
Moscú, Caracas, Barcelona
Como venezolano siempre he sentido una profunda afinidad por los novelistas rusos del siglo diecinueve – Tolstoi, Turgenev, Dostoevsky, Gogol, Chekov – por algo que va más allá de la literatura. Dicen que los que no saben de historia están condenados a repetirla. Y que los que sí, a ver a los cómo los demás la repiten. Pero existe también una tercera, aunque minúscula minoría: los que la profetizan. Este es el caso de los grandes clásicos pre-soviéticos.





































