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Manuel Torres, historiador: «Las amnistías siempre se han utilizado como arma arrojadiza»

El profesor de la UCO aboga por incluir una cláusula que comprometa a los perdonados a desistir del ‘procés’

Manuel Torres, historiador: «Las amnistías siempre se han utilizado como arma arrojadiza»

Manuel Torres, profesor de Historia del Derecho. | Francisco Sánchez (Universidad de Córdoba)

Las amnistías y los indultos son un clásico del Derecho. El perdón existe desde que el hombre es hombre y constituye la base de muchas religiones. En la teología cristiana implica arrepentimiento y propósito de enmienda. Dos cuestiones que debería incluir la ley de amnistía que anule las responsabilidades jurídicas del procés, sostiene Manuel Torres, catedrático de Historia del Derecho en la Universidad de Córdoba (UCO). En su opinión, ambas fórmulas se han utilizado siempre «como arma arrojadiza», tal y como demuestra su reciente libro Historia del indulto y la amnistía: de los Borbones a Franco, publicado por Tecnos.

Torres considera que la amnistía no puede ser un cheque en blanco para sus beneficiarios. Por eso, aquellos que echaron un pulso al Estado en 2017 deben comprometerse a que «no volverán a repetirlo». Eso ayudará a mejorar la convivencia. En su opinión, esta medida de gracia debe aclarar en su exposición de motivos la legitimidad del Estado y la deslegitimidad de aquellos que pretendieron subvertir el orden constitucional en Cataluña de forma unilateral.

«Es importante explicar el relato. Si se habla de referéndum vamos por mal camino», insiste a THE OBJECTIVE. El relato del procés es el gran escollo en las negociaciones. Para el PSOE fue un fracaso colectivo, mientras que para los independentistas se trató de un pulso democrático y legítimo que estarían dispuestos a repetir. Torres insiste en que esa debe ser la línea roja porque no serviría de nada otorgar una amnistía si no es para «abrir un nuevo periodo en las relaciones entre Cataluña y España».

La amnistía de 1977

El historiador asegura que se trata de una herramienta habitual para pasar de regímenes totalitarios a democracias, pero que en esta ocasión supone un acto político necesario. «Hay que cerrar heridas y demostrar que el Estado de Derecho es generoso». Torres asegura que no es partidario de que la amnistía sea una enmienda a las decisiones del Tribunal Supremo, pero que, a veces, hay que concederla por el bien común: «Hay una parte de la sociedad catalana que se siente víctima».

La amnistía no es ningún invento nuevo. Se ha concedido frecuentemente a lo largo de la historia. La primera, en Atenas en el año 403 antes de Cristo. El gobierno de los 30 tiranos asesinó a miles de ciudadanos y confiscó los bienes de otros tantos. Cuando cayó, los culpables fueron perdonados. En las últimas décadas se han concedido amnistías en Francia, Italia y Portugal.

Torres con su libro sobre la historia del indulto y la amnistía
Torres con su libro sobre la historia del indulto y la amnistía. | Foto: Francisco Sánchez (Universidad de Córdoba)

En nuestro país la fórmula ha sido una constante. La última, en 1977 para poner punto y final a la Guerra Civil y la dictadura. Sin embargo, Torres no aborda esa amnistía en su libro. Acotó el periodo de estudio porque consideró que desde ese año en adelante estaba suficientemente analizada. «En aquella ocasión existió un acuerdo social entre quienes representaban todavía la vieja República y el franquismo». Al contrario que ahora, no recuerda contestación en ningún medio de comunicación.

«Con Fernando VII e Isabel II las amnistías eran el pan nuestro de cada día. Hay una amnistía muy barata con la llegada de la Segunda República, que saca a la calle a muchos delincuentes comunes. Una situación que hubo que reconducir en 1933 con la ley de vagos y maleantes», explica el profesor de la UCO.

La división de poderes

Torres asegura que «la más deleznable e interesada» y «más contraria a derecho» fue la autoamnistía que se concedieron en septiembre de 1939 los sublevados de la Guerra Civil. Declararon como conductas no criminales aquellas que habían cometido para cercenar la Segunda República. Incluía saqueos, asaltos y conspiraciones de aquellos que «obedecieron a impulso del más fervoroso patriotismo».

La Constitución de 1978 no menciona la palabra amnistía. Los padres de la Carta Magna acordaron no incluirla tras descartar dos enmiendas que proponían otorgar ese poder a las Cortes, como sucedía en la Segunda República, en la que se inspira nuestro texto constitucional. «Si no está prohibida, puede ser regulada por el poder legislativo siempre y cuando no vaya en contra de tratados superiores. Esos son los límites», reconoce Torres. Europa ya declaró que se trata de una cuestión doméstica.

La posibilidad de que la amnistía vulnere la separación de poderes se ha convertido en un debate clásico desde el siglo XIX. Para algunos juristas supone un atentado contra esa división. Torres afirma que puede parecerlo, pero que en sentido amplio conlleva adaptar las penas a ciertas circunstancias y puede servir para mejorar la convivencia. «También se han hecho amnistías fiscales, como la de Montoro. O para recuperar tropas, como promovieron Fernando VII o Primo de Rivera tras el desastre de Annual».

La otra figura controvertida es la del indulto. Se utiliza desde el principio de los tiempos. «La Iglesia otorga esta medida de gracia en Semana Santa (tras permiso de la autoridad penitenciaria)», recuerda Torres. En su opinión, esta herramienta goza cada vez de más apoyo y menos detractores. «Olvidémonos de nombres. Está claro que los que se refieren a asuntos de corrupción generan más controversia».

Los indultos de Aznar

Torres critica que nadie levantó la voz cuando José María Aznar indultó a más de 1.400 condenados en un solo día con motivo del año jubilar de 2000, cuando los indultos generales están prohibidos por la Constitución. El entonces presidente del Gobierno actuó «como los reyes del Antiguo Régimen, que utilizaban la figura a su antojo».

«Con las constituciones comenzó a pedirse que se realizara conforme a la ley, pero no decía a qué ley», insiste el profesor. Con el paso de los años, los monarcas fueron perdiendo esa prerrogativa, que recayó en el poder legislativo. En España sigue en manos del Ejecutivo. Así ha sido siempre salvo en la Constitución de 1931, a la que Torres pone de ejemplo. E insiste: «Es necesario actualizar el indulto porque emana de una ley provisional de 1870».

Este catedrático de Historia del Derecho en la UCO no solo mira al pasado, también al futuro. Puede que hasta tenga dotes de adivino. Reconoce que comenzó a escribir el libro durante los primeros pasos del procés y nadie había puesto aún el foto en una medida de gracia. Luego llegó la condena de los ERE de Andalucía y la polémica por los indultos de los implicados, entre ellos el ex presidente andaluz José Antonio Griñán.

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