatura. Dirigentes socialistas consultados por THE OBJECTIVE reconocen que «la legislatura está vista para sentencia», dan por descontado el fracaso de los presupuestos generales del Estado por segundo año consecutivo y se preguntan: «¿Cómo se puede continuar si no vamos a poder aprobar absolutamente nada? Así no se aguanta un año». 

Moncloa anticipa la derrota del techo de gasto

Fuentes gubernamentales reconocen a este periódico que, a día de hoy, lo más probable es que el primer trámite para la aprobación presupuestaria, el techo de gasto que se volverá a votar el jueves próximo en el Congreso, será nuevamente rechazado por la Cámara Baja con el voto en contra de Junts. «A día de hoy, no tenemos votos», dicen tras confesar sus dudas de que esto pueda cambiar en una semana. El motivo es que «Junts sigue enquistado en el 8 de agosto», es decir, en la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat en Cataluña, que el PSC salvó gracias a un acuerdo con ERC sobre el concierto económico. Fuentes de Hacienda restan importancia al fracaso parlamentario que se avecina porque «los presupuestos vamos a presentarlos igual, con la senda de estabilidad anterior», sobre la cual se redactaron los presupuestos del pasado año que renunciaron a presentar por el adelanto electoral en Cataluña.

El Gobierno manifiesta su preocupación con que Junts «vaya a piñón» contra el Gobierno y confía en que «recapaciten» de aquí a los próximos meses, aunque ya posponen su horizonte de aprobación presupuestaria a principios del 2026: «No han hecho la digestión de los resultados. Yo espero que la hagan de aquí a noviembre, diciembre, enero… pero que la hagan». Según fuentes socialistas, los encuentros recientes mantenidos demuestran que Puigdemont ha dicho «que se acabó», que existe una «ruptura» con el Gobierno sin visos de mejora porque no se fía de que vaya a cumplir sus promesas, como no cumplirá el concierto económico catalán pactado con ERC. Algo que traslució de la intervención del portavoz de Junts en la sesión de control, Josep María Cruset, quien recordó al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que el primer compromiso de la legislatura pactado con su partido, el traspaso de las competencias de educación, aún no se ha materializado. 

«Escúchenos bien: el acuerdo dice lo que dice. Si ustedes no cumplen con Junts, ustedes no tendrán lo que necesitan: nuestros siete votos. De hecho, este primer año han podido aprobar pocas cosas porque esto de pieza a pieza y los acuerdos, ya vemos que les cuesta. Así es la política. O cumplen con Junts, o derrotas parlamentarias. O nuestros acuerdos o sus derrotas. Dense prisa antes de que los ciudadanos se den cuenta de que ustedes prefieren sus derrotas antes que facilitar el bienestar de los catalanes». El diputado Cruset, mano derecha de la portavoz Miriam Nogueras, zanjaba su intervención con la aprobación de esta, sentada a su izquierda, mientras los ministros de la bancada azul torcían el gesto.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero; y la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, durante una sesión plenaria en la Cámara Baja el 17 de septiembre de 2024. | Jesús Hellín | Europa Press

Reunión de Sánchez tras el pleno

Quien más pelos se deja en la gatera es la negociadora de las cuentas públicas, que tendrá que encajar un más que posible fracaso parlamentario, por segundo año consecutivo, en una legislatura que todavía no ha conseguido aprobar ningún proyecto de PGE, y en la que se han visto forzados a retirar varios proyectos de Ley, entre ellos la Ley del Suelo, para evitar cosechar un nuevo varapalo del poder legislativo. El de este martes supuso un salto cualitativo porque «se hizo con escarnio». Según admiten a THE OBJECTIVE fuentes de Moncloa, «avisaron un minuto antes de que cambiarían el sentido de su voto», cuando Pedro Sánchez ya estaba sentado en el hemiciclo y asistía desencajado al resultado del panel de votaciones.

Al término de la sesión, el presidente y sus más cercanos se reunieron en el área de Gobierno del Congreso para encajar el golpe y diseñar una nueva estrategia. Cambiaron el mensaje que daría Pedro Sánchez en la sesión de control, su petición para desarmar a Alberto Núñez Feijóo de «cambiar el chip» porque «quedan tres años de legislatura y hay Gobierno para rato». Pero en privado también activaron los puentes de diálogo con Junts para saber si la «ruptura» es definitiva o táctica.

Desde Moncloa aseguran que estamos en el segundo escenario y que los neoconvergentes no han cambiado de bando, que hay agua en la piscina de la legislatura. Pero en esto discrepan de Rufián, que sigue advirtiendo a su socio gubernamental que «desconocen absolutamente la enorme capacidad mediática» de Puigdemont, a quien todo «le sale gratis». En privado, el Gobierno también confía en poder agotar la legislatura con la misma intensidad que lo dice en público. Pero en múltiples sectores del PSOE sospechan: «Cuando tú repites algo tanto, solo es para que la gente se lo crea. No quiere convocar, pero no le va quedar más remedio».

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