Una organización de víctimas del terrorismo documenta 466 actos de apoyo a ETA en 2023
La cifra supone una disminución de un 21%, según Covite, que se congratula de la desaparición de los ‘ongi etorris’
El enaltecimiento del terrorismo preocupa a quienes lo padecieron durante décadas. El Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite) ha contabilizado 466 actos de apoyo a ETA a lo largo de 2023 en su Observatorio de la Radicalización, a través del cual documenta en su web los homenajes explícitos a la banda y a sus miembros. La cifra ha descendido un 21% respecto al año anterior, cuando se registraron 589 eventos de apoyo a la organización abertzale. Las víctimas se congratulan de la desaparición de los ongi etorris a presos etarras (festejos a su salida de prisión), ya que el pasado curso fue el primero sin que tuvieran lugar.
Consuelo Ordóñez, presidenta de Covite, ha calificado el fin de estas celebraciones como «una muy buena noticia para las víctimas, al tratarse de los actos más humillantes que podíamos presenciar». «Hemos llegado a denunciar ongi etorris que tuvieron lugar debajo de la casa de una de las víctimas de un sanguinario asesino de ETA, como fue el de Javier Balerdi en San Sebastián el 21 de diciembre de 2016. No se me ocurre una infamia mayor», ha insistido la hermana del concejal del PP asesinado en 1995.
Covite atribuye la desaparición de los ongi etorris a su «labor constante de documentación y denuncia pública de este tipo de actos humillantes e indignos». En una nota a la que ha tenido acceso THE OBJECTIVE afirman que estos señalamientos han dado como resultado «el rechazo de la mayoría de la sociedad vasca, navarra y española, así como la condena de la mayoría de las instituciones y fuerzas políticas a los mismos, exceptuando a EH Bildu». ETA anunció el «cese definitivo de su actividad armada» en octubre de 2011.
Despenalizar el enaltecimiento de ETA
A pesar de la desaparición de la banda y de estas celebraciones, Covite denuncia que «la legitimación pública de ETA a través de otro tipo de actos sigue muy presente en las calles de Euskadi y de Navarra». Así lo reflejan, aseguran, los actos documentados en el Observatorio de Radicalización a lo largo de 2023.
Del total de los actos realizados, 173 han tenido lugar en Guipúzcoa, 162 en Vizcaya, 67 en Navarra, 40 en Álava, 14 en otras provincias y 10 en el extranjero, sobre todo en el País Vasco francés. Respecto a la tipología de los actos de apoyo a ETA, 178 han sido manifestaciones en las que se ha reclamado la excarcelación de los etarras presos; 166 apariciones de pintadas y pancartas de ensalzamiento explícito a ETA y a sus presos y 48 homenajes públicos a etarras muertos.
La cosa no queda ahí. También se han realizado 27 fiestas populares celebradas específicamente para enaltecer a ETA, como el Gudari eguna. Cinco han sido de homenajes en la vía pública a etarras que todavía están en prisión, en los que se coloca una foto del miembro de ETA en cuestión y se le baila un aurresku. Un acto novedoso que Covite ha observado este año. Los 42 actos restantes se han encuadrado en la categoría de otros, ya que no han podido clasificarse en ninguna de las categorías anteriores.
Covite insiste en que en que «el culto a ETA y a sus terroristas está lejos de desaparecer». Para evitarlo, reclama una mayor implicación de las instituciones, especialmente las del País Vasco y de Navarra. El colectivo de víctimas ha mostrado su preocupación por la posibilidad de que salga adelante la proposición de ley que registró Sumar en el Congreso para despenalizar el enaltecimiento del terrorismo incluido en el artículo 578 del Código Penal.
Ordóñez considera que su derogación «puede mandar un mensaje a la sociedad de que el enaltecimiento de ETA es una realidad inexistente, lo cual no es cierto». La presidenta de Covite reitera que, «a pesar de que hemos comprobado que ese artículo no sirve para acabar con la glorificación del terrorismo de ETA en Euskadi y Navarra, nos preocupa que se pueda instalar en la sociedad la falsa idea de que esta es una lacra en la que las instituciones no tienen ninguna responsabilidad, cuando sí la tienen».
El papel de Sortu
Las víctimas de terrorismo aluden a la Ley de Memoria Histórica y Democrática de Euskadi, aprobada el pasado septiembre. La norma contempla un régimen sancionador administrativo para «todos aquellos actos de exhibición pública de elementos o menciones en conmemoración, exaltación o enaltecimiento individual o colectivo del golpe de estado de 1936 y de la dictadura franquista, de sus dirigentes o de las organizaciones que sustentaron al régimen».
Covite reclama «exactamente lo mismo para los actos de exhibición pública de apoyo y legitimación del terrorismo de ETA». A su entender, es hora de que las instituciones públicas «aborden el fenómeno de la radicalización violenta a favor de ETA en el País Vasco y en Navarra con la seriedad y la urgencia que merece». El colectivo considera que, cada vez más, es Sortu como partido «quien organiza todos estos actos de legitimación pública de etarras», lo cual evidencia que «los líderes de la izquierda abertzale son quienes más contribuyen a la radicalización violenta de una parte de la sociedad vasca».
«Centenares de jóvenes están creciendo con la idea de que los etarras son héroes, presos políticos o refugiados porque así lo transmiten los portavoces de Sortu», subraya Covite. En su opinión, «pedir la excarcelación de quienes están en la cárcel por crímenes gravísimos podrá ser legal, pero es un claro síntoma de anormalidad moral. ¿Acaso vemos en Francia a cientos de personas en las calles pidiendo la excarcelación de terroristas yihadistas?».
El colectivo de víctimas de ETA califica a la izquierda abertzale y su actitud de glorificación y justificación de ETA como «el mayor obstáculo para la convivencia en el posterrorismo». Afirman que una convivencia en paz y libertad siempre será incompatible con «la existencia de una identidad política que se construye sobre el desprecio a las víctimas etarras». Y concluye: «Exhibir públicamente carteles con fotos de los asesinos de nuestros familiares, y hacerlo además con jactancia y orgullo, supone un ataque a las bases éticas más elementales sobre las que se debe construir una sociedad digna y democrática».