Las cacerías millonarias de Claudio Rivas: hasta 500.000 euros por un elefante en Sudáfrica
El socio de Víctor de Aldama se gastó cerca de dos millones de euros en safaris en Sudáfrica, Rumanía y Mongolia
Claudio Rivas, el socio principal de Víctor de Aldama en la trama de los hidrocarburos, es conocido por su afición a la caza, una afición que practicaba sin restricciones de gastos. Rivas, uno de los implicados en un caso de evasión fiscal relacionado con la venta de combustible, habría defraudado alrededor de 182 millones de euros en el pago del IVA. Esto le habría permitido financiar holgadamente sus viajes de caza, en los que se gastó en total cerca de dos millones de euros.
THE OBJECTIVE ha tenido acceso a imágenes exclusivas que muestran a Claudio Rivas disfrutando de sus safaris en Sudáfrica, donde llegó a abatir un elefante, uno de los trofeos más prestigiosos y caros en este tipo de actividades. Según los detalles obtenidos, Rivas viajó al menos en tres ocasiones a Sudáfrica con el único propósito de cazar y fotografiarse junto a sus presas más imponentes, tales como leones, tigres, elefantes y ñus. Sus viajes se realizaron en los años 2021, 2023 y 2024. Cada uno de esos safaris costó alrededor de medio millón de euros, una suma que fue transferida desde Villafuel SL, la empresa con la que Rivas y Aldama operaban en la venta de petróleo. Esta misma empresa está siendo investigada en la Audiencia Nacional por presuntas irregularidades en su actividad comercial.
Como desveló este medio, los socios de Aldama y Rivas habrían pagado una suma de aproximadamente 600.000 euros al exministro José Luis Ábalos y a su asesor Koldo García, dinero con el cual buscaban influir en el Gobierno para conseguir una licencia que les permitiera seguir con sus negocios fraudulentos. Parte de este dinero habría sido entregado en la sede del PSOE, concretamente 90.000 euros que fueron llevados por la empresaria Carmen Pano a la segunda planta de Ferraz. Además, los investigadores han revelado que Rivas pagó las arras de un chalé en La Alcaidesa, cerca de Sotogrande, en Cádiz, que la trama regaló a Ábalos por sus gestiones, según consta en los informes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil.
Fuentes de la investigación también han señalado que Rivas no solo se limitaba a cazar en Sudáfrica, sino que también viajaba con frecuencia a otros destinos internacionales para disfrutar de su afición. En particular se menciona que viajó en al menos cinco o seis ocasiones a Rumanía. Estos viajes tenían precios que oscilaban entre los 30.000 y los 40.000 euros, dependiendo del tipo de animal que se cazara. En junio de 2024, Rivas viajó a Mongolia, y en septiembre del mismo año, pocas semanas antes de su detención, regresó nuevamente a Sudáfrica con el mismo objetivo. Durante estos viajes, Rivas se jactaba ante sus socios, enviándoles fotografías de los animales abatidos, que él consideraba «trofeos».
Rivas no practicaba solo su afición cinegética en el exterior. Además de estos desplazamientos internacionales, practicaba la caza en territorio español. Adquirió una finca en la región de Extremadura, concretamente en Cilleros, provincia de Cáceres. Este coto privado de caza era uno de sus lugares preferidos, y en ocasiones, se llevaba a su hijo menor de edad y, además, se saltaba las restricciones legales, tal y como él mismo reconoció a algunos de sus socios más cercanos.